El inútil y vergonzoso debate por la presidencia de México: una burla a la inteligencia de los electores

Foto: El Universal
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El primero de tres debates se llevó a cabo en las instalaciones del Instituto Nacional Electoral (INE). A los candidatos Claudia Sheinbaum, Xóchitl Gálvez y Jorge Álvarez Máynez, los moderadores, Denise Maerker y Manuel López San Martín les plantearon tres grandes temas: Educación, Salud; Transparencia, Combate a la Corrupción; Violencia contra las Mujeres, Discriminación y Grupos Vulnerables y les solicitaron respuestas a las preguntas enviadas por los ciudadanos. El evento transcurrió en una hora con 54 minutos.

Los debates fueron creados para que los aspirantes al poder, que buscan el voto popular, presenten a los ciudadanos sus propuestas para resolver los problemas que afectan a la sociedad. Lo visto ayer por casi dos horas fue una serie de insultos, acusaciones, datos de dudosa veracidad, comentarios fuera de tema, no respuestas a las preguntas de los conductores, fallas en la producción, como un reloj que no marcó el tiempo, actitudes a la defensiva, gestos de nerviosismo, una gran sonrisa falsa y sostenida y más de lo que todos sabemos. No hubo novedad sustantiva.

Le decimos debate porque de alguna manera hay que decirle, pero en realidad no lo fue. Los tres participantes repitieron lo que han dicho por meses. Los temas propuestos eran propicios para que expusieran a los ciudadanos el cómo resolver los problemas que afectan a la sociedad.

Nada sobre cómo hacer que la educación sea un vehículo de movilidad social. No bastan las becas, tampoco las tablets. El sistema nacional de salud retrocedió en el sexenio. Ninguna propuesta para recuperar lo anterior y mejorar. Cientos de miles murieron en seis años. La infraestructura es insuficiente, las medicinas escasas y médicos y enfermeras trabajan en condiciones precarias.

Las expectativas no se cumplieron en el primer debate presidencial. No hubo propuestas específicas sobre cómo hacer que la administración pública sea Transparente y para hacer eficaz el Combate a la Corrupción, temas utilizados por López Obrador para llegar al poder y que, en el ocaso de su gobierno, son un fracaso, como muestra la opacidad en el manejo de los recursos públicos y las diversas filtraciones de corrupción al interior de su círculo próximo. No es solución crear más burocracia para combatir la corrupción, es insuficiente darle “dientes” al IFAI. Ni una frase sobre hacer que se cumpla le ley.

Los problemas sociales que afectan a millones en México no son menores, tampoco son recientes, vienen de muy atrás, siglos, la expectativa es que el gobierno federal, al frente del Estado, emprenda una campaña, permanente, simultánea, en muchos frentes, para generar los cambios culturales que aporten el valor de la tolerancia que conduzca al fin de la Violencia contra las Mujeres, Discriminación y Grupos Vulnerables. En el debate no hubo propuestas específicas. Si hubo reproches y acusaciones. Se esperaba más de las tres personas que quieren el poder.

Asistimos a un espectáculo, que no debate, cuyo resultado fue el desperdicio del tiempo de los ciudadanos que esperaban propuestas y no las encontraron. Por momentos las preguntas ciudadanas fueron más interesantes que las respuestas que o no llegaron o fueron insuficientes. Casi dos horas en las que los candidatos jugaron a atacar y defenderse. Tiempo que utilizaron para autoafirmarse como la mejor opción hacia la presidencia. La percepción, en el mejor de los casos, es que se trata del menos peor.

Además de extenso, el espectáculo fue aburrido por lo repetitivo y predecible de las intervenciones. Para el recuerdo popular la acusación de corrupción para Xóchitl Gálvez y voltear de cabeza el escudo nacional en su intervención final. Sobre Claudia Sheinbaum el calificativo “dama de hielo”. Así serán recordadas en los próximos días y en el futuro. Los demás quedará en el olvido porque solo se recuerda lo novedoso.

El esfuerzo del INE por posicionarse como el árbitro electoral, en el contexto de ataques que por años ha recibido de López Obrador, en el mejor de los casos fue mediocre. Su herradura de la democracia, convertida en estudio de televisión fracasó cuando el reloj falló al cronometrar la duración de las intervenciones. Pifió la producción y en consecuencia los conductores tuvieron que improvisar y tratar de resolver lo que no estaba en sus manos. La improvisación les pasó la factura del fracaso. No hubo supervisión o fue insuficiente. La percepción final fue que se trató de una tomadura de pelo, una pérdida de tiempo y recursos.

La propaganda continua. Cada candidato salió a decir que ganó el “Debate”. En los días siguientes utilizaran las fallas del adversario para exhibirlo como inepto, mentiroso y manipulador. Para cargarlo con contenidos negativos. Es previsible.

El segundo debate presidencial será en tres semanas. Las expectativas ciudadanas se mantendrán. Es posible que sea ajustado. El INE seguirá aprendiendo, probará que los relojes cronometren bien. Continuará trabajando para demostrar que es el árbitro y que no será posible llevar a cabo un “golpe de Estado técnico”. Ya anunció que el conteo de los sufragios será manual “Voto por voto, casilla por casilla”. Aunque alguien diga al final que los ciudadanos no son confiables.

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