Maestros de jardín de niños en EEUU entrenan 24 horas para portar un arma

Mandi, una maestra de una escuela rural, asiste a un campo de entrenamiento de tres días para manejar armas y una situación con un tirador en activo en Rittman, Ohio, el 22 de junio de 2022. (Maddie McGarvey/The New York Times)
Mandi, una maestra de una escuela rural, asiste a un campo de entrenamiento de tres días para manejar armas y una situación con un tirador en activo en Rittman, Ohio, el 22 de junio de 2022. (Maddie McGarvey/The New York Times)

Mandi, una maestra de jardín de infantes en Ohio, ya había hecho todo lo posible para proteger su salón de clases en contra de un hombre armado.

Colocó un librero al lado de la puerta, en caso de que necesitara una barricada. En un cubo naranja, guardaba provisiones de emergencia que había sugerido el distrito: insecticida contra avispas, para rociar al atacante, y un calcetín, donde puedes meter un objeto pesado y lanzarlo a un agresor.

Sin embargo, después de que diecinueve niños y dos maestras fueron asesinados en Uvalde, Texas, su desesperación aumentó. Su escuela está en un edificio más viejo, sin seguros automáticos para las puertas de los salones y sin ningún oficial de la policía en el campus.

“Simplemente nos sentimos indefensos”, comentó. “No es suficiente”.

Mandi decidió que necesitaba algo mucho más poderoso: una pistola calibre 9 milímetros.

Así que Mandi se inscribió en un entrenamiento que le permitiría portar un arma en la escuela. Como otras personas en este artículo, solicitó ser identificada por su primer nombre pues hay reglas distritales que restringen la información sobre los empleados que portan armas de fuego.

Hace una década, era muy raro que los empleados comunes de las escuelas portaran armas. En la actualidad, después de una serie de tiroteos masivos que pareciera no tener fin, la estrategia ha sido una de las principales soluciones que promueven los republicanos y los defensores de los derechos a portar armas, quienes aseguran que, si se les permite a los maestros, los directores y los superintendentes estar armados, las escuelas tienen una oportunidad de defenderse en caso de un ataque.

Casquillos en un campo de entrenamiento de tres días para manejar armas y una situación con un tirador en activo en Rittman, Ohio, el 22 de junio de 2022. (Maddie McGarvey/The New York Times)
Casquillos en un campo de entrenamiento de tres días para manejar armas y una situación con un tirador en activo en Rittman, Ohio, el 22 de junio de 2022. (Maddie McGarvey/The New York Times)

Al menos 29 estados permiten que otros individuos distintos a los agentes de la policía y de seguridad porten armas en el área de las escuelas, según la Conferencia Nacional de Legislaturas Estatales. A partir de 2018, el último año del que existen estadísticas disponibles, los datos de estudios hechos a nivel federal estimaron que un 2,6 por ciento de las escuelas públicas tenía profesores armados.

Lo más probable es que la cifra haya crecido.

En Florida, más de 1300 miembros del personal de las escuelas fungen como guardias armados en 45 distritos escolares, de 74 en el estado, según autoridades estatales. El programa fue creado después de que un hombre armado asesinó a diecisiete personas en la escuela secundaria Marjory Stoneman Douglas en Parkland, en 2018.

En Texas, al menos 402 distritos escolares —más o menos una tercera parte del estado— participan en un programa que permite que personas designadas, entre ellas miembros del personal de las escuelas, estén armadas, según la Asociación de Consejos Escolares de Texas. Una cantidad más pequeña de distritos usa otro programa, el cual requiere mayor capacitación. La participación en ambos ha aumentado desde 2018.

Y en las semanas posteriores al tiroteo de Uvalde, legisladores de Ohio facilitaron el porte de armas para maestros y otros empleados de las escuelas.

La estrategia se ha encontrado con una oposición feroz de demócratas, agrupaciones de la policía, sindicatos de maestros y defensores del control de las armas, para quienes los programas de porte oculto de armas en las escuelas —lejos de resolver el problema— tan solo crearán más riesgos. Encuestas pasadas han mostrado que la gran mayoría de los maestros no quieren estar armados.

La ley de Ohio ha sido especialmente polémica porque solo exige un periodo mínimo de 24 horas de entrenamiento, junto con ocho de recertificación al año.

Los estudios sobre el porte de armas entre empleados de las escuelas han sido limitados y hasta ahora las investigaciones han encontrado pocas evidencias de que sea una medida efectiva. También hay poca evidencia de que los oficiales de la policía en las escuelas sean muy eficaces en la prevención de tiroteos en los campus, los cuales son estadísticamente escasos.

No obstante, la idea de armar a los empleados de las escuelas se está volviendo atractiva: en encuestas recientes, ha habido ligeras mayorías, entre padres y adultos, que apoyan dicha idea.

De los cinco tiroteos más letales en escuelas que se hayan registrado, cuatro —en Newtown, Connecticut; Uvalde; Parkland; y Santa Fe, Texas— han ocurrido en los últimos diez años.

