El enredado cuento de Hunter Biden aparece en primer plano

El presidente Joe Biden (a la izquierda) y su hijo Hunter Biden abandonan el lugar después de asistir a misa en la iglesia católica del Espíritu Santo en Johns Island, Carolina del Sur, el 13 de agosto de 2022. (Haiyun Jiang/The New York Times)
El presidente Joe Biden (a la izquierda) y su hijo Hunter Biden abandonan el lugar después de asistir a misa en la iglesia católica del Espíritu Santo en Johns Island, Carolina del Sur, el 13 de agosto de 2022. (Haiyun Jiang/The New York Times)

Según la versión de los republicanos, el presidente Joe Biden ha sido cómplice en un esquema que lleva mucho tiempo en operación para sacarle provecho a su posición en la vida pública mediante acuerdos cuestionables por todo el mundo ideados por su hijo, Hunter Biden.

Como primer paso en su tan prometida investigación, el miércoles los republicanos del Comité de Vigilancia de la Cámara de Representantes le exigieron al Departamento del Tesoro información sobre las transacciones bancarias de la familia Biden. Además, en un informe previo sobre los Biden cuyo propósito era sentar las bases para las audiencias que planean sostener, afirmaron tener evidencia que “demuestra que de manera deliberada y en repetidas ocasiones ha engañado al pueblo estadounidense, aprovechado el poder ejecutivo para su beneficio personal, usado el poder del gobierno para obstruir la investigación” y más.

La verdadera historia de Hunter Biden es compleja y muy distinta en aspectos importantes de la narrativa propuesta por los republicanos, pero no deja de ser preocupante.

Después de que su padre se convirtió en vicepresidente, Hunter Biden, abogado de 52 años que estudió en la Universidad Yale, forjó relaciones de negocios con intereses extranjeros que le redituaron millones de dólares, generaron cuestionamientos sobre su intención de aprovechar el nombre de su familia, causaron alarma entre los funcionarios de gobierno por los posibles conflictos de interés y les dieron a los republicanos un motivo para atacar a su padre durante años.

Además, tras la muerte de su hermano, Beau, en 2015, Hunter cayó en una espiral de adicciones y comportamientos sórdidos y autodestructivos.

Ahora se mantiene sobrio y ya no está involucrado en negocios en el extranjero. Es una presencia visible en la vida de su padre (su hija mayor se casó en la Casa Blanca en noviembre y él asistió a una cena oficial el mes pasado).

Pero sus penurias siguen en primer plano en Washington tanto en lo legal como en lo político.

Hunter Biden, hijo del presidente Joe Biden, en una ceremonia en la Casa Blanca el 7 de julio de 2022. (Haiyun Jiang/The New York Times)
Hunter Biden, hijo del presidente Joe Biden, en una ceremonia en la Casa Blanca el 7 de julio de 2022. (Haiyun Jiang/The New York Times)

David C. Weiss, fiscal federal de Delaware, está por decidir si presentará contra Hunter Biden cargos derivados de acciones realizadas durante sus años más conflictivos.

Los investigadores han examinado documentos e interrogado a testigos en relación con sus actividades de negocios en el extranjero. Esas actividades incluyen su participación en el consejo de administración de Burisma, empresa ucraniana de energía dirigida por un oligarca a quien investigaban en esa época por corrupción, puesto que Hunter aceptó cuando su padre, en carácter de vicepresidente, se encargaba de la política del gobierno de Obama en Ucrania.

También está su participación accionaria en una empresa china y un proyecto fallido con un magnate chino que había cortejado a estadounidenses de ambos partidos con buenas conexiones, pero que más tarde fue detenido por las autoridades chinas.

Los investigadores también han buscado información sobre las interacciones entre los socios comerciales de Hunter Biden y su padre.

Pero Weiss, según dicen personas enteradas de la investigación, parece estar concentrado en un conjunto de posibles cargos de menor impacto político por no haber presentado a tiempo sus declaraciones fiscales correspondientes a 2016 y 2017, así como por la posibilidad de que haya incluido deducciones indebidas de por lo menos 30.000 dólares por gastos de negocios.

También se dice que Weiss está considerando la posibilidad de acusar a Hunter Biden, quien ha reconocido abiertamente sus años de batalla con las drogas y el alcohol, de mentir en un formato del gobierno estadounidense que llenó para comprar un revólver en 2018. En el formato respondió que no utilizaba drogas, declaración que los fiscales quizá puedan refutar con base en su comportamiento errático y posibles testimonios de testigos sobre su uso de drogas aproximadamente en ese periodo.

Weiss, un fiscal federal veterano, fue designado fiscal federal en 2017 por el entonces presidente Donald Trump. El fiscal general Merrick Garland lo mantuvo en el cargo después de que Joe Biden asumió la presidencia para evitar rumores de interferencia política en la investigación. El Departamento de Justicia le otorgó facultades a Weiss para decidir si es conveniente presentar cargos y tomará la decisión en cualquier momento.

