Así es como el ejército israelí ha usado a palestinos como escudos humanos en Gaza

Soldados israelíes durante una visita militar para periodistas a un túnel situado bajo un recinto de la ONU en Gaza. El Times descubrió más tarde que un palestino había sido obligado a explorar el túnel. (Sergey Ponomarev/The New York Times)
Soldados israelíes durante una visita militar para periodistas a un túnel situado bajo un recinto de la ONU en Gaza. El Times descubrió más tarde que un palestino había sido obligado a explorar el túnel. (Sergey Ponomarev/The New York Times)

Soldados israelíes y exdetenidos palestinos dicen que las tropas obligan regularmente a gazatíes capturados a realizar tareas que ponían en peligros sus vidas, incluso dentro de los túneles de Hamás.

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Después de que los soldados israelíes encontraran a Mohammed Shubeir escondido con su familia a principios de marzo, lo detuvieron durante unos 10 días antes de ponerlo en libertad sin cargos, dijo.

Durante ese tiempo, dijo Shubeir, los soldados lo utilizaron como escudo humano.

Shubeir, que entonces tenía 17 años, dijo que lo obligaron a caminar esposado por las ruinas vacías de su ciudad natal, Jan Yunis, en el sur de Gaza, en busca de explosivos colocados por Hamás. Los soldados lo obligaron a ir adelante para evitar volar por los aires ellos mismos, dijo Shubeir.

En un edificio en ruinas, se detuvo en seco: a lo largo de la pared, dijo, había una serie de cables conectados a explosivos.

Se descubrió un enorme banco de servidores informáticos en un túnel bajo las instalaciones de la ONU, la sede de la UNRWA en la ciudad de Gaza. (Ronen Bergman/The New York Times)
Se descubrió un enorme banco de servidores informáticos en un túnel bajo las instalaciones de la ONU, la sede de la UNRWA en la ciudad de Gaza. (Ronen Bergman/The New York Times)

“Los soldados me enviaron como a un perro a un apartamento con trampas explosivas”, dijo Shubeir, estudiante de bachillerato. “Pensé que serían los últimos momentos de mi vida”.

Una investigación de The New York Times descubrió que los soldados y agentes de inteligencia israelíes, a lo largo de la guerra en Gaza, han obligado regularmente a palestinos capturados como Shubeir a realizar misiones de reconocimiento que ponen en peligro su vida para evitar poner en riesgo a los soldados israelíes en el campo de batalla.

Aunque se desconoce el alcance y la escala de estas operaciones, la práctica, ilegal tanto para la ley israelí como para la internacional, ha sido utilizada por al menos 11 escuadrones en cinco ciudades de Gaza, a menudo con la participación de oficiales de las agencias de inteligencia israelíes.

Se ha forzado a detenidos palestinos a explorar lugares de Gaza donde el ejército israelí cree que militantes de Hamás han preparado una emboscada o una trampa explosiva. Esta práctica se ha extendido gradualmente desde el comienzo de la guerra el pasado octubre.

Se ha obligado a los detenidos a explorar y filmar el interior de redes de túneles donde los soldados creían que aún se ocultaban combatientes. Han entrado en edificios sembrados de minas para encontrar explosivos ocultos. Se les ha pedido que recojan o muevan objetos como generadores y depósitos de agua que los soldados israelíes temían que ocultaran entradas a túneles o trampas explosivas.

El Times entrevistó a siete soldados israelíes que observaron o participaron en esta práctica y la presentaron como rutinaria, habitual y organizada, llevada a cabo con un considerable apoyo logístico y el conocimiento de los superiores en el campo de batalla. Muchos de ellos dijeron que los detenidos eran manejados y a menudo transportados entre escuadrones por oficiales de las agencias de inteligencia israelíes, un proceso que requería la coordinación entre batallones y el conocimiento de los altos mandos sobre el terreno. Y aunque sirvieron en diferentes partes de Gaza en diferentes momentos de la guerra, los soldados utilizaron en gran medida los mismos términos para referirse a los escudos humanos.

