El infierno que desató AMLO por un número telefónico y abrió la puerta a la nueva guerra sucia en México

Amdrés Manuel López Obrador, presidente de México | Foto: ULISES RUIZ/AFP via Getty Images
Amdrés Manuel López Obrador, presidente de México | Foto: ULISES RUIZ/AFP via Getty Images

Tres periodistas publicaron, en febrero, contenidos relacionados con las presuntas fuentes de financiamiento en las campañas de 2006 y 2018, de Andrés Manuel López Obrador. Coincidieron en que, a través de colaboradores de su confianza, habría recibido el financiamiento millonario de la delincuencia organizada, a cambio de beneficios que obtendrían, en caso de llegar al poder.

La reportera Anabel Hernández reveló, por medio de DW, que el Cártel de Sinaloa aportó 2 millones de dólares para la campaña de 2006. Tim Golden, a través de ProPública, publicó datos sobre una investigación, cancelada, de la DEA que revelaba cómo narcotraficantes de Sinaloa le habrían entregado 2 millones de dólares a colaboradores cercanos a López Obrador. Los reporteros de The New York Times Alan Feuer y Natalie Kitroeff, la semana pasada se disponían a publicar una investigación, anulada, realizada por la DEA, relacionada con la presunta entrega de millones de dólares del narcotráfico para la campaña de 2018, que llevó a López Obrador a la presidencia.

Aunque el reportaje de Alan Feuer y Natalie Kitroeff informaba que las investigaciones de la DEA no encontraron conexiones que relacionaran al “presidente en sí y organizaciones delictivas” López Obrador interpretó que esta publicación y las anteriores integraban una campaña para desprestigiar a su gobierno. Consecuente con su forma de ser y práctica de defensa, insultó al The New York Times llamándolo “pasquín inmundo”. Expuso el cuestionario que le había enviado y lo respondió en tono de burla. Leyó y exhibió en la mañanera el número de teléfono de la reportera Natalie Kitroeff.

Al día siguiente, en la mañanera, Jessica Zermeño, corresponsal de Univisión, cuestionó a López Obrador sobre la violación a las leyes sobre protección de datos en que incurrió y puso en peligro la seguridad de la periodista Natalie Kitroeff, al divulgar su número telefónico privado.

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La respuesta del presidente a la periodista fue dada desde la soberbia: “Mi dignidad y mi autoridad moral como presidente están por encima de esa ley”. El intercambio de preguntas y respuestas se extendió. Al final López Obrador recomendó que si la periodista se siente en peligro “que cambie su teléfono, que cambie su número”.

La relación de López Obrador con la prensa que critica sus actos de gobierno no ha sido tersa. Los ejemplos de ataque a medios y periodistas son muchos. Con los medios de Estados Unidos la relación ha sido diferente, aunque este episodio significa una ruptura por la respuesta beligerante de López Obrador, atacando al NYT y denostando a la Estatua de la Libertad, uno de los símbolos patrios más apreciados por el pueblo de los Estados Unidos. No es de extrañar, es parte de su estilo, atacar como estrategia de defensa.

La pregunta pertinente es ¿porque en este momento de disputa por el poder en México se cuestiona a López Obrador? El periodismo de investigación se nutre de la sospecha y los hechos en su gobierno apuntan hacia esa duda de relación con el crimen organizado.

Empieza con la política de abrazos no balazos. Sigue la liberación de Ovidio Guzmán, sus frecuentes visitas a Badiraguato y el saludo a la madre de El Chapo Guzmán, las expresiones respetuosas que observa al referirse a los grupos criminales, la equivocada narrativa sobre la seguridad y la violencia que su gobierno niega, pero la realidad exhibe, el creciente empoderamiento del crimen organizado y su reto cada vez más recurrente a las fuerzas armadas y demás.

Estos son los hechos que despiertan la curiosidad de la prensa de Estados Unidos que saben que su gobierno, la DEA, realizó investigaciones sobre López Obrador, que están suspendidas en función de sus intereses y en espera de otros tiempos.

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La acción de López Obrador tuvo la reacción de sus adversarios. Si el presidente viola la ley al revelar el teléfono de una periodista, por qué no divulgar en redes sociales el número de algunas figuras públicas como las candidatas presidenciales Claudia Sheinbaum y Xóchitl Gálvez, el vocero de presidencia Jesús Ramírez y el hijo del presidente José Ramón López Beltrán, entre otros.

El mensaje de López Obrador de ponerse por encima de la ley implica que no hay ley, que volvió a mandar al diablo a las instituciones, empezando por la Constitución y su reproche de “no me vengan con que la Ley es la Ley”. En el contexto de la sucesión presidencial, donde interviene diariamente, abrió la puerta para la guerra sucia en la disputa por el poder.

La publicación de los datos de la periodista Natalie Kitroeff tuvo efectos internacionales. La Casa Blanca no estuvo de acuerdo. La ONU recordó a López Obrador que debe respetar la privacidad de los periodistas y YouTube eliminó el video en el que divulgó su número de teléfono, lo que AMLO interpretó como un acto de censura, como si fuera víctima, cuando en realidad es la regla.

Si el que juró respetar la ley no lo cumple, que se puede esperar de los demás. Insiste en despertar al México Bronco. Hasta que llegue el que lo amarre.

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