Los abogados de Hunter Biden argumentaron ante los fiscales que el departamento considera los posibles cargos tan reducidos que aun si los fiscales creen que pueden demostrarlos, casi siempre se resuelven mediante acciones de lo civil.

Independientemente de lo que decida el departamento, los republicanos que ahora controlan la Cámara de Representantes pretenden intensificar el escrutinio de Hunter Biden a fin de causarle daño a su padre justo cuando se prepara para la posible contienda por su reelección en 2024.

A pesar de sus años de esfuerzos (incluido el intento de Trump de obligar a Ucrania a ayudarlo a desacreditar a los Biden, aventura que lo encaminó a su primer juicio político), los republicanos no han logrado demostrar ninguna participación de Joe Biden en los negocios de su hijo, ni que haya tomado medida alguna para beneficiarlo o beneficiar a sus socios extranjeros.

Un análisis realizado por The New York Times de la investigación de Weiss y el trayecto de Hunter Biden hasta este momento no le ofrece a ninguna de las partes la narrativa de su preferencia.

El análisis resalta que Hunter Biden se alineó con actores extranjeros interesados en aprovechar sus conexiones con él en beneficio de sus intereses. Pero también subraya cuán apartados están los cargos más probables en su contra de los temas que promueven con más insistencia los republicanos y cuánto han tergiversado o exagerado los opositores de su padre en varias ocasiones el relato de sus desgracias para anotarse puntos políticos.

Como señaló Steve Bannon, antiguo estratega de Donald Trump: “No me importan los sentimientos de Hunter. Estamos en guerra”.

Justo antes de las cinco de la tarde el viernes 12 de octubre de 2018, Hunter Biden recibió un correo electrónico que parecía urgente de su contador, Bill Morgan.

Morgan había estado detrás de Hunter, que hacía poco había concluido un periodo en rehabilitación por su adicción a la cocaína y el alcohol, para que le diera la información necesaria para preparar su declaración fiscal personal y la de sus negocios correspondientes al ejercicio 2017.

Adeudaba una cantidad sustancial superior a los 800.000 dólares.

“No me has respondido”, escribió Morgan, y añadió que necesitaba la dirección de su cliente para poder enviarle por mensajería las declaraciones, que debían presentarse en tres días para quedar en tiempo.

Sin embargo, la tarde de ese mismo viernes, Hunter Biden, cuyo padre había concluido su segundo mandato como vicepresidente casi dos años antes, parecía tener otras preocupaciones en la cabeza. Había perdido su iPhone, así que fue a una tienda AT&T en Wilmington, Delaware, para comprar uno nuevo. Luego, fue a una tienda en la misma calle (StarQuest Shooters & Survival Supply) a comprar un revólver calibre 38.

La posibilidad de cargos en su contra por las declaraciones y el revólver se deben a lo ocurrido esa tarde de octubre, a sus crecientes problemas con las adicciones y a la pérdida o al distanciamiento de tres de las personas más cercanas a él: un colega de mucho tiempo, su esposa y su hermano.

Poco después de que compró el revólver, la viuda de Beau Biden, Hallie Biden, con quien Hunter tuvo una relación romántica tras la separación de su esposa, Kathleen Buhle, encontró el arma en su camioneta. Hunter le había dicho a un amigo cercano de la familia: “Sé que todos piensan que murió el hermano equivocado”.

Por temor a que usara la pistola para quitarse la vida, Hallie Biden la tiró en un contenedor de basura.

En noviembre de ese mismo año, Morgan nuevamente intentó comunicarse con Hunter. Además de que todavía tenía que presentar sus declaraciones para 2016 y 2017, el Servicio de Impuestos Internos (IRS, por sus siglas en inglés) le había dado instrucciones al Departamento de Estado de que no renovara su pasaporte debido a sus obligaciones fiscales pendientes.

La carrera de Hunter Biden se había cruzado desde hacía tiempo con la política demócrata y electorados asociados con su padre, lo que había provocado señalamientos de favoritismo. Durante gran parte de la década de 2000, tuvo una exitosa firma de cabildeo en territorio nacional, que estableció con ayuda de uno de los asesores de su padre.

Pero Hunter dejó el negocio del cabildeo tras la elección de su padre como compañero de fórmula de Barack Obama en 2008. Hunter tuvo que arreglárselas para encontrar nuevas fuentes de ingresos y, para el segundo mandato de su padre como vicepresidente, le habían comenzado a ofrecer oportunidades en el extranjero, además de que las buscaba.

Un factor que impulsó las actividades internacionales de Hunter fue que un nuevo socio, Devon Archer, un ambicioso y sociable egresado de la Universidad Yale que había sido modelo de Abercrombie & Fitch, empezó a trabajar con Citicorp en Asia, con el sueño de convertirse algún día en embajador.

Archer identificó una oportunidad en Europa del Este que fue lucrativa desde el principio. Durante una visita a Moscú a principios de 2014, le presentaron a Archer al oligarca propietario de Burisma, la empresa ucraniana de energía. Emocionado por la oportunidad, Archer le dijo a Hunter que el oligarca, Mikola Zlochevski, “parece de lo más legítimo y un gran tipo”.