El Times también habló con ocho soldados y oficiales que recibieron informes de la práctica, quienes hablaron bajo condición de anonimato para poder discutir un secreto militar. El general Tamir Hayman, ex jefe de inteligencia militar a quien los altos mandos militares y de defensa informan habitualmente sobre la conducción de la guerra, confirmó el uso de una versión de la práctica, diciendo que algunos detenidos habían sido forzados a entrar en túneles mientras que otros se habían ofrecido como voluntarios para acompañar a los soldados y actuar como sus guías, con la esperanza de ganarse el favor de los militares. Tres palestinos dieron testimonio grabado de haber sido utilizados como escudos humanos.

El Times no encontró pruebas de que ningún detenido resultara herido o muerto mientras era utilizado como escudo humano. En un caso, un agente israelí murió de un disparo después de que un detenido enviado a registrar un edificio no detectara o no informara de que había un militante escondido allí.

El ejército israelí dijo en un comunicado que sus “directivas y pautas prohíben estrictamente el uso de civiles de Gaza detenidos para operaciones militares”. Añadió que los relatos de los detenidos y soldados palestinos entrevistados por el Times serían “examinados por las autoridades pertinentes.“

El derecho internacional prohíbe el uso de civiles o combatientes como escudo contra un ataque. También es ilegal enviar a combatientes capturados a lugares en los que estarían expuestos al fuego, u obligar a civiles a hacer cualquier cosa relacionada con la realización de operaciones militares.

Aunque las leyes son más vagas en cuanto a los derechos de las personas detenidas durante conflictos con un participante que no es un estado como Hamás, es ilegal obligar a los detenidos palestinos a explorar lugares peligrosos “independientemente de si esos detenidos son civiles o miembros del ala combatiente de Hamás”, dijo Lawrence Hill-Cawthorne, profesor de la Universidad de Bristol en Inglaterra y experto en leyes que rigen la detención en conflictos con participantes no estatales.

El ejército israelí empleó una práctica similar, conocida como “procedimiento del vecino”, en Gaza y Cisjordania a principios de la década de 2000. Los soldados obligaban a los civiles palestinos a acercarse a las casas de los militantes para persuadirlos de que se rindieran.

Este procedimiento fue prohibido en 2005 por la Corte Suprema de Israel, en una amplia sentencia que también prohibía el uso de escudos humanos en otros contextos. El presidente del tribunal, Aharon Barak, dictaminó que un residente de un territorio ocupado “no debe ser llevado, ni siquiera con su consentimiento, a una zona en la que se esté llevando a cabo una operación militar”.

El desequilibrio de poder entre soldado y civil, decía su decisión, significaba que no podía considerarse que nadie se hubiera ofrecido como voluntario para tal tarea. Los soldados tampoco debían pedir a los civiles que hicieran cosas que suponían seguras, añadía el fallo, dado que “esta suposición es a veces infundada”.

La guerra en Gaza comenzó el pasado octubre, cuando Hamás y sus aliados cometieron atrocidades generalizadas en Israel antes de retirarse a túneles subterráneos para escapar de un devastador contraataque israelí que ha matado a decenas de miles de palestinos.

Acusado de actuar sin preocuparse lo suficiente por las bajas civiles, Israel se ha defendido diciendo que Hamás incrusta sus combatientes y armas en zonas civiles, utilizando de hecho comunidades enteras como escudos humanos.

Los soldados israelíes han utilizado escudos humanos de otra forma.

Michael Schmitt, académico de West Point que ha estudiado el uso de escudos humanos en conflictos armados, dijo que no tenía conocimiento de que otro ejército hubiera utilizado de forma rutinaria en las últimas décadas a civiles, prisioneros de guerra o terroristas capturados para misiones de reconocimiento con riesgo de muerte. Los historiadores militares afirman que esta práctica fue utilizada por las fuerzas de EE. UU. en Vietnam.

