El plan para feminizar a Hitler a base de estrógenos

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En 1944 la IIGM ya se estaba alargando más de lo deseado y, a pesar de que los Aliados sabían que era cuestión de meses acabar definitivamente con el conflicto bélico, no se dejó de trabajar desde las diferentes unidades de los ‘Servicios Estratégicos’ (OSS estadounidense y SIS británico) por idear algún complot, artilugio, veneno o componente químico con el que asesinar a Adolf Hitler. De hecho, desde 1923 fueron una cuarentena las ocasiones en las que alguien estuvo a punto de conseguirlo.

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Pero no solo se quiso acabar con la vida del Führer, sino que también se idearon innumerables planes para dejarlo impedido (física y/o mentalmente), inocularle algún tipo de virus que lo hiciera enfermar e incluso pensaron en feminizarlo a través de suministrarle grandes cantidades de estrógenos.

Esta última opción, a pesar de parecer un plan surrealista, estuvo muy cerca de ponerse en marcha.

Los miembros de la OSS y el SIS sabían que Hitler seguía una estricta dieta vegetariana y todo lo que ingería era probado previamente por una quincena de jóvenes que habían sido reclutadas a la fuerza.

Esto es lo que les proporcionó la rocambolesca idea de intentar inyectar esteroides sexuales femeninos en los vegetales que debía consumir Hitler y para ello también debían contar con la complicidad y ayuda de alguno de los jardineros que se ocupaban de cosecharlos.

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Después tan solo sería cuestión de servir esas hortalizas en la comida de Hitler.

Entre las muchas pruebas que hicieron, comprobaron que donde mejor resultado daría sería inyectando los estrógenos en las zanahorias. Éstas, al ser probadas por las muchachas, harían reacción en ellas a través de algunos desajustes hormonales y, sobre todo, menstruales, pero no les provocaría la muerte.

Sin embargo al ser consumidas por el Führer con el tiempo producirían en su organismo una serie de trastornos que lo dejarían feminizado: alteración del estado de ánimo con propensión a llorar, acumulación de grasa y retención de líquidos, ablandamiento óseo y crecimiento de los pechos; todo ello con una acentuada feminización de su carácter y forma de comportarse.

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El plan parecía perfecto pero, al igual que otras docenas de ideas, finalmente quedó descartado y en el olvido hasta que el investigador y prolífico autor Brian J. Ford lo encontró en unos documentos desclasificados y los mencionó en su libro ‘Secret Weapons: Technology, Science And The Race To Win World War II’ publicado en 2011.

Fuentes de consulta: telegraph / gizmodo / dailymail

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