El día en que una estrella pop puso en aprietos a un político mexicano
Cada vez se tiene más la certeza de que esas estadísticas que ponen a México como una potencia en la manufactura de autos y producción de aguacates no son nada en comparación con la gran cantidad de guiones de telenovela que surgen a diario como casos de la vida real. En eso no hay duda, no hay quien se nos ponga enfrente.
Cuando no es una casa comprada por la esposa del presidente con el sudor de su frente, es una actriz involucrada con un capo de la mafia; pero como los récords están hechos para romperse, alguien tenía que sacar una historia donde un político se viera en el ojo del huracán con una estrella pop de por medio y por qué no, ya de una vez un jefe de Estado que además es también Papa.
Improbable, pero pasó. Es por eso que Silvano Aureoles Conejo, el gobernador de Michoacán, ese lugar conocido de forma internacional como Carteland, está que no se aguanta con las críticas y cuestionamientos sobre el uso de recursos públicos para mantener la seguridad de una princesa, todo durante la pasada visita del Papa Francisco a México, y más en específico, a la entidad que administra.
Todo empezó por una simple foto (y la maldita manía de publicarla) donde se aprecia a la Belinda, una cantante amante del exhibicionismo moderno en su modalidad del selfie, descendiendo de un helicóptero oficial que a juzgar por fechas y atuendos, fue el mismo día en que el pontífice recibió una dosis de cursilería y espectáculo kitsch desde que amaneció y hasta que el sol se puso.
A partir de ahí se levantó una ola de críticas hacia Silvano Aureoles para que explicara por qué ese trato preferencial siendo que una gran cantidad de su población no goza de esos privilegios, tanto así, que prefieren emigrar (a pie, no en helicóptero) a Estados Unidos.
Lo curioso del caso es que por días el gobernador prefirió darle la vuelta al tema y esquivar los dardos que lo señalaban, hasta que le cedió la palabra a su vocera oficial, es decir, a Belinda, quien en tono fresa ‘aclaró’ que a ella ni le pagaron nada y se desplazó por sus propios medios para ver al Papa, además de que no fue la única en treparse a la aeronave, misma que estaba ahí no por su presencia, sino por cuestiones de seguridad (del Papa, pensamos).
En otras palabras, ella es tan, pero tan etérea (por sus fotos podemos aventurar que está a un grado de serlo) que flota por ella misma y que el viaje en helicóptero fue pura casualidad, una casualidad de escasos dos minutos donde vio burro y agarró viaje.
En fin, que esto podría ser un chisme y nada más, sino fuera por el nimio detalle destapado por el periódico El Universal, que señala que eso de armar escándalos por helicópteros va siendo algo crónico en ese lugar, pues el gobierno de Silvano Aureoles suscribió a principios de año contratos para arrendamiento de tres helicópteros ejecutivos (¿a poco hay de otros?) con un costo mensual de 820 mil dólares más Impuesto al Valor Agregado que al tipo de cambio de estos días (¿dónde está Andrea Legarreta cuándo más se le necesita?) dan algo así como 17 millones 568 mil 644 pesos. Todo además, vía adjudicación directa.
Esto es un dato que resulta revelador cuando se pone en perspectiva que justo cuando tomó posesión hace menos de un año, Silvano Aureoles declaró que el estado estaba literalmente en quiebra, por lo que se veía en la penosísima necesidad de implementar una serie de medidas tributarias emergentes como el reemplacamiento vehicular y el aumento de 25% en el costo de todos los trámites públicos estatales. No fuera a ser que un día llegara Belinda y requiriera de un helicóptero.
Pero la cosa no paró ahí, porque si bien las críticas no le hacen ni cosquillas a este góber de ‘izquierda’, lo que sí le caló fue que uno de sus correligionarios de partido, el senador del PRD, Miguel Barbosa, le picara la cresta con un par de tuits, donde textualmente dijo: “Me quedo tranquilo, con la explicación, se trata de una más de las aventuras de este enamoradizo gobernador” y “no cambias, la historia empieza, el guión ya está escrito, ya ha sido utilizado”. Algo le sabrá ‘su amigo’.
Fue ahí cuando por fin el señor Conejo, es decir Silvano Aureoles, por fin dio la cara con una declaración que deja claro que no se ayuda ni él mismo, tachando de “frívolo y mezquino” lo dicho en toda esta polémica.
“A mí se me hace muy chiquito (espere, espere, siga leyendo, no se detenga aquí) el alcance de miras de quienes andan perdidos en un tema de si una ciudadana se sacó una foto en una máquina ante un hecho muy significativo mundial (sic). Los envidiosos siempre están a la vuelta de la esquina y la neta, noto una alta carga de envidia, porque los eventos de Michoacán fueron los mejores de todo el país”.
Lo que no alcanza a percibir el góber es que no es lo mismo que una ciudadana se suba a una máquina y se saque una foto a que Belinda se monte en la máquina del gobernador y le tomen una foto. Solo por el nombre de ella y las imágenes donde se les ve sonrientes las cosas toman otro sentido: el del cinismo frecuente de los funcionarios públicos de hacer algo que saben que tarde o temprano los hará quedar mal y aún así se avientan, prefiriendo en este caso el ‘beneficio’ de los retuits y ‘me gusta’ que puede alcanzar una cantante con millones de seguidores con cualquier cosa que ponga en sus redes sociales, incluso si es el gobernador de Michoacán. Porque es mucha casualidad que fuera justo él el que encaminara directamente al Papa Francisco hacia la dama de negro, como si no hubiera más que ese camino.
Diría el maestro Juan Gabriel: ¿pero qué necesidad? Se le olvida a él y a todos los que han pasado por una situación similar, que son de todos los partidos y de todos los niveles de gobierno, que el dinero que percibe y que gasta a discreción viene justamente de la misma gente que ahora lo critica, le guste o no, para su desgracia (y la nuestra).
Por eso mismo, decir que es por envidia que le están sacando estos trapos es como él mismo dice, verse chiquito… de miras. Porque para empezar, cuestión de gustos, lo que se vio en Michoacán no fue justamente El lago de los cisnes ni el Cirque du Soleil y sí en cambio un show de manufactura tan cutre que estamos seguros que si a alguien le pagaron por eso, los estafó vilmente.
Según él, El Vaticano le reconoció haber sido la mejor sede durante la gira papal. ¡Ay parfavaaar! Ni modo que el Papa le dijera lo contrario. Y ni modo que no le dijera lo mismo a los gobernadores de Chiapas, Chihuahua y el Estado de México. Si es el Papa weeeee, le diría Belinda.
Eso sí, lo que aún no se confirma es si el coraje que hizo el Papa en vivo y a todo color (tómala Silvano, de Michoacán para el mundo) fue porque lo jaloneaban como ramo de novia o porque Belinda iba tan, pero tan tapada, que tuvo que gritarle ¡No seas egoísta!. Eso es algo que quizás el mundo jamás sabrá.
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