“En la mayoría de los casos”, dijo Schmitt, “esto constituye un crimen de guerra”.

Los soldados que hablaron con el Times dijeron que empezaron a utilizar esta práctica durante la guerra actual por el deseo de limitar los riesgos para la infantería.

Algunos de los soldados que vieron o participaron en la práctica la consideraron profundamente preocupante, lo que les llevó a correr el riesgo de hablar de un secreto militar con un periodista. Dos de ellos fueron puestos en contacto con el Times por Breaking the Silence, un organismo de protección independiente que recoge testimonios de soldados israelíes.

Dos soldados dijeron que miembros de sus escuadrones, formados cada uno por unas 20 personas, expresaron su oposición a los mandos. Los soldados dijeron que algunos oficiales de bajo rango trataron de justificar la práctica alegando, sin pruebas, que los detenidos eran terroristas y no civiles detenidos sin cargos.

Dijeron que les decían que las vidas de los terroristas valían menos que las de los israelíes, aunque a menudo los oficiales llegaban a la conclusión de que los detenidos no pertenecían a grupos terroristas y posteriormente los ponían en libertad sin cargos, según un soldado israelí y los tres palestinos que hablaron con el Times.

Un escuadrón israelí obligó a una multitud de palestinos desplazados a caminar al frente para cubrirlo mientras avanzaba hacia un escondite de militantes en el centro de la ciudad de Gaza, según Jehad Siam, de 31 años, un diseñador gráfico palestino que formaba parte del grupo.

“Los soldados nos pidieron que avanzáramos para que el otro bando no devolviera los disparos”, dijo Siam. Cuando la multitud llegó al escondite, los soldados salieron de detrás de los civiles y entraron en el edificio, dijo Siam.

Tras matar aparentemente a los militantes, dijo Siam, los soldados dejaron que los civiles se fueran ilesos.

Registro de un patio a punta de pistola

Hamás ha convertido grandes zonas de Gaza en un laberinto de trampas y redes de túneles ocultos, colocando trampas explosivas en casas e instituciones civiles o utilizándolas como bases militares temporales y depósitos de armas.

Tras invadir Gaza a finales de octubre, los soldados israelíes dijeron que a menudo corrían más peligro al entrar en casas o accesos a túneles posiblemente llenos de trampas. Para combatir esa amenaza, utilizaron drones y perros rastreadores para explorar el lugar antes de entrar.

Cuando no había perros o drones disponibles, o cuando los agentes creían que un ser humano sería más eficaz, a veces enviaban a palestinos.

Basheer al-Dalou, farmacéutico de la ciudad de Gaza, dijo que se vio obligado a actuar como escudo humano la mañana del 13 de noviembre, tras ser capturado en su casa. Al-Dalou, que ahora tiene 43 años, había huido del barrio con su esposa y sus cuatro hijos semanas antes, pero regresó brevemente para recoger algunos suministros básicos, a pesar de que el barrio era un campo de batalla.

Los soldados ordenaron a al-Dalou que se quitara la ropa interior y luego lo esposaron y le vendaron los ojos, dijo en una entrevista en Gaza tras ser liberado sin cargos.

Después de ser interrogado sobre las actividades de Hamás en la zona, dijo al-Dalou, los soldados le ordenaron entrar en el patio trasero de una casa cercana de cinco pisos. Dijo que el patio estaba lleno de escombros: jaulas de pájaros, depósitos de agua, herramientas de jardinería, sillas rotas, cristales destrozados y un gran generador.

“Detrás de mí, tres soldados me empujaron violentamente hacia delante”, recordó al-Dalou. “Tenían miedo de posibles túneles bajo tierra o de explosivos ocultos bajo cualquier objeto que hubiera allí”. Al caminar descalzo, se cortó los pies con los fragmentos de cristal, dijo.

