El oscuro negocio de los cadáveres humanos donados a la ciencia en EEUU

Muchas personas que se encuentran en Estados Unidos en la determinación de su última voluntad y del destino de sus restos mortales consideran o han considerado una opción singular. Y también lo hacen los familiares de personas fallecidas a la hora de decidir lo que harán con el cuerpo de su ser querido. Se trata de donar el cadáver a la ciencia, para que sirva en la enseñanza médica y la investigación científica.

Es una opción que para muchos suena atractiva: donar el cuerpo propio tras la muerte, o el del familiar recién fallecido, para con ello propiciar mayor conocimiento que, posiblemente, ayudará a salvar otras vidas.

La enseñanza y la investigación en medicina requieren de cuerpos y partes humanas para su labor, que es necesaria. Pero eso ha generado que intermediarios operen un mercado de venta de cadáveres que., aunque legal, tiene punzantes problemas éticos en varios sentidos. (Reuters)
La enseñanza y la investigación en medicina requieren de cuerpos y partes humanas para su labor, que es necesaria. Pero eso ha generado que intermediarios operen un mercado de venta de cadáveres que., aunque legal, tiene punzantes problemas éticos en varios sentidos. (Reuters)

Es una decisión altruista que, además, mitiga los considerables costos de entierros o cremaciones, algo especialmente importante cuando el fallecido o sus deudos tienen recursos económicos limitados.

El detalle punzante en todo esto es que, como ha narrado una amplia y notable investigación de los reporteros Brian Grow y John Shiffman de la agencia Reuters, la donación de cadáveres humanos para la investigación científica en EEUU se ha convertido en un gran negocio que opera, en gran medida, a la espalda de las personas que optan por donar su cuerpo o el de su familiar y que con enorme frecuencia simplemente desconocen (y muchas veces no se les informa claramente de ello) que al realizar esa donación le están haciendo ganar miles de dólares a los intermediarios que reciben y procesan esos restos humanos.

Escuelas de medicina, centros de investigación médica y otras entidades vinculadas a la salud requieren un flujo de cuerpos humanos para realizar con ellos enseñanza e investigación. La principal fuente de ello son los cadáveres donados altruistamente en beneficio de la ciencia, pero dada la gran demanda por cuerpos y partes humanas han surgido desde hace algunos años entidades que se encargan de presentar y convencer a personas y deudos de decidir donar su cuerpo o el de su familiar y que, tras obtenerlo, lo venden, por lo general en partes, a quienes lo requieren para realizar investigaciones y enseñanza médica.

Al hacerlo, ganan una cuantiosa cantidad de dinero. De acuerdo a Reuters, los cadáveres completos o en partes suelen ser vendidos por varios miles de dólares: de 3.000 a 5.000 dólares (y a veces hasta 10.000) por un cuerpo entero, o 300 dólares por una espina dorsal, 500 dólares por una cabeza, 750 dólares por un cerebro o 3.575 dólares por un torso con piernas. Y, en realidad, como se indica en esa investigación, los precios se definen por la oferta y la demanda y en esas transacciones no parece ser de gran importancia la voluntad altruista del donador.

Las compañías que comercializan los cuerpos donados hacen, con frecuencia, intensa campaña en hospitales, funerarias, hospicios y casas de ancianos, especialmente entre personas de recursos medios y bajos, y les presentan la opción de la donación del cadáver a la ciencia, a veces la persona decide donarlo mientras aún está con vida y a veces son los familiares del fallecido.

Se les dice, por ejemplo, que la donación del cuerpo reducirá los costos de entierro, cremación y demás, que pueden ser de varios miles de dólares y a veces se convierten en un severo problema para las familias. Y se les ofrece incluso que una vez terminado el uso el cadáver o sus partes se procederá a su cremación y se les enviarán de vuelta las cenizas a los familiares, sin ningún costo adicional.

Ello atrae a personas que no quieren o no pueden pagar altos costos funerarios, pero en realidad, de acuerdo a la citada investigación, la principal motivación es la donación altruista, la noción de que el cuerpo servirá para un fin noble, para salvar o mejorar vidas.

Eso ciertamente sucede en mayor o menor medida, pero los donadores por lo general no están conscientes de que son la parte no remunerada de un negocio multimillonario que se abastece de sus sentimientos altruistas o de sus decisiones de ahorros económicos. Y escuelas de medicina afirman que con frecuencia son superados en sus labores de obtener cuerpos donados por esas empresas intermediarias, y por ello sufren con frecuencia escasez de elementos para la enseñanza médica. Un fenómeno que es, en buena medida, contrario al ideal de brindar el cuerpo a la ciencia que los donadores cultivan al tomar su decisión.

Afuera de esta casa funeraria en Nevada fue detectada una persona descongelando con una manguera un torso humano,originalmente donado para investigación científica, que esa compañía en vinculación con una empresa dedicada a la distribución de partes humanas para investigación científica se disponían a vender. (Reuters)
Afuera de esta casa funeraria en Nevada fue detectada una persona descongelando con una manguera un torso humano, originalmente donado para investigación científica, que esa compañía en vinculación con una empresa dedicada a la distribución de partes humanas para investigación científica se disponían a vender. (Reuters)

Como relata Reuters, el afán comercial en este mercado de cuerpos y partes humanas se ejemplifica en que una de las empresas más importantes del sector, y pionera en la mercadotecnia y venta de estos servicios, planteaba un esquema inspirado en las premisas de McDonald’s para ofrecer la misma calidad de sus “productos y servicios” (es decir, cadáveres y pedazos de cadáveres, además de la mercadotecnia para obtenerlos de donadores y distribuirlos a clientes).

