El boom de la cerveza artesanal llega a Buenos Aires desde la Patagonia

Vendedores de la cervecera Maldita Malta sirven botellas para sus clientes. (M.V)
Vendedores de la cervecera Maldita Malta sirven botellas para sus clientes. (M.V)

Mauro Villanueva – Buenos Aires, Argentina

La Patagonia argentina es conocida por sus encantos: paisajes de montaña únicos, aire puro, lagos cristalinos y mucha tranquilidad. Y por si le faltaba algo, desde hace unos años sumó un nuevo atractivo: se convirtió en la cuna del boom de la cerveza artesanal, una tendencia que llegó hace poco a Buenos Aires, y lo hizo para quedarse.

En el garaje de una casa del sur del país, con algunas ollas, calentadores, un equipo básico de lúpulo y cebada que se consigue por Internet o en locales especializados y algunos termómetros, cualquier aventurero se anima a cocinar y, después de unos 20 días, probar orgullosamente el resultado de su elaboración 100% artesanal.

Y así empezaron, hace ya casi 10 años, algunos de los emprendedores que hoy lideran el rubro artesanal en la Patagonia, con cultivos propios, grandes fabricas y miles de litros semanales, pero siempre respetando el proceso artesanal de elaboración.

Kurüf, Nihilista, Crafter y Owe son sólo algunas de las fábricas artesanales que proveen cerveza a bares, restaurantes y amantes de la buena ‘birra’ en la Patagonia argentina.

Tomando por caso los ejemplos de Neuquén y Cipolletti, en la Patagonia Norte, se contabilizan actualmente más de 25 “fábricas” de cerveza artesanal (sin contar a los cientos de productores hogareños) y alrededor de 90 locales de recarga de growlers, los simpáticos botellones de 1 o 2 litros que sirven de envase. Además, en todos los bares y restaurantes de la zona, las canillas de cerveza tirada cambiaron adornan las barras y están reemplazando lentamente a las heladeras con botellas de cerveza industrial.

De la Patagonia a Buenos Aires

IBU (indicador de amargor), color, lúpulo, cebada y levaduras son hoy conceptos de uso corriente para los miles de fanáticos que hicieron de la amarga bebida un culto y una profesión.

Maldita Malta es un local de recarga de growler instalado en el límite entre los barrios porteños de Recoleta y Palermo. La metodología es simple: compras el botellón por única vez y después lo recargas con la cerveza que más te guste. Tienen siempre unos diez tipos de cervezas en cartel y van rotando semana a semana.

Si bien no son productores de cerveza, los chicos de Maldita Malta son unos de los responsables de traer el boom de la cerveza artesanal desde la Patagonia. Oriundos de Neuquén, instalaron en dos puntos de Capital Federal (están por abrir un tercero) locales de recarga de growlers, con una nueva tecnología que es más rápida y casi no genera desperdicio.

IPA, APA, Pale Ale, Scotisch, Porter, Golden, Honey, Irish o London Bitter. Cervezas a muchas y para todos los gustos. Amargas, suaves, lupuladas o negras. La elección del público va rotando y el cartel también. El dato: cada vez que entras a Maldita Malta, cualquiera de los chicos que atiende te invita a probar una, dos o todas las cervezas para que puedas elegir la que más te guste.

Los Refugios

Clientes en el Refugio Patagonia. (M.V.)
Clientes en el Refugio Patagonia. (M.V.)

No son bares, son “refugios”. Una vez aclarada la situación, todo está listo para pasarla bien. De la multinacional Ab InBev, los Refugios son los puntos de encuentro de amigos, amigas, compañeros de trabajo y todo aquel que quiera disfrutar de las cerveza Patagonia, en sus versiones artesanales.

Están en distintos puntos de Capital Federal y el interior del país, y tienen la particularidad de que no sirven comida. Sólo tienen cerveza artesanal, similares a las que venden en botellas, pero sin conservantes: es 100% artesanal.

Para compensar la picada, los Refugios arman una “carta” con los comercios gastronómicos de la zona y arreglan un delivery. Además, puedes llevarte la comida desde tu casa o comprarla donde quieras, y la llevas para disfrutarla con las cervezas recién tiradas.

El proyecto Refugio Patagonia nació en 2016 en Bariloche y llegó poco después a Buenos Aires. En la ciudad patagónica, el refugio se encuentra en el kilómetro 24.7 del Circuito Chico, juego de números que bautiza a una de las nuevas cervezas de la firma.

El público que llega al Refugio a tomar una cerveza es joven, de entre 20 y 28 años, principalmente en “after hour”. El lugar se presta para compartir mesas grandes, casi “de parado” con la idea de conocer gente y charlar con “el de al lado”, cerveza de por medio.

La fábrica de Patagonia está en provincia de Buenos Aires y produce la cerveza más “artesanal de las industriales”. La verdadera fábrica artesanal está en Bariloche, donde se elaboran las cervezas estacionales como la Porter, Pauline, Barley Wine, etc.

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