Si no entendemos la violencia contra periodistas, cualquier política de prevención va a quedarse corta: Alejandra Ibarra

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Mantener la narrativa de que en México solo son asesinados los periodistas que están detrás de grandes investigaciones sobre crimen organizado o corrupción impide entender la complejidad de la violencia contra la prensa, que afecta más a quienes cubren temas comunitarios e incomodan a las figuras de poder en sus localidades, advierte la periodista e investigadora Alejandra Ibarra.

Eso no es todo. Para Ibarra, también directora de la organización Defensores de la Democracia (DDLD), esa falta de entendimiento se traduce en que las medidas para prevenir las agresiones o los asesinatos siguen siendo deficientes, lo que a su vez provoca que los hechos violentos continúen.

Ibarra expone estos argumentos en su más reciente libro, Causa de muerte: cuestionar al poder (Aguilar, 2023). En él, plantea que para comprender la violencia contra la prensa es necesario considerar como periodista no únicamente a quien tuvo una formación profesional, sino también a quien desde la ciudadanía asumió la labor de informar sobre lo que ocurre en su entorno, así sea a través de herramientas limitadas.

En esa línea, en entrevista argumenta que los periodistas en mayor peligro no son los que investigan para realizar grandes revelaciones. En cambio, son los que con sus reportes continuos se convierten en figuras dentro de sus comunidades, así como en “una piedrita en el zapato” para los poderes institucionales o fácticos: autoridades electas, empresarios, líderes sindicales o incluso grupos criminales.

Cuando esos actores políticos o sociales se sienten incomodados o desafiados, afirma Ibarra, buscan castigar a quienes publican información sobre lo que hacen.

Un ejemplo plasmado en el libro es el de Nevith Condés Jaramillo, un periodista de Tejupilco, Estado de México, quien fue asesinado en 2019. Sobre este caso, Ibarra resalta que el trabajo de Condés Jaramillo se centraba en difundir a través de Facebook los asuntos de su comunidad —servicios públicos, el estado de las calles, elecciones locales— y se caracterizaba por llamar a que las personas se involucraran y exigieran soluciones.

Además de la historia de Condés Jaramillo, Causa de muerte cuenta las del reportero sinaloense Javier Valdez y del defensor ambiental Samir Flores, entre otras personas.

“A lo que le apuesto mucho desde la organización es a entender, a explicar y realmente mostrar cómo sí es la violencia contra la prensa en este país, dejar de romantizar, dejar de casarnos con este imaginario del periodista investigativo que está investigando al cártel, y empezar a acercarnos al trabajo y conocer a nuestros periodistas asesinados a través de sus legados y decir: ‘Esto es lo que hacían, de esto es de lo que nos estamos perdiendo’”, señala Ibarra.

“El gran riesgo (que tenemos) es nunca terminar de entender el problema, y si no terminamos de entender el problema no vamos a poder corregirlo. Creo que vamos a continuar en esta espiral de la violencia y cualquier política de prevención va a quedarse corta”, alerta. 

Mapear riesgos y fortalecer instituciones para defender a periodistas

Ibarra comenzó a documentar estos casos en 2018. Desde entonces, su trabajo dio vida a un archivo, un pódcast y ahora a su nuevo libro.

Con esta documentación detrás y a pesar del alto número de periodistas asesinados en el país —161 desde el 2000 hasta julio de este año, de acuerdo con la organización Artículo 19—, la investigadora ve caminos posibles para combatir la violencia contra la prensa.

Uno de ellos, señala, es que autoridades, organizaciones y el propio gremio aprendan a “mapear” puntos y periodos de riesgo, por ejemplo, cuando en un municipio con antecedentes de tensiones políticas estén por realizarse elecciones o cuando se efectúe el arresto de un líder criminal local.

“En primer lugar, (se puede hacer) así como un mapeo para prevenir posibles ataques, y a la larga, creo que sí estamos hablando de fortalecer instituciones democráticas: lograr que los caciques no sean emperadores municipales, lograr que los capos rindan cuentas ante la justicia, lograr que los sindicatos no sean tan corruptos. Creo que sí estamos hablando de un proceso de fortalecer las instituciones democráticas sobre todo a nivel local a largo plazo”, argumenta Ibarra.

“AMLO pudo respaldar a los periodistas pero hizo lo contrario”

Con cinco años continuos documentando casos de periodistas asesinados, así como los impactos para sus familias y comunidades, Ibarra no es ajena al peso de las palabras de un actor político en particular: el presidente Andrés Manuel López Obrador.

Prácticamente desde que comenzó el sexenio en diciembre de 2018, el mandatario constantemente lanza descalificaciones contra comunicadores y medios, a los que acusa de ser “conservadores” y “adversarios”, así como de estar en contra de su “cuarta transformación”.

Esto ha generado preocupación y llamados por parte de organizaciones internacionales de derechos humanos, que advierten el riesgo de que declaraciones de este tipo fomenten agresiones contra la prensa.

Para Ibarra, esas preocupaciones son fundadas. La investigadora señala que, si bien muchas agresiones a periodistas se originan en contextos locales, debe considerarse el efecto de las palabras de López Obrador entre autoridades estatales o municipales.

“Creo que es lamentable la retórica y el discurso del presidente y sí creo que no ayuda en nada. Creo que él tiene o tuvo la posibilidad de usar su púlpito presidencial como un ejemplo para respaldar, para proteger, para respetar la libertad de expresión y a los periodistas, y decidió hacer lo contrario”, dice la autora.

“Sí creo que genera un efecto de cascada, y si hay municipios donde de por sí había un poder autoritario, al ver al presidente, sobre todo alcaldes de su propio partido, de su movimiento, quizá se sientan más envalentonados de decir: ‘Él lo está haciendo, yo también lo puedo hacer y, además, aquí nadie me está supervisando’. Creo que sí lo puede potenciar”.

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