Esta posibilidad llevó a Mandi y otros siete educadores a un campo de tiro en medio de cultivos de heno y caminos de granjas en Rittman, al noreste de Ohio.

Durante tres días, Mandi practicó tiro al blanco, cómo anudar un torniquete y cómo responder en ejercicios acelerados en un escenario con un tirador activo. Su presencia en el campo de tiro, disparar su pistola bajo el sol abrazador, contrastó con el salón de clases, donde baila con niños de 5 años al ritmo de canciones sobre números, usa cucharadas de crema de afeitar para actividades sensoriales y tapiza su salón con las obras de sus estudiantes.

Mandi, quien tiene cuarenta y tantos años, llegó al entrenamiento con una anticipación nerviosa. Había sido maestra durante una decena de años y tiene hijos. Quería tener la certeza de que podía portar un arma con seguridad mientras estaba con los alumnos. “Me dan abrazos todo el día”, comentó.

Y luego está la posibilidad de enfrentarse con un tirador de verdad. ¿Tres días de entrenamiento podrían prepararla para lo impensable?

Mandi y los otros educadores habían llegado desde Ohio, e incluso desde Oklahoma para un curso de 26 horas con FASTER Saves Lives, uno de los principales programas de entrenamiento con armas para empleados de escuelas. Lo dirige Buckeye Firearms Foundation, una organización a favor de la Segunda Enmienda que trabaja con uno de los grupos de cabildeo más importantes de Ohio. La agrupación de cabildeo, Buckeye Firearms Association, apoyó la nueva ley estatal para los empleados de escuelas.

Según cálculos de la fundación, durante la última década, ha gastado más de 1 millón de dólares en la capacitación de al menos 2600 educadores.

Su planteamiento se alinea mucho con un argumento que se ha vuelto un sello distintivo de la Asociación Nacional del Rifle y el cabildeo a favor de las armas: “La única manera de detener a un malo con un arma es un bueno con un arma”.

Según esta visión, los maestros son los máximos “buenos”.

“Les confiamos cada día a nuestros hijos”, comentó Jim Irvine, un piloto de avión y defensor de años de los derechos al porte de armas que preside Buckeye Firearms Foundation y hace trabajo voluntario como director de FASTER.

La filosofía del programa es que salvar vidas durante los tiroteos en las escuelas es un asunto de velocidad y que las escuelas no pueden darse el lujo de esperar a la policía.

En la escuela primaria Sandy Hook en Newtown en 2012, la primera llamada al número de emergencias se realizó después de unos cinco minutos y los primeros oficiales llegaron en menos de cuatro minutos a la escuela. No obstante, 20 niños y 6 adultos fueron asesinados. En Parkland, una persona armada mató a diecisiete personas en poco menos de seis minutos.

Incluso en Uvalde, donde la policía ha recibido críticas por esperar en el sitio durante más de una hora, se cree que la persona armada disparó más de 100 rondas en los primeros tres minutos, según un informe estatal.

“El tiempo es lo único que importa”, opinó Irvine. “Es así de simple”.

En el distrito escolar de Mandi, el superintendente señaló que el consejo escolar debía aprobar a los candidatos. Además de realizar el entrenamiento de FASTER, deben reunirse una vez al año con el departamento del alguacil y podrían ser relevados si sus habilidades no están a la par.

En el programa de FASTER, buena parte del entrenamiento se enfoca en el dominio de un arma de fuego. El grupo practicó durante horas tirando al blanco: de cerca y de lejos, con la mano derecha y la izquierda, con pequeños blancos circulares y siluetas humanas de tamaño real.

Los instructores ofrecieron críticas de seguridad y técnica, cronometraron los disparos individuales e instaron a los maestros y administrativos a actuar con determinación.

Para cuando acabó el programa, Mandy y sus compañeros habían entrenado suficiente como para llevar un arma a la escuela conforme la nueva ley de Ohio. Son parte de una creciente y un tanto experimental fuerza furtiva en las escuelas.

Todavía falta mucho para conocer el resultado.

Aunque ha habido anécdotas de ciudadanos armados que han intervenido en tiroteos públicos, como el caso reciente en un centro comercial de Indiana, “es una anomalía”, comentó Jaclyn Schildkraut, profesora titular de Justicia penal en la Universidad Estatal de Nueva York en Oswego, quien estudia los tiroteos masivos.

La mayoría de los tiroteos masivos terminan cuando la policía dispara o somete a una persona armada, esta se suicida o deja la escena.

Para Mandi, la decisión de estar armada en el salón de clases parecía una mejor solución que el insecticida para avispas o un calcetín.

Para seguir con su entrenamiento, dijo que va al campo de tiro todas las semanas.

Y aunque reconoció que otras políticas importantes podrían ayudar a evitar los tiroteos en las escuelas, no sintió que podía darse el lujo de soportar la espera de un cambio.

“Debemos ayudar a los chicos ahora”, comentó.

© 2022 The New York Times Company

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