¿Qué tan efectivas son las sanciones contra Rusia?

Ayuda humanitaria en el este de Ucrania en noviembre. Al reducir los recursos rusos, las sanciones “salvaron vidas en Ucrania”, dijo Sergei Guriev, decano de la London Business School. (Tyler Hicks/The New York Times)
Ayuda humanitaria en el este de Ucrania en noviembre. Al reducir los recursos rusos, las sanciones “salvaron vidas en Ucrania”, dijo Sergei Guriev, decano de la London Business School. (Tyler Hicks/The New York Times)

Donald Trump, presidente electo de EE. UU., ha dicho que usará las sanciones con moderación, al tiempo que promete poner fin a la guerra en Ucrania, lo que renueva los interrogantes sobre la eficacia de las sanciones.

Decenas de países han impuesto miles de sanciones de gran alcance a bancos, empresas y ciudadanos rusos desde que Moscú ordenó a los tanques cruzar la frontera con Ucrania en el invierno de 2022.

Ahora, más de 1000 días después, mientras el presidente electo Donald Trump se prepara para tomar posesión de su cargo, se espera que las cuestiones sobre la eficacia —y el futuro— de las sanciones sean objeto de un renovado escrutinio.

Trump ha declarado: “Quiero utilizar las sanciones lo menos posible”. Y ha dejado claro que habrá un cambio en la política estadounidense hacia Ucrania, después de haber prometido poner fin a la guerra en un solo día.

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Los expertos creen que las sanciones y la continuación de la ayuda militar serán, casi con toda seguridad, monedas de cambio en cualquier negociación.

Entonces, ¿qué valor tienen las sanciones que impondrá Trump?

El funeral de un soldado ucraniano en las afueras de Kiev en noviembre. Las sanciones se consideran una posible moneda de cambio para poner fin a la guerra de Rusia con Ucrania. (Mauricio Lima/The New York Times)
El funeral de un soldado ucraniano en las afueras de Kiev en noviembre. Las sanciones se consideran una posible moneda de cambio para poner fin a la guerra de Rusia con Ucrania. (Mauricio Lima/The New York Times)

La respuesta se debate acaloradamente.

Las predicciones de los primeros meses de la guerra de que las restricciones económicas socavarían pronto el régimen del presidente Vladimir Putin o reducirían el rublo a “escombros” no se cumplieron. Putin sigue atrincherado en el Kremlin, y sus fuerzas están infligiendo un daño punitivo a Ucrania y ganando en el campo de batalla.

Sin embargo, la idea de que las sanciones económicas podrían poner fin rápidamente a la guerra siempre fue más un producto de la esperanza que una evaluación realista, dijo Sergei Guriev, un economista ruso que huyó del país en 2013 y ahora es decano de la London Business School.

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Una mejor medida del éxito, dijo Guriev, es preguntarse si las sanciones obstaculizaron la capacidad de Moscú para hacer la guerra con eficacia. Y la respuesta, según él y otros analistas, es afirmativa.

Tras la invasión, Estados Unidos, Europa y sus aliados reaccionaron con una rapidez y una escala que sorprendieron incluso a los participantes. Restringieron drásticamente el acceso de Moscú al sistema financiero mundial y al dólar estadounidense, limitando la capacidad de Rusia para vender petróleo, su exportación más valiosa.

Los bancos occidentales congelaron más de 300.000 millones de dólares en activos rusos. Los gobiernos prohibieron la compra y venta de una amplia gama de servicios y bienes, incluidas algunas armas de tecnología avanzada.

Europa, que hasta entonces obtenía de Rusia el 40 por ciento del gas que importaba, decidió dejar de depender de ese país. Rusia podría empezar a vender aún menos energía a Europa después de que Ucrania se negara el miércoles a renovar un acuerdo que permitía el tránsito de gas ruso por un gasoducto que atraviesa su territorio.

“Imagina un mundo en el que no se hubieran introducido sanciones”, dijo Guriev. Un mundo en el que el comercio exterior de Rusia no estuviera gravemente limitado y tuviera acceso a todas sus reservas de divisas congeladas.

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“Está muy claro que las sanciones causaron problemas a Putin, redujeron la cantidad de recursos de su bolsillo y, por tanto, salvaron vidas en Ucrania”, dijo. Sin ellas, añadió, Rusia podría incluso haber ganado la guerra al día de hoy.

La economía rusa se ha resentido. La creciente inflación ha llevado al banco central del país a subir las tasas de interés de referencia hasta el 21 por ciento. A pesar de los enormes gastos del gobierno para financiar la guerra, el crecimiento económico general se está ralentizando. Muchos productos y piezas no están disponibles, son más caros o se sustituyen por productos de calidad inferior.

Cuando Trump se siente a negociar con Putin, las sanciones serán “una moneda de cambio extraordinariamente valiosa”, dijo Elina Ribakova, vicepresidenta de política exterior de la Escuela de Economía de Kiev y académica no residente del Instituto Peterson de Economía Internacional, un centro de investigación de Washington.

Existe un acuerdo generalizado en que las sanciones más eficaces han sido las que afectan al sistema financiero mundial, un ámbito en el que Estados Unidos puede ejercer un poder único.

El dólar estadounidense es lo más parecido que tiene el mundo a una moneda universal. Y solo los bancos estadounidenses pueden realizar transacciones en dólares. El resultado es que muchos de los activos financieros del mundo —incluidas las cuentas en dólares de países, empresas y particulares extranjeros— están bajo el pulgar digital de Estados Unidos.

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Washington no solo cortó la mayor parte del acceso de Rusia a este sistema, sino que también amenazó con cortar el acceso a cualquier banco del mundo que incumpliera sus normas. Es un riesgo que ni siquiera muchas instituciones de China, que se ha alineado con Rusia, quieren correr.

El destierro de Rusia de SWIFT, el sistema de mensajería que permite los pagos internacionales, también ha aumentado significativamente el costo, la complejidad y el tiempo de cada intercambio internacional, ya sea para la compra de productos farmacéuticos y maquinaria eléctrica o para la venta de petróleo y fertilizantes.

“Realmente elimina la capacidad de cualquier sistema de pago eficaz”, dijo Andrew Shoyer, socio del bufete de abogados Sidley Austin, quien asesora a las empresas sobre el cumplimiento de las sanciones.

Aunque las sanciones han conseguido más de lo que algunos hubieran imaginado, su impacto ha sido mucho menor a lo que se esperaba.

Con el tiempo, Rusia, con la enorme ayuda de China, encontró varias formas de atenuar su impacto, al ampliar el comercio con otros países, explotar las lagunas jurídicas y evadir la ley.

China e India, por ejemplo, volvieron a llenar las arcas de Moscú comprando mucho petróleo ruso. China también ha proporcionado a Rusia acceso a piezas de armamento, semiconductores y otros materiales esenciales necesarios para la guerra.

Muchos productos occidentales que pueden utilizarse con fines civiles y militares han llegado a Rusia a través de países que no participan en las sanciones, como Turquía y Emiratos Árabes Unidos.

Quienes restan valor a las sanciones como moneda de cambio también argumentan que los países occidentales no fueron lo suficientemente lejos ni respondieron con la suficiente rapidez a las condiciones cambiantes para presionar más a Rusia.

La preocupación por reducir el suministro de energía cuando el precio del petróleo estaba por las nubes y la inflación se disparaba llevó a Estados Unidos y Europa a debilitar las restricciones a la exportación de combustible ruso.

La decisión de sustituir las sanciones europeas más exhaustivas sobