El fraude de una secta polígama fundamentalista con los cupones de comida en EEUU

Las actividades de la Iglesia Fundamentalista de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, una vertiente que se separó de la iglesia mormona a comienzos del siglo XX principalmente por la negativa de sus miembros a abandonar la poligamia, han sido controversiales desde sus inicios.

Además del hecho de practicar la poligamia -lo que es ilegal en Estados Unidos–, a los miembros de esa secta se les ha acusado y/o sentenciado anteriormente, por ejemplo, por cargos de abuso sexual de menores, de poner a niños a trabajar en condiciones laborales opresivas, de discriminación contra personas que no practican su credo.

El líder de ese grupo, que se describe como ‘profeta’, Warren Jeffs, purga desde 2011 una cadena perpetua por violación de dos menores de edad.

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Habitantes de Colorado City, ciudad donde vive gran parte de los fieles de la iglesia fundamentalista mormona, asociada a la poligamia. (AP)

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Pero las prácticas irregulares y los problemas legales de esa Iglesia no cesan: Lyle Jeffs, hermano del ‘profeta’ encarcelado y actual líder de la secta, su también hermano Seth Jeffs y otros 10 individuos han sido acusados formalmente de fraude con recursos del programa de asistencia alimentaria SNAP (conocido como cupones de comida), de acuerdo al periódico The Salt Lake Tribune.

Las personas afiliadas a esa iglesia, unos 10,000 según estimaciones, viven mayoritariamente en los remotos pueblos vecinos de Hildale, sur de Utah, y Colorado City, norte de Arizona, un área conocida como ‘Short Creek’. Allí, de acuerdo a la acusación, un alto porcentaje de la población subsiste con ayuda de fondos del programa SNAP, pero los beneficiarios de esos recursos –que sumarían millones de dólares– en lugar de usarlos de modo individual para comprar productos básicos en tiendas, como es lo usual, los entregaban a los líderes de la iglesia para supuestamente ser repartidos de modo comunitario y sólo a través de la propia secta.

Para las autoridades esa operación constituye un fraude y lavado de dinero en el que unos pocos se habrían apoderado de los beneficios de muchos –ayudas destinadas para asistir a los más pobres– y con ellos comprado otros bienes improcedentes, como tractores y camionetas, de acuerdo al portal Vice News.

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Lyle Jeffs, uno de los líderes de la secta fundamentalista mormona acusados de fraude y lavado de dinero con fondos del programa de ayuda alimentaria. (AP)

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El fraude del que se acusa a los líderes fundamentalistas mormones consiste, de acuerdo a las autoridades, en que los beneficiarios de tarjetas de débito SNAP ´gastaban’ ese dinero en tiendas montadas por la propia secta, pero no recibían producto alguno a cambio. Ese dinero pasaba entonces a manos del liderazgo de la iglesia y era gastado en otras cosas, por ejemplo 30,000 dólares en la compra de un camión Ford F-350, 13,500 dólares en un tractor John Deer y 17,000 dólares en productos de papel.

Lyle Jeffs y otro acusado se han declarado ya inocentes ante una corte, y si son hallados culpables podrían pasar hasta 25 años tras las rejas. Pero más allá del caso específico, la presión legal sobre las finanzas de esta secta, implícita en la acusación contra sus líderes en este caso, podría tener efectos a mayor escala pues el control económico de sus líderes sobre sus fieles (y sobre todo sobre las mujeres que son sujetas de los matrimonios poligámicos) es una parte central de su estructura y su dominación.

El propio Warren Jeffs incluso habría dicho que las acusaciones y posible encarcelamiento de sus hermanos Lyle y Seth implicaría crear un vacío de liderazgo en la secta, que ha sido controlada por su familia durante años, de acuerdo a The Salt Lake Tribune.

Pero otros señalan que el propio Warren Jeffs, incluso desde la cárcel, aún mantiene cierto poder y control sobre lo que pasa en ‘Short Creek’.

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Oficiales de policía practican búsquedas en propiedades en Hildale, Utah, en conexión con los cargos contra líderes fundamentalistas mormones. (AP)

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Con todo, estas acusaciones y el desmantelamiento de buena parte de su liderazgo no significa que ésta vaya a desaparecer, pero si es un nuevo golpe a una secta que se ha mostrado fosilizada en el tiempo, obstinada en perpetuar prácticas ilegales o abusivas y que, bajo el argumento de la libertad religiosa, en ocasiones comete delitos e irregularidades que han sido perseguidas por las autoridades.

Por lo pronto, el fiscal del caso ha pedido al juez que lleva el proceso que se les niegue la fianza a los líderes de esa secta, por el temor de que podrían huir gracias a una red de casas que la secta tendría en Norte y Sudamérica.

Y es claro que, además de estas acusaciones específicas, las autoridades le seguirán la pista a la secta, para hacer valer las leyes, sobre todo aquellas contra los abusos contra mujeres y niños que, para según detractores, son pan de todos los días en las comunidades de esos mormones fundamentalistas.