Erdogan reconoce los problemas en la ayuda tras el terremoto, que ha causado más de 15.000 muertos

Labores de rescate de International Search and Rescue (ISAR) tras un terremoto, en Kirikhan

Por Mehmet Caliskan, Huseyin Hayatsever y Ece Toksabay

KAHRAMANMARAS/ANTIOQUÍA, Turquía, 9 feb (Reuters) - El número de muertos por los terremotos que sacudieron Turquía y Siria esta semana superó los 15.000 el jueves, en un contexto de ira de quienes han quedado desamparados y frustrados por la lenta llegada de los equipos de rescate.

El presidente turco, Tayyip Erdogan, que tiene elecciones en mayo, dijo el miércoles en una visita a la zona de la catástrofe que las operaciones ya funcionaban con normalidad y prometió que nadie se quedaría sin hogar.

En toda una franja del sur de Turquía, la gente buscaba refugio temporal y comida en un clima invernal gélido, y esperaba angustiada junto a montones de escombros donde familiares y amigos podrían yacer aún enterrados.

El número de víctimas mortales confirmadas en Turquía ascendía a 12.391 el jueves por la mañana, según la Autoridad de Gestión de Desastres, más de un 30% más que el miércoles.

Los equipos de rescate seguían encontrando personas con vida. Pero muchos turcos se han quejado de la falta de equipamiento, experiencia y apoyo para rescatar a los atrapados, a veces incluso cuando se oían gritos de auxilio.

"¿Dónde está el Estado? ¿Dónde han estado durante dos días? Se lo estamos suplicando. Ayúdennos a hacerlo, podemos sacarlos", dijo Sabiha Alinak el miércoles cerca de un edificio derrumbado cubierto de nieve en la ciudad de Malatya, donde estaban atrapados sus jóvenes familiares.

Había escenas y quejas similares en la vecina Siria, cuyo norte fue duramente golpeado por el enorme terremoto del lunes y donde el número de muertos había ascendido al menos a 2.950 hasta el miércoles, según el Gobierno y un servicio de rescate que opera en el territorio del noroeste controlado por los rebeldes.

El embajador de Siria ante Naciones Unidas admitió que el Gobierno tenía "falta de capacidades y de equipamiento", culpando a más de una década de guerra civil en su país y a las sanciones occidentales.

Es previsible que el número de muertos en ambos países aumente, ya que cientos de edificios derrumbados en muchas ciudades se han convertido en tumbas para las personas que dormían cuando se produjo el terremoto.

En la ciudad turca de Antioquía, decenas de cadáveres, algunos cubiertos con mantas y sábanas y otros en bolsas para cadáveres, estaban alineados en el suelo a las puertas de un hospital.

Melek, de 64 años, lamenta la falta de equipos de rescate. "Hemos sobrevivido al terremoto, pero aquí moriremos de hambre o de frío".

Muchos en la zona de la catástrofe habían dormido en sus coches o en la calle bajo mantas con un frío glacial, temerosos de volver a entrar en los edificios sacudidos por el temblor de magnitud 7,8 —el más mortífero en Turquía desde 1999— y por un segundo fuerte seísmo horas después.

Las autoridades turcas difundieron un vídeo de los supervivientes rescatados, entre ellos una niña en pijama y un hombre mayor cubierto de polvo, con un cigarrillo apagado entre los dedos mientras era sacado de entre los escombros.

Según las autoridades turcas, unos 13,5 millones de personas se vieron afectadas en una zona que abarca aproximadamente 450 kilómetros desde Adana, en el oeste, hasta Diyarbakir, en el este. En Siria, murieron personas en poblaciones tan meridionales como Hama, a 250 kilómetros del epicentro.

Algunos de los fallecidos en Turquía eran refugiados de la guerra de Siria. Sus cadáveres llegaron a la frontera en taxis, furgonetas y camiones de plataforma para ser trasladados a sus lugares de descanso final en su país de origen.

Más de 298.000 personas se han quedado sin hogar y se han abierto 180 refugios para desplazados, según informaron medios de comunicación estatales sirios, refiriéndose al parecer a zonas bajo control gubernamental y no en manos de facciones de la oposición.

En Siria, las labores de socorro se ven complicadas por un conflicto que ha dividido la nación y destrozado sus infraestructuras.

La entrega de ayuda humanitaria de la ONU a través de Turquía a millones de personas en el noroeste de Siria podría reanudarse el jueves después de que la operación se detuviera por el terremoto, dijeron representantes de la ONU.

IMPACTO ELECTORAL

Erdogan, que declaró el estado de emergencia en 10 provincias y envió tropas de ayuda, visitó Kahramanmaras el miércoles para ver los daños y comprobar las labores de rescate y socorro.

En declaraciones a los periodistas, con el ulular de las sirenas de las ambulancias de fondo, dijo que había habido problemas con las carreteras y los aeropuertos, pero que "hoy estamos mejor".

"Mañana y después estaremos mejor. Todavía tenemos algunos problemas con el combustible... pero también los superaremos", dijo Erdogan.

No obstante, la catástrofe supondrá un desafío para Erdogan en las elecciones de mayo, que ya se preveían como la contienda más dura de sus dos décadas en el poder.

Cualquier percepción de que el Gobierno no está abordando la catástrofe adecuadamente podría perjudicar sus perspectivas. Por el contrario, algunos analistas afirman que también puede movilizar el apoyo nacional en torno a la respuesta a la crisis y así reforzar su posición.

Twitter fue restringido en Turquía el miércoles, justo cuando el público más dependía del servicio tras la catástrofe, según el observatorio de internet Netblocks.

Elon Musk, consejero delegado de Twitter, declaró posteriormente en un tuit que el Gobierno turco había informado a la empresa de que el acceso completo a la red social se restablecería "en breve".

El experto en ciberderechos y profesor de la Universidad Bilgi de Estambul Yaman Akdeniz dijo que no estaba claro cuál era la causa de la restricción, y añadió que el acceso a Tiktok también estaba limitado en Turquía.

El Ministerio de Transporte e Infraestructuras, que puede imponer este tipo de restricciones, no estaba disponible para hacer comentarios.

(Reporte adicional de Jonathan Spicer y Ali Kucukgocmen en Estambul; Khalil Ashawi en el norte de Siria; Tom Perry en Beirut; Redacción de Angus MacSwan, Mark Heinrich, Alistair Bell y Stephen Coates; Edición de Bill Berkrot y Lincoln Feast)