Dio a luz a gemelos, pero los bebés no eran suyos: el escándalo de la clínica de Los Ángeles que implantó embriones ajenos a sus pacientes

El anhelo de tener descendencia es inmenso y muchos, imposibilitados de procrear por las vías regulares, recurren a las técnicas de reproducción asistida –sobre todo la fertilización in vitro- para convertirse en madres y padres y crear la anhelada familia.

Las clínicas de fertilización in vitro en Estados Unidos tienen, así, una numerosa y variada clientela y, tras cobrar abultadas sumas, ofrecen esperanza y posibilidad de procreación a personas individuales y parejas. No todas lo logran pero muchas sí. Y, en ciertos casos de modos inesperados, escandalosos y perturbadores.

Eso es lo que ha acontecido en la clínica CHA Fertility Center, en Los Ángeles, con al menos dos severos casos de manejos impropios y posiblemente negligentes de embriones humanos.

Un médico muestra imágenes de un células reproductivas luego de un procedimiento de inseminación artificial. (AFP/Getty Images)
Un médico muestra imágenes de un células reproductivas luego de un procedimiento de inseminación artificial. (AFP/Getty Images)

De acuerdo al relato de The Washington Post, una pareja de Nueva York, ambos de ascendencia asiática, se enteraron de los servicios de CHA Fertility Center a finales de 2017 y se interesaron en ellos, pues desde su matrimonio en 2012 habían tratado de tener hijos sin éxito. Ese centro era publicitado como una “Meca de la fertilidad” y la pareja decidió acudir allí en enero de 2018 para someterse a un tratamiento. La mujer, solo identificada con las iniciales AP, se sometió al régimen necesario para la producción de óvulos y, tiempo después, regresó a la clínica para su extracción y fertilización con esperma de su esposo, identificado con las iniciales YZ.

Todo ello, de acuerdo al Post, que cita una demanda presentada por la pareja contra esa clínica, les costó más de 100,000 dólares.

Al principio todo lucía muy auspicioso: tras realizar el procedimiento de fertilización in vitro, la clínica identificó cinco embriones genéticamente viables, que fueron congelados, como es usual, en espera de ser colocados en el útero de su madre. AP se preparó para ello y en el verano de 2018 volvió a CHA Fertility Center para la implantación. El primer intento, con un embrión femenino, fue infructuoso y un mes después hicieron un nuevo intento, esta vez colocando dos embriones femeninos en el vientre de AP.

Para su alegría, el embarazo fue exitoso y comenzó la gestación. AP y TZ iban a tener finalmente una familia con dos hijas gemelas. Pero unos meses después comenzarían a realizar revelaciones perturbadoras.

En tanto, como también narró The Washington Post, Anni y Ashot Manukyan, de Glendale, California, recurrieron años atrás a CHA Fertility Center en su afán de tener familia. Lograron producir en 2011 tres embriones que quedaron bajo la custodia de esa empresa en tanto ellos decidían al respecto.

Uno de ellos le fue implantado a Anni y ella dio a luz a una niña. Luego, en 2018, optaron por la implantación de otro de los embriones congelados restantes, sin que éste lograra desarrollarse en un embarazo. Trataron con el último embrión también infructuosamente, y Anni sufrió complicaciones durante el tratamiento.

La pareja había pagado más de 120,000 dólares por todo ello y al final debieron aceptar que no iban a poder tener otro bebé. Entonces, recibieron una llamada de la clínica para practicarse un examen “de rutina” y fue entonces cuando, para su pasmo, se enteraron que uno de sus embriones le fue colocado a otra mujer, residente en Nueva York, que había dado ya a luz a su bebé.

Cuando los Manukyan supieron de ello determinaron demandar a CHA Fertility Center por el “robo” de su hijo. Y también cayeron en cuenta que a Anni, cuando se sometió a implantes de embriones para tratar de embarazarse, se le implantó al menos en una ocasión el embrión de otra pareja.

Sistemas de vitrificación de embriones usados para procesos de reproducción asistida. (BSIP/Universal Images Group/Getty Images)
Sistemas de vitrificación de embriones usados para procesos de reproducción asistida. (BSIP/Universal Images Group/Getty Images)

En tanto AP y TZ también decidieron demandar a esa clínica. Al someterse AP a exámenes de ultrasonido a los tres y cinco meses de embarazo, los médicos le dijeron que en realidad esperaban dos gemelos varones, no dos mujeres. Eso sorprendió a la pareja pues de los cinco embriones que tenían solo uno era masculino. La posibilidad de que el ultrasonido fuera inexacto existía, pero cuando ella dio a luz en marzo pasado tuvo, en efecto, dos varones. Ninguno de ellos era, como sus padres, de raza asiática.

Y cuando les hicieron pruebas genéticas a los bebés se comprobó que AP y TZ no eran sus padres y que, por añadidura, ambos niños tampoco tenían parentesco entre sí.

Es decir, el embrión de los Manukyan le fue implantado a otra mujer y alguien más, para su desesperación, se quedó con su hijo. Y a AP le implantaron también embriones ajenos y la pareja tuvo que ceder con dolor la custodia de ambos bebés, que ella gestó en su vientre, al no ser sus hijos biológicos. Lo que pasó con los embriones originales de la pareja también quedó en incógnita, para pesar añadido de la pareja.

Ambas parejas han demandado, por separado, a CHA Fertility Center, pero las acusaciones son similares: en el plano civil ambas acusan a la clínica de negligencia médica y de haberles provocado severo y duradero sufrimiento físico y emocional, por lo que exigen una compensación económica.

Los Manukyan, además, presentaron una acusación penal, basada en la ley de California, por el cargo de haber utilizado un embrión para fines diferentes a los autorizados (es decir, no para colocarse en una tercera persona sino únicamente en la madre biológica). Ese cargo, de ser validado en corte, conlleva de tres a cinco años de cárcel y hasta 50,000 dólares en multas, de acuerdo al Post.

CHA Fertility Center, de acuerdo al Post, no ha respondido a las peticiones de una declaración.

Por lo pronto, ambas parejas han luchado por la custodia de sus respectivos hijos. AP y TZ por la de los gemelos que, aunque no son sus hijos biológicos, los ven ya como propios al haber vivido AP todo el proceso de gestación. Y los Manukyan han podido ya encontrarse con su bebé cuando éste tenía unas seis semanas.

La custodia de los bebés en ambos casos ha sido también un asunto difícil y todo ello, para los padres y madres biológicos y los que tuvieron hijos “ajenos”, ha sido una fuente de dolor y consternación adicional.

Y la noción de que embriones humanos puedan ser sometidos a confusiones, malos manejos y prácticas negligentes es punzante, por lo que el resultado de ambas demandas podría, además de hacer justicia, propiciar mejores regulaciones y controles en general para prevenir nuevas situaciones como las que han sufrido AP, TZ y los Manukyan.