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El inmenso costo económico y social del golpe de una megatormenta solar

En 1859 una inmensa tormenta solar azotó la Tierra y provocó una enorme alteración electromagnética en el planeta. El choque de ingentes cantidades de plasma solar contra el campo magnético y la atmósfera terrestre provocó, por ejemplo, que luminosas auroras fueran vistas tan al sur como México, Cuba e incluso Colombia.

Pero ese bello e inusitado fenómeno era solo una parte de los efectos de esa tormenta. Los sistemas de telégrafo en Europa y Norteamérica, se cuenta, dejaron de funcionar e incluso produjeron choques eléctricos a sus operadores.

Las auroras boreales (y australes) son causadas por el choque de partículas solares con el cinturón magnético de la Tierra. (Reuters)
Las auroras boreales (y australes) son causadas por el choque de partículas solares con el cinturón magnético de la Tierra. (Reuters)

Si un fenómeno así se registrara en la actualidad, en cambio, el saldo podría ser mucho más severo pues la sociedad contemporánea depende en una proporción abrumadora en sistemas tecnológicos que dependen de la electricidad y de sistemas de energía que son susceptibles a fallar o a dañarse por la radiación de una mega tormenta solar.

En 1859 la tormenta solar iluminó los cielos del mundo con maravillosas auroras. Si eso sucediese hoy el cielo ciertamente brillaría con maravillosos colores, pero abajo, en la tierra, sería escenario de apagones masivos y caos por la falla de todo aquello que consume electricidad.

Así, de acuerdo al portal Gizmodo, una investigación calculó que si se registrara en la actualidad una tormenta solar como la de 1859 la red eléctrica del país podría colapsarse y el costo de la afectación causada por ella podría ascender a 40.000 millones de dólares al día tan sólo en Estados Unidos, y eso solo considerando las pérdidas económicas causadas por, es de suponer, la paralización de los sistemas tecnológicos de lo que depende la vida contemporánea.

Como comenta Vocativ, el caos que podría surgir en ciudades, en multitud de naciones, súbitamente inhabilitadas para funcionar por la falta de energía sería incluso más grave y preocupante que las pérdidas económicas de un evento así.

Las redes eléctricas son vulnerables a la radiación electromagnética de las grandes tormentas solares. (Mashable Tech)
Las redes eléctricas son vulnerables a la radiación electromagnética de las grandes tormentas solares. (Mashable Tech)

En 2012, por ejemplo, se registró una tormenta solar de una magnitud similar a la de 1859, pero en esa ocasión el plasma eyectado por el sol irradió hacia una zona diferente del espacio y no tocó la tierra. En 1989 una tormenta solar severa, pero al parecer menor que la de las dos primeras fechas, causó un gran fallo del sistema eléctrico en Canadá que duró 9 horas, según Gizmodo. Y en 2003, por solo mencionar otro caso, tormentas solares azotaron la tierra y afectaron sistemas de satélites y de comunicación.

Como en el caso de otros fenómenos naturales, aunque el fenómeno del llamado ‘clima solar’ es cada vez más estudiado, no hay manera de evitar el azote de una tormenta solar y es posible que tampoco pueda identificarse la inminencia de un fenómeno mayor que afecte la Tierra hasta poco tiempo antes de que suceda.

Por otro lado, en realidad el planeta es continuamente bombardeado por emisiones solares, la mayoría de reducido o moderado efecto, pero en ocasiones de considerable magnitud. Y es de suponer que tarde o temprano, como en 1859 y 1989, y como también habría sucedido en varios momentos de la historia, se desatará sobre la tierra una tormenta solar sustantiva con daños potencialmente severos y quizá catastróficos. Y no es claro, en realidad, cuál es la capacidad de reacción que las autoridades tienen para tomar acciones para prevenir daños mayores como, por ejemplo, apagar los transformadores de la red eléctrica para que no sean afectados por la tormenta y encenderlos de nuevo cuando ésta haya pasado, mientras se gestiona y controla la situación ante el apagón controlado subsiguiente.

Así, el proyecto Solar Shield de la NASA está enfocado justamente en estudiar y tratar de pronosticar las tormentas solares para trabajar con las compañías eléctricas y otras industrias sensibles para evitar daños mayores en sus equipos.

Una aurora boreal vista desde el espacio. (AP/NASA)
Una aurora boreal vista desde el espacio. (AP/NASA)

Sea como sea, para el ciudadano común lo único que queda es prepararse, como ante otros fenómenos naturales de potencial destructivo, y contar con un plan de reacción para la familia y un ‘kit de emergencia’ compuesto de elementos básicos de supervivencia: agua, alimentos, medicamentos, abrigo, utensilios y provisiones clave, como baterías, y dinero en efectivo.

Y, claro está, es de desear que el sol brille radiante cada día sin desbocarse ni freír sistemas y sociedades.

Sigue a Jesús Del Toro en Twitter: @JesusDelToro