Tras facilitarles el lugar, la fecha y la descripción de la experiencia de al-Dalou, los militares declinaron hacer comentarios. La descripción del farmacista hizo eco de los relatos de episodios similares de 10 soldados israelíes que también describieron haber presenciado o haber sido informados de cómo se había utilizado a detenidos palestinos para registrar edificios y patios.

Alrededor de siete u ocho soldados se escondieron detrás de los escombros de la pared destrozada del patio, cubriéndose por si al-Dalou se encontraba con una bomba, dijo. Uno de ellos le daba instrucciones con un altavoz.

Con las manos atadas a la espalda, dijo, le ordenaron que diera vueltas por el patio, pateando ladrillos, trozos de metal y cajas vacías. En un momento dado, los soldados le ataron las manos por delante para que pudiera apartar más fácilmente los objetos sospechosos a su paso.

Entonces, algo se agitó de repente detrás de un generador del patio. Los soldados empezaron a disparar hacia el origen del ruido, y por poco no alcanzaron a al-Dalou, dijo. Resultó ser un gato.

A continuación, los soldados le ordenaron que intentara mover el generador, sospechando que ocultaba la entrada a un túnel, dijo. Cuando al-Dalou dudó, temiendo que pudieran salir combatientes de Hamás del interior, un soldado lo golpeó en la espalda con la culata de su fusil, dijo al-Dalou.

Más tarde ese mismo día, dijo, le ordenaron caminar delante de un tanque israelí que avanzaba hacia una mezquita donde los soldados temían encontrarse con militantes. Se llevaron a algunos de sus vecinos a buscar entradas de túneles en un hospital cercano, al-Rantisi, y no los ha vuelto a ver desde entonces, dijo.

Esa noche, dijo, lo llevaron a un centro de detención en Israel. Dadas sus experiencias de aquel día, dijo, el traslado le pareció una pequeña bendición, aunque esperaba sufrir malos tratos en las cárceles israelíes.

“En ese momento me sentí muy contento”, recuerda que pensó al-Dalou. “Dejaré esta zona de peligro por un lugar más seguro dentro de las cárceles israelíes”.

Bajo un recinto de la ONU

A principios de febrero, el ejército israelí capturó la sede de la UNRWA en la ciudad de Gaza, la principal agencia de las Naciones Unidas para los refugiados palestinos.

Al descubrir que la red de túneles de Hamás se extendía bajo el complejo, ingenieros militares perforaron el suelo para crear nuevos puntos de acceso.

En un momento dado, los ingenieros introdujeron una cámara en los túneles utilizando una cuerda, para poder ver con mayor claridad lo que había dentro, según un soldado que participó en la operación. Al ver la imagen en directo de la cámara, los ingenieros vieron a un hombre dentro del túnel, probablemente un agente de Hamás.

Al concluir que los combatientes de Hamás seguían utilizando el túnel, los oficiales del lugar decidieron que enviarían a un palestino con una cámara corporal a explorarlo más a fondo, en lugar de a ingenieros israelíes, dijo el soldado.

Otros dos soldados confirmaron que el relato de este soldado coincidía en general con la forma en que los ingenieros suelen desplegar a los palestinos en los túneles. La descripción del lugar realizada por este soldado también coincidía con la de un reportero del Times que lo visitó poco después con escolta militar, pero que no vio a ningún palestino.

Después de que se les facilitara el lugar, la fecha y la descripción de la experiencia del soldado, los militares declinaron hacer comentarios.

Al principio, los oficiales consideraron la posibilidad de desplegar a una de las varias decenas de civiles palestinos que habían sido capturados en la zona y que estaban retenidos hasta que terminara la operación, dijo el soldado.

Finalmente, los oficiales decidieron enviar lo que llamaron una “avispa”, o un palestino detenido en Israel, por razones que el soldado no tenía claras. Esto desencadenó un proceso más complicado que tomó varios días y una considerable coordinación con otras unidades para completarse, dijo el soldado.

