"Me enorgullece llevar su sangre entre mis venas"

Arturo de Dios Palma

ATOYAC, Gro., enero 5 (EL UNIVERSAL).- Micaela Cabañas Ayala lo tiene muy claro: el único enemigo que tiene es el Estado.

Apenas tenía dos meses de nacida y sintió el poder represor del Estado: fue detenida junto con su madre, Isabel Ayala Nava y su abuela, Rafaela Gervasio Barrientos.

Fue encarcelada en el Campo Militar Número Uno, en la Ciudad de México. Ahí aprendió a caminar y hablar, sus primeros años los vivió mientras su madre era sometida a la tortura y a la violencia sexual.

Micaela es la hija única de Lucio Cabañas, el profesor rural que en 1967 comenzó una de las guerrillas más importantes del país. Esa guerrilla hizo que el Estado mostrara su versión más aterradora.

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Micaela no conoció a Lucio Cabañas, nunca lo vio. Los primeros años de su vida ni siquiera sabía que el líder guerrillero era su padre. Su madre se lo ocultó por miedo, porque el Estado tenía una obsesión por terminar con todo lo que oliera a Lucio Cabañas.

En la persecución que emprendió contra Lucio Cabañas, el Ejército asesinó y desapareció a cientos de personas y arrasó con pueblos completos.

El miedo era tanto que, en los primeros años, Micaela no se llamaba Micaela, se llamaba Alejandra Natividad Ayala Nava.

Cuando ingresó a la primaria, su abuela materna, Catalina Nava, le recomendó a Isabel que le pusiera el apellido de su padre.

Isabel le cambió de apellido y le dijo el nombre de su padre: Lucio Cabañas Barrientos. El otro dato fue que ya estaba muerto. No le dijo más.

En la primaria, recuerda Micaela, un profesor, Juan, la ubicó como hija de Lucio Cabañas, le decía que era de otra estirpe, que era de sangre azul. En ese momento no entendió nada.

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"Llegaba a la casa y le contaba a mi mamá eso y como siempre he sido muy desmadrosa decía: ¿qué soy de sangre azul? Ni que fuera pitufo".

Encarceladas en el Campo Militar

El 27 de noviembre de 1974, al barrio del Santuario, en Tixtla, llegó un convoy del Ejército. En la sierra de Tecpan y Atoyac los militares habían apretado el cerco contra Lucio Cabañas.

Los soldados ubicaron la casa donde vivía Rafael Gervasio Barrientos, la madre de Lucio Cabañas, Isabel y su hija recién nacida, Micaela. ¿Cómo consiguió el Ejército la ubicación? Con el mismo método que desplegó durante esos años: la tortura.

Militares torturaron y golpearon a Manuel Cabañas, hermano de Lucio Cabañas, hasta que le sacaron la información.

A las tres, Rafaela, Isabel y Micaela, las llevaron al Campo Militar Número Uno, en la Ciudad de México. Las encarcelaron.

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"Mi madre sufrió la represión dentro del campo militar, le decían: ¿dónde está Lucio? Y me agarraban de una pata y me ponían la pistola en la cabeza. El famoso policía Acosta Chaparro directamente iba a la celda y le ponía la pistola y los mismo: ¿dónde está Lucio?".

En el Campo Militar estuvieron dos años, pasaron de todo, hambre, frío, golpes, tortura, violaciones sexuales.

Lucio Cabañas e Isabel se conocieron en 1973 en la comunidad Santa Lucía, en la sierra de Chilpancingo. Ahí llegó Lucio Cabañas con su columna guerrillera. Estuvo tres días y partió, pero esa vez no lo hizo sólo, se fue con Isabel.

Isabel se integró a la guerrilla hasta que se embarazó y ya no pudo cumplir con sus labores dentro del movimiento.

El 3 de julio de 2011 la asesinaron. Una semana antes en el Congreso del Estado se había aprobado la Comisión de la Verdad, Isabel era un testigo fundamental, porque muchas veces vio con vida dentro del campo militar a muchos de los que están desaparecidos.

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"Tengo como seis denuncias en la Fiscalía del Estado de Guerrero por allanamiento de morada sin ningún detenido y eso se han ido sumando a la carpeta primero, de feminicidio, y ahorita ya por delito grave, pero no hay avance, no hay alguien que sea presentado como asesino de mi madre y de mi tía. Está impune. No hay una línea de investigación que diga que ella era un testigo importante de la represión de los 70", comentó.

"Mi papá fue una persona fregona"

Más grande, Micaela sabía que Lucio Cabañas era su padre, lo que no sabía era que había sido un líder guerrillero.

Cuando ingresó a la Facultad de Derecho de la Universidad Autónoma de Guerrero (Uagro), Micaela lo descubrió.

"Yo tenía que hacer tareas, me iba a la prepa uno, ahí había una biblioteca y ahí hacía mis tareas. Un día viendo un apartado de libros donde habla de los movimientos sociales, hay muchos libros de Lucio, empiezo a leer y veo que dice que Lucio era un roba vacas, que era un asesino, entonces lejos de sentirme orgullosa, me siento avergonzada".

Ese descubrimiento la dejó desconsolada, Micaela, dice, comenzaba a tener ideas de justicia y eso le provocó un rechazo. Luego, fue encontrando otros libros, comenzó a escuchar consignas que reivindicaban a su padre, asistió a foros donde hablaban de su legado, vio cómo muchas organizaciones sociales utilizaban la imagen de su padre. Y descubrió al otro Lucio Cabañas.

El miedo de Isabel llevó a Micaela a no conocer a nadie de la familia Cabañas. Fue hasta los 19 años, que trabajaba en la terminal de autobuses, cuando hizo de nuevo un contacto.

—Tú eres Micaela Cabañas, la hija de Lucio —le dijo una mujer que leyó su nombre en su gafete.

Micaela no sabía qué responderle a la desconocida. La mujer notó su temor.

—No tengas temor. Soy esposa de un primo tuyo.

Era cierto, la desconocida se llamaba Aurelia y fue quien contactó a Micaela con su abuela, Rafaela Gervasio.

—¿Qué piensas de Lucio Cabañas, tu papá?

—Que fue un gran ser humano, me enorgullece enormemente llevar su sangre entre mis venas. Como hija te puedo decir que mi papá fue una persona fregona, chingona, un superhéroe para mí y para mi hijo. Para el pueblo de Guerrero, para México inclusive a nivel internacional, Lucio es reconocido por su ideología. Es el Robin Hood mexicano, es querido.