La picante Hillary y el ardido Trump

En el fragor de la contienda primaria que tiene lugar este martes en Nueva York, la precandidata demócrata Hillary Clinton se ha dado tiempo para añadir un toque “culinario” a su campaña, con menciones y degustaciones de ciertos alimentos, postres o condimentos que ella ha encontrado sabrosos, nutritivos y electoralmente beneficiosos.

Así, como relató la televisora NBC, Clinton se dio un tiempo para visitar un barrio neoyorquino de importante población asiática y probó por primera vez el llamado “Bubble tea” (té con burbujas), una bebida de origen taiwanés caracterizada por contener bolitas de tapioca dentro del dulce líquido.

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La precandidata presidencial Hillary Clinton al probar por primera vez en Nueva York un “Bubble tea” taiwanés. (NBC)

Su veredicto al probarlo fue “Es bueno, me encanta”, lo que además de ofrecerle un refrigerio le concedió algunos puntos extra en su acercamiento hacia las comunidades neoyorquinas diversas, a las que ha estado muy vinculada desde sus tiempos de senadora por Nueva York.

Y bueno, para quien quiera seguir sus pasos y hacer de Clinton no solo su candidata sino también su “gurú” gastronómica, ella publicó en la red Thrillist una lista de los que serían a su juicio los mejores lugares para comer en el estado de Nueva York.

Figuran, para quien quiera hacer el tour, los restaurantes Dinosaur Bar-B-Que, en Syracuse; Charlie the Butcher’s, en Buffalo; Red Rooster y Rao’s, en Harlem; y Mercer’s Dairy, en Boonville. Todo acompañado de manzanas de Nueva York tanto como se pueda, por recomendación de la candidata Clinton.

Y por si el desliz culinario-restaurantero no bastara, la propia Clinton contó sobre el momento en que, quizá como una suerte de jefa en la vida real de un programa ‘The Apprentice’, siguió indirectamente los pasos de Trump en la promoción e impulso de un nuevo producto.

Como narró la revista Vanity Fair, en su época de senadora apoyó un esquema para que productores del estado de Nueva York mostraran en Washington su oferta, y entre los participantes figuraban los dueños de un viñedo y los de una heladería. Durante la plática y los brindis, en un momento surgió la idea de añadir vino al helado, y así surgió un producto nuevo, el helado de vino, que de acuerdo a Clinton es ya exportado a unos 15 países.

El helado de vino Mercer’s (cuyo local fue incluido por Clinton en su lista de lugares clave para comer en Nueva York) se ha vuelto, así, muy popular, con sabores como ‘Chocolate Cabernet’ o ‘Cherry Merlot’.

Y aunque es de suponer que estos helados son muy del agrado de la precandidata demócrata, ella no los lleva consigo todo el tiempo a diferencia de un producto, mucho más picante, que la propia Clinton ha confesado consumir con intensidad.

Se trata de chiles y salsas picantes.

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Clinton ha recorrido varios restaurantes en barrios de Nueva York en su campaña electoral primaria en ese estado. (AP)

Según la revista Time, Clinton lleva siempre consigo una salsa picante sriracha del supermercado Whole Foods, y también tiene a mano chiles jalapeños y otros productos picantes.

¿Es el de Clinton un paladar fuerte? Al parecer lo es, y ella habría consumido chiles y otros picantes desde principios de la década de 1990, cuando era la Primera Dama, y llegó entonces a desplegar en la Casa Blanca una colección de más de 100 salsas picantes diferentes. Pero, de acuerdo a Vanity Fair, el consumo de chiles por parte de Clinton no sólo estaría fundado en su bravura gastronómica, sino en las propiedades nutricionales y benéficas para la salud de los componentes del chile.

Así, quizá a Clinton le gustaría probar otras expresiones singulares como el helado picante, común en México, o las alitas de pollo superpicantes al mejor estilo de Buffalo.

Los afanes gastronómicos de Clinton no han sido ajenos a sus rivales, en específico a Donald Trump, quien no pudo resistir la tentación de añadir su toque de picor a la discusión. De acuerdo al portal Politico, el magnate dijo sobre la afirmación de Clinton de que siempre lleva salsa picante consigo que se trataba de algo “falso”, “terrible”, una mera movida para cortejar políticamente a ciertos grupos de votantes.

Según Trump, Clinton lleva consigo salsas picantes consigo tanto como él, es decir ninguna, y todo sería un mero gesto electorero. Él tendría razón en parte en lo político, pero eso no significa que a la candidata demócrata no le guste sazonar sus comidas con picante. Y, bueno, habría que recordar las cosas que Trump ha dicho para atraerse votos.

Sea como sea, lo que sigue realmente caliente es el proceso electoral. Aunque es la puntera, Clinton aún tendrá que proseguir con su campaña hasta el final ante la presión de su rival Bernie Sanders antes de conseguir, si a la postre la logra, la candidatura presidencial del Partido Demócrata.

Y Trump, quien no ha parado de quejarse de que el sistema republicano está roto y corrupto luego de que su campaña ha sido incapaz de operar efectivamente en las designaciones de delegados a la Convención partidaria, tiene frente así un terreno aún más cuesta arriba. Nueva York le será favorable, como parece que le será a Clinton, pero el magnate enfrentará espinas en el resto de su camino.

Por lo pronto, Nueva York bien vale un té de burbujas y una mordida de jalapeño.

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