A lo largo de la guerra, los soldados de diferentes unidades se referían generalmente a los detenidos con los mismos términos. Una “avispa” generalmente se refería a personas traídas a Gaza desde Israel por oficiales de inteligencia para misiones breves y específicas; sin embargo, algunos soldados dijeron que se refería a colaboradores pagados que entraban voluntariamente en Gaza, mientras que otros dijeron que se refería a detenidos. Un “mosquito” describía a detenidos que eran capturados en Gaza y desplegados rápidamente sin ser llevados a Israel, a veces durante varios días e incluso semanas. Los “mosquitos” se utilizaban con mucha más frecuencia que las “avispas”.

Todos se consideraban prescindibles, dijo el soldado. “Si el túnel explota, al menos morirá él y no uno de nosotros”, recordó que dijo un oficial.

En el interior del túnel situado bajo el complejo de la ONU, la unidad descubrió un enorme banco de servidores informáticos que, según concluyeron más tarde los militares israelíes, era un importante centro de comunicaciones de Hamás.

Días después, el ejército llevó a un grupo de periodistas, entre ellos del Times, a ver los servidores de los túneles.

Los escoltas militares no revelaron que se había utilizado a un detenido palestino para explorar la zona. El Times descubrió su participación casi cuatro meses después.

Bajo las órdenes de un dron

Shubeir fue capturado después de que el ejército invadiera su barrio en las afueras de Jan Yunis, en el sur de Gaza.

El ejército había ordenado a los residentes que evacuaran, pero la familia Shubeir decidió esperar el inminente avance israelí en su apartamento del cuarto piso. Para salir, los Shubeir habrían tenido que pasar por los puestos de control israelíes, donde se enfrentaban a la posibilidad de ser detenidos y encarcelados.

Los Shubeir pronto se encontraron en medio de una batalla, dijo Shubeir. Los proyectiles alcanzaron su edificio y mataron a su padre, quien era herrero, dijo Shubeir. A su hermana, de 15 años, le dispararon y murió después de que soldados israelíes entraran en el edificio, dijo. Shubeir dijo que fue capturado y separado de sus familiares que habían sobrevivido.

Hasta su liberación sin cargos unos 10 días después, los soldados lo enviaban a menudo a vagar por las calles de Jan Yunis acompañado solo por un pequeño dron aéreo conocido como cuadricóptero, dijo Shubeir. El dron vigilaba sus movimientos y le daba instrucciones por el altavoz.

Cerca de una escuela del barrio, se le ordenó buscar entre los escombros las entradas a los túneles, dijo Shubeir, quien fue entrevistado previamente por Al Jazeera. Dijo que lo enviaron al interior de bloques de apartamentos, con el pequeño dron planeando a uno o dos metros de su cabeza. Le dijeron que buscara los cadáveres de los militantes, que los israelíes temían que fueran trampas explosivas.

En un apartamento vio la trampa que le hizo temer por su vida.

“Fue lo más duro que he vivido”, dijo. “Comprendí que era una trampa”.

Al final, el artefacto no explotó, por razones que dijo no comprender.

En otro apartamento, encontró un cadáver con una pistola junto a él, dijo. A Shubeir le dijeron que arrojara el arma desde una ventana para que los soldados israelíes la recogieran, dijo.

Unos días antes de su liberación, los soldados le desataron las manos y le obligaron a ponerse un uniforme militar israelí, dijo. Luego lo soltaron, diciéndole que vagara por las calles, para que los combatientes de Hamás pudieran dispararle y revelar sus posiciones, dijo. Los israelíes lo siguieron a distancia, fuera de su vista.

Con las manos libres por primera vez en días, pensó en intentar huir, dijo.

Luego decidió no hacerlo.

“El cuadricóptero me seguía y vigilaba lo que hacía”, dijo. “Me dispararán”.

Ronen Bergman, Aaron Boxerman y Adam Sella colaboraron con reportería


Patrick Kingsley
es el jefe de la corresponsalía en Jerusalén, y lidera la cobertura de Israel, Gaza y Cisjordania. Más de Patrick Kingsley

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