De hecho, Zlochevski era objeto de una investigación de las autoridades británicas para averiguar si se había apoderado ilícitamente de activos ucranianos con un valor de millones de dólares. Funcionarios de la embajada estadounidense en Kiev habían revocado su visa para Estados Unidos.

El oligarca le ofreció a Hunter Biden un puesto en el consejo de administración, al igual que a Archer. En esa época, Hunter estaba sobrio y, cuando aceptó convertirse en consejero, parecía comprender muy bien las cuestiones espinosas que enfrentaría por vincularse con Burisma en un momento en que su padre estaba a cargo de la política de Estados Unidos para Ucrania.

Le dijo a Archer en un correo electrónico: “Necesitan saber con toda claridad que no podemos ni estamos dispuestos a intervenir directamente con legisladores nacionales, además de que debemos sujetarnos a la Ley de Registro de Agentes Extranjeros (FARA, por su sigla en inglés) y a cualquier otra legislación estadounidense de manera estricta en todos los aspectos”.

Cuando se enteraron, a algunos funcionarios estadounidenses dedicados a temas de Ucrania les inquietó que Hunter tuviera relación con Burisma. Les preocupaba que esa situación socavara las acciones emprendidas por el vicepresidente estadounidense Biden para persuadir a los líderes ucranianos de combatir la corrupción descontrolada, incluida la investigación de oligarcas, entre los que se contaba a Zlochevski.

El punto de contacto de Hunter Biden en Burisma, Vadim Pozharski, lo presionó para que ayudara a resolver los problemas de Zlochevski con su visa en Estados Unidos. Con el propósito de proteger a Hunter Biden ante estas solicitudes, se contrató a un abogado de práctica privada que había ostentado un cargo importante de inmigración en el gobierno de Obama para que se ocupara del asunto.

A pesar de las críticas contra el oligarca dentro del gobierno de su padre, Hunter no quiso renunciar a su puesto en Burisma, que no era muy demandante y le generaba un muy buen ingreso (aproximadamente 600.000 dólares al año) aun después de que empezó a fumar crack y dejó de responder los correos electrónicos de Pozharski.

Cuando su padre decidió participar en la contienda presidencial en 2019 y debido a que su relación con Burisma se volvió objeto de mayor escrutinio y blanco de ataques políticos, Hunter renunció a su puesto en el consejo de la empresa, lo que lo privó de su principal fuente de ingresos.

Ese mes de mayo, contrajo nupcias con Melissa Cohen, su segunda esposa, y renovó su compromiso de mantenerse sobrio.

Unos meses después, Hunter experimentó de primera mano lo que le había advertido su contador el año anterior: el Departamento de Estado no quiso emitirle su nuevo pasaporte debido a su adeudo pendiente con el fisco.

Hunter Biden trató, en vano, de ponerse en contacto con su contador. Por desgracia, Morgan había muerto. Hunter contrató a una nueva firma de contadores, que le recordaron que nunca había presentado sus declaraciones de 2016 y 2017.

Según los cálculos de los contadores, debía unos dos millones de dólares en impuestos insolutos, más los intereses acumulados y multas. No tenía ese dinero, así que presentó las declaraciones sin pagar y sus contadores se pusieron en contacto con el IRS para acordar un plan de pagos.

El IRS no respondió y no entendió por qué sino hasta diciembre de 2020, cuando, alrededor de un mes después de la elección de su padre como presidente, CNN dio la noticia de la investigación de Weiss.

Cuando Trump se enteró, se enfureció con William Barr, su fiscal general, por no haber hecho del conocimiento público la investigación de Weiss durante la campaña.

Para mediados de 2021, al equipo legal de Hunter le quedó claro que Weiss estaba considerando presentar cargos en su contra por no pagar impuestos.

Ese octubre, Hunter Biden obtuvo un préstamo por dos millones de dólares de un adinerado escritor y abogado de Los Ángeles llamado Kevin Morris, con quien había desarrollado una amistad, y le pagó al IRS la cantidad íntegra que sus contadores habían calculado que adeudaba. De igual manera, liquidó sus multas.

Como efectuó el pago, según algunos exfuncionarios, le complicó a Weiss poder acusarlo de evasión fiscal, pues el jurado por lo regular cuestiona que el gobierno acuse a alguien que ya pagó sus impuestos.

El posible cargo relacionado con el revólver también podría presentar dificultades para los fiscales. Es raro que mentir sobre el uso de drogas en un formato federal produzca una acusación, salvo que se combine con delitos más serios y si se utiliza para lograr que un testigo coopere.

Hunter cada vez tiene más abogados y asesores. El distinguido abogado defensor para casos penales Chris Clark se ha dedicado a la investigación del Departamento de Justicia. Hace poco contrató al conocido abogado de Washington Abbe Lowell para que se encargue de las investigaciones del Congreso.

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