Ensamble Folclórico Colibrí inyecta modernidad a la danza folclórica tradicional

La bailarina hizo girar la colorida falda sinónimo de la icónica canción jalisciense ‘El Son de la Negra’.

La actuación, de seis minutos de duración, comenzó con “Pasacalles” y luego con “El Pasajero”, antes de llegar al final, cuando un charro se arrodilló y pidió matrimonio a la bailarina.

La respuesta de la bailarina y del público del Warnors Center for the Performing Arts fue positiva.

No se trataba de una representación normal del baile jalisciense en la última noche del 44º Festival de Danzantes Unidos. Esto se debe a que la primea bailarina era un hombre. El charro que se le declaró era una mujer.

“Estoy celosa. Gira la falda mejor que yo”, dijo María Luisa Colmenárez sobre Arturo Magaña, uno de los dos bailarines del Ensamble Folclórico Colibrí.

El grupo, con sede en San José, ha sacudido el mundo del folclore con sus actuaciones respetuosas con el colectivo LGBTQ+.

“No están aquí en términos de ‘¿Vas a aceptar esto?’”, dijo Colmenárez, directora ejecutiva de Danzantes Unidos. “Es como: ‘¡Estamos aquí!’ No piden permiso. Solo quieren ser incluidos”.

Colibrí no es nuevo en el festival, la mayor reunión de entusiastas del folclore mexicano del país. Magaña, de 49 años, y su grupo actuaron en 2018.

“Sentí que había una necesidad personal de representarme e identificar exactamente quién soy en el escenario y bailar mi tradición”, dijo Magaña hace cinco años. “También era para la comunidad. Para que la gente sintiera que está bien ver a dos hombres bailando juntos. No es un pecado, no es una regla prohibida que estemos rompiendo en el folclore”.

Hoy, Magaña y Colibrí siguen llevando la danza folclórica en una nueva dirección.

“La coreografía que hicimos fue nuestra pieza base, que es Jalisco; y, decidimos hacer una propuesta queer”, dijo el originario de Jerez, Zacatecas, México.

El grupo se fundó en 2015, pero el año pasado fue la primera vez que Magaña y su compañero Bryan Guzmán bailaron con falda.

“La forma en que la comunidad nos recibió fue increíble”, dijo Magaña. “Desde entonces hemos hecho amigos maravillosos”.

No todas las actuaciones de Colibrí tendrán un final feliz, dijo Magaña, porque esa no es la realidad cuando se trata de la comunidad LGBTQ+.

“Estamos trabajando en una hermosa pieza que es Michoacán, y en realidad estamos representando la violencia contra las mujeres transgénero”, dijo Magaña. “En la pieza, la mujer transgénero no sobrevive”.

No es un “final feliz, pero es una historia real”.

“Son cosas que están ocurriendo realmente en nuestra comunidad”, dijo Magaña.

¿Hasta qué punto es acogedora la comunidad folclórica?

“No voy a decir el 100%. Voy a decir el 99.9%”, dijo Magaña. “Pero todos los maestros con los que me he encontrado han sido muy, muy acogedores”.

También hay alguno que otro comentario en la página de Facebook del grupo que dice: “Así no es el folclore”.

Raúl González Ibáñez, de 29 años, bailó folklórico en Roosevelt High School y ahora es presidente de la junta directiva de Danzantes Unidos.

Le encantó la actuación de Colibrí.

“Siendo yo un hombre gay y viendo esa representación en el escenario es increíble porque los niños pequeños que ahora están revelándose como LGBTQ+ o están en el espectro de eso se cuestionan su sexualidad”, dijo González.

“Para ellos, ver eso en el escenario y verlo normalizado es algo que debería estar ocurriendo”, continuó. “Incorporaban la masculinidad y la feminidad de la danza”.

Más grupos deberían adoptar “danzas de género fluido”, dijo González.

Colibrí sigue creciendo. Los bailarines se acercan a Magaña y le dicen que quieren bailar con el grupo, que trajo 22 bailarines al reciente festival.

“Me alegra mucho ver que otros grupos incluyen ahora, por ejemplo, a mujeres vestidas de hombre”, dijo Magaña. “Y no es que se hayan quedado sin bailarines (masculinos).

“Da la sensación de que una persona se siente cómoda vistiendo el atuendo masculino, y eso es maravilloso. Es algo que hacía mucha falta”.

Magaña actuó en los años 90 con el efímero Folklórico Pro Latino de San José, en el que hombres y mujeres invertían sus papeles.

Con Colibrí, Magaña quiere inyectar lo moderno en lo tradicional.