Al momento de ser adquirida por un fondo de inversión, Science Care incluyó como uno de sus máximos activos 100.000 declaraciones firmadas de personas que aceptaron donarle sus cuerpos después de su fallecimiento.

Pero muchos dirán que no es lo mismo una hamburguesa que una cabeza humana y que plantear una actividad comercial en esos términos, aunque optimice sus operaciones y ganancias, suena chocante y puede ser un agravio para donadores y sus familias.

El mercado es tan jugoso que Science Care indicó en un reporte reciente ingresos anuales por 27.000 millones de dólares y en 2016 recibió 5.000 cuerpos de donantes. Entre 2011 y 2015 habría recibido, indica Reuters, al menos 17.000 cadáveres y, con ellos, comercializó (vía venta o alquiler) 51.500 partes humanas.

Los familiares de los donantes, en cambio, no reciben nada de ese dinero y muchos fallecidos se retorcerían en sus tumbas, si las tuvieran, al saber que la donación altruista de sí mismos le está llenando los bolsillos de empresas y corporaciones.

Con todo, no hay en sí nada ilegal en el comercio de cadáveres y partes humanas para investigación y enseñanza médica, aunque solo en algunos estados esa actividad se encuentra regulada de modo estricto. En contraste, la venta de órganos para trasplantes sí es contra la ley.

Eso ha dado pie a circunstancias escandalosas, que contrastan severamente con la noción altruista y romántica de la donación de cuerpos en aras de la ciencia.

Por ejemplo, Reuters narra un caso perturbador. En un vecindario de Nevada, en el otoño de 2015, algunos vecinos comenzaron a percibir un extraño hedor en el ambiente y vieron que en un contenedor de basura había cajas ensangrentadas. Cuando inspectores de salud llegaron al sitio para investigar, encontraron a un hombre en un patio con un torso humano congelado y una manguera con agua en la otra. El sujeto estaba preparando el torso para su venta, y al hacerlo, los pedazos de tejido y sangre eran arrastrados por el agua hacia la calle. En ese lugar operaba una empresa proveedora de esas partes humanas en asociación con una casa funeraria que estaban, ambas, con problemas financieros.

Nada que ver con lo que el donador o su familia habrían imaginado que sucedería con su aporte altruista. Y sería además una violación de la dignidad del fallecido.

Un cerebro humano es útil para investigación y enseñanza médica, lo que aporta beneficios científicos y ayuda a pacientes. Un cerebro 'donado a la ciencia' contodo puede ser vendido por cientos de dólares en EEUU. (Archivo Yahoo)
Un cerebro humano es útil para investigación y enseñanza médica, lo que aporta beneficios científicos y ayuda a pacientes. Un cerebro ‘donado a la ciencia’ contodo puede ser vendido por cientos de dólares en EEUU. (Archivo Yahoo)

Otro caso documentado por Reuters implicó identificar qué tan fácil es comprar partes humanas. Un reportero contactó a varias empresas proveedoras de partes donadas para decir que estaba interesado. Algunas no respondieron pero una, Restore Life USA, sí lo hizo. Fue necesario solo responder unas cuantas preguntas y respuestas vía email y el reportero logró adquirir una espina dorsal por 300 dólares.

En realidad, el reportero de Reuters solo hizo la transacción, pues cuando le llegó la parte humana (enviada por un servicio de paquetería) inmediatamente expertos de la Escuela de Medicina de la Universidad de Minnesota se hicieron cargo. Indagaciones posteriores les permitieron identificar el nombre de la persona fallecida a la que perteneció esa parte y lo verificaron con exámenes de ADN a sus familiares.

Resultó que la familia de la persona, el joven Cody Saunders que murió a los 24 años en 2016, no tenía idea de que su cuerpo iba a ser sujeto de comercialización. Los padres del joven, ante la falta de dinero para pagar por un entierro o una cremación, optaron por donarlo para beneficio de la ciencia. Y aunque la venta de esa espina dorsal fue legal, no se les explicó a los padres del donante que el cuerpo de su familiar podría ser desmembrado.

Un caso aún más estremecedor fue el de una persona arrestada y acusada de desmembrar cuerpos donados con una sierra eléctrica y rentar a médicos partes humanas infectadas de VIH. Aunque al final el responsable fue detenido, las autoridades le dejaron actuar por varios años, con todo y que identificaron actividades extrañas, como cruzar la frontera desde Canadá con 10 cabezas humanas.

Otro tremendo caso que mostró el grado de desapego a la dignidad de los fallecidos fue el de los restos de una anciana, Doris Stauffer, que fueron donados con la esperanza de que ayudaran a la investigación contra el Alzheimer, y que acabaron vendidos al Ejército de EEUU que los usó para medir los daños causados por explosivos. Los familiares de Stauffer nunca supieron de ello hasta que le fue comunicado por el reportero de Reuters. La desolación que saberlo les provocó fue amarga y ruda.

El muy amplio reportaje de Reuters amerita una lectura detallada. En él, al final, se ofrecen recomendaciones y respuestas en torno al fenómeno de donación de cadáveres que ilustran más sobre esta actividad. Y revelan que, en muchos casos, más que descansar en paz o promover el avance científico, muchos cuerpos humanos y sus partes acaban convirtiéndose en gran riqueza para un sector de intermediarios. Aunque legal, se trata de un comercio con elementos éticamente reprochables, que da la espalda con frecuencia a los deseos y expectativas de los donadores y sus familias, y que convendría regular mejor.

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