El arresto que ha destapado una red de robo de identidad y fraude migratorio en la Florida

Todo comenzó cuando un inmigrante fue a un edificio gubernamental en el área norte de Miami para realizar trámites de verificación de sus antecedentes de empleo y el aparentemente inocuo procedimiento condujo a las autoridades a identificar pistas de la operación de una red de robo de identidad, falsificación de documentos y fraude de inmigración en el sur de Florida.

De acuerdo al relato del periódico El Nuevo Herald, el salvadoreño Manuel Antonio Espinosa Gómez acudió en noviembre de 2015 a las oficinas municipales de Sunny Isles Beach para que le tomaran las huellas y revisaran sus antecedentes laborales. Pero cuando el hombre presentó una licencia de conducir identificada como falsa en el vestíbulo, la policía lo interrogó. Cuando se le pidieron más documentos de identificación lo único que pudo mostrar fue una tarjeta válida del Seguro Social y un permiso de trabajo de fecha vencida.

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La revisión de huellas durante verificación laboral permite detectar casos de robo de identidad o uso de documentos de inmigración falsos. Getty Images)

Las cosas se complicaron para Espinosa Gómez. Él dijo que en su automóvil tenía otra identificación, una fotocopia de su pasaporte, pero junto a ese papel la policía halló también en el vehículo una tarjeta de residencia a nombre de otra persona.

Todo se derrumbó entonces para el hombre, quien al ser interrogado admitió que pagó 100 dólares a dos sujetos en Lake Worth (más al norte de Miami, cerca de West Palm Beach) por la licencia de conducir y la tarjeta de residencia. Fue un indicio más de que en esa zona del sur de Florida operaría una red de robo de identidad y falsificación y venta de documentos cuyos principales clientes serían inmigrantes indocumentados. Esas identificaciones falsas, como es común en muchas otras áreas del país, les sirven a sus poseedores para superar trámites de empleo, lo que al parecer habría sido también la intención de Espinosa Gómez.

Pero quizá por desconocimiento o ingenuidad, o quizá asumiendo el riesgo, él no habría valorado de modo suficiente el riesgo de presentarse con documentos falsos en un edificio del gobierno, donde existe mayor capacidad para identificar esos fraudes que en una oficina o empresa privada.

Tras su interrogatorio, Espinosa Gómez al principio se declaró inocente, de acuerdo a El Nuevo Herald, pero cambió de parecer en enero de 2016 y se declaró culpable. Entre la pena que deberá cumplir se incluye entregarse a las autoridades de Inmigración para ser deportado.

Pero el delito de robo de identidad y tráfico de documentos falsos o robados no es un caso que se reduzca a un inmigrante y a dos ‘dealers’. En realidad es un problema extendido en todo el país que tiene en Florida un foco extremadamente caliente: de acuerdo al periódico Miami Herald, tan solo durante 2014 las autoridades recibieron 18,428 quejas sobre robo de identidad en el área de Miami-Fort Lauderdale-West Palm Beach, más que las recibidas en ese año por las autoridades de Nueva York (18,047), Los Ángeles (14,397) y Chicago (9,992).

Para ayudar a la población a protegerse y defenderse del robo de identidad la Procuraduría Estatal de Florida ofrece un ‘Kit’ donde informa y asesora a las personas que hayan sido víctimas de ese delito.

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Aunque para un ojo no entrenado las falsificaciones puedan parecer muy reales, los documentos auténticos tienen muchas medidas de seguridad. (AP)

Y no solo son las personas a las que se les roba la identidad las afectadas por este delito. Muchos son engañados por esas redes, que les hacen creer que los documentos falsos o robados en efecto les servirán para identificarse y cumplir trámites diversos, sin consecuencias o con mínimo riesgo.

El caso de Espinosa Gómez muestra la falsedad de esa idea, aunque pese al peligro y lo ilegal de portar identificaciones falsas o robadas, miles son las que recurren a ellas en la Florida y en general en todo el país. La verdad es que con mucha frecuencia esos documentos les funcionan en los casos en los que los empleadores no pueden o quieren hacer verificaciones mayores.

La necesidad de obtener un empleo, y la demanda de parte de los empleadores es real, y es una razón más para realizar una reforma migratoria que pueda abatir este fenómeno de robo de identidad y falsificación, entre otros problemas.

Por ejemplo, la organización Center for Immigration Studies (CIS), que aboga por la aplicación severa de leyes contra la inmigración indocumentada y en general por una reducción de toda la inmigración a Estados Unidos, indica en un artículo que el uso de tarjetas de seguro social o de residencia fraudulentas y otros documentos falsos por parte de inmigrantes indocumentados es extensivo, y que en gran cantidad de casos son niños quienes son víctimas de robo de identidad, y sus datos usados para proveer documentos falsos a terceras personas.

Pero al margen de la visión del CIS, que tiene un tono ominoso y criminalizante, el uso de ciertos documentos o números de seguro social ajenos por parte de un inmigrante indocumentado para obtener un empleo no sería necesariamente delito (o lo sería de modo menor), de acuerdo a una revisión de casos realizada hace algunos años por la televisora NBC.

Y se ha criticado que si bien el uso de documentos falsos o de otra persona es desde luego una práctica impropia y que, en ciertas circunstancias, implica delitos, ciertas autoridades han usado las leyes contra el robo de identidad para detener y perseguir indocumentados que los usan.

Al respecto, la Corte Suprema determinó en un fallo que no sería punible el uso de un número de Seguro Social ajeno para obtener un empleo si quien lo usa no sabe que ese número pertenece a otra persona. Eso en el marco de un caso en el que un mexicano fue sentenciado luego de que usó una tarjeta de Seguro Social falsa con su nombre pero con un número que no era suyo. El acusado no sabía si ese número era inventado o de alguien más, y por ello el fallo de la Corte Suprema le redujo los cargos criminales, aunque eso no evitó que fuera sujeto a deportación.

Algo de lo que al parecer tampoco se librará Espinosa Gómez.