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Encuentran un caracol de mar viviendo en la herida del codo de un niño

Los padres de un niño californiano de 11 años acudieron al médico alarmados porque la herida que una semana antes ese había hecho su hijo jugando en la playa no solo no se curaba sino que iba a peor. Una vez en la consulta, el doctor descubrió que lo que ocurría es que había un caracol marino en el interior.

El caracol que encontraron en el codo de este niño californiano solo medía cuatro milímetros. (Foto: AFP)
El caracol que encontraron en el codo de este niño californiano solo medía cuatro milímetros. (Foto: AFP)

Según explican en Live Science, se trata del primer caso documentado de un caracol marino que se haya introducido en la piel humana y allá vivido allí. La historia comenzó un día de playa como otro cualquiera. El niño se encontraba buscando trofeos marítimos cuando tropezó y se hizo una herida en un codo. Sus padres se la lavaron y curaron y la cosa quedó ahí. Un raspón sin más.

Sin embargo, una semana después no mejoraba. La hinchazón de la zona había ido a más, se notaba líquido en su interior y eso empezó a preocupar a los padres, que decidieron acudir al médico. Una vez allí, sajaron la herida para extraer el pus y en su interior se encontraron algo duro, un caparazón de unos cuatro milímetros.

El doctor Albert Khait, profesor asistente de pediatría en la Universidad de Loma Linda, se percató de que era un molusco y se puso en contacto con el Museo de Historia Natural del Condado de Los Ángeles para identificarlo. Desde allí le informaron de que se trataba de una especie de caracol marino llamado Littorina scutulata, como recoge Live Science.

La explicación más plausible es que al caerse, el caracol se quedase pegado en la piel del niño a través de la herida. Esta especie, por sus características y su forma de vida, es capaz de cerrarse de forma hermética para conservar la humedad y pegarse a una superficie con una mucosa. De ahí que se quedase incrustada en el interior del codo, bajo la piel y que se mantuviese con vida.

Al menos es la conclusión a la que ha llegado Khait tras escuchar el testimonio de los padres que asegura que la ampolla de la herida creció de tamaño durante esa semana y que el niño dijese que vio moverse al caracol una vez llegó a casa. Se lo llevó en un bote para poder contar la anécdota con pruebas junto con un tratamiento de antibióticos para la infección.

“Estaba visiblemente entusiasmado con el sorprendente descubrimiento y solicitó conservar el espécimen para poder compartir la historia con familiares y amigos”, ha declarado el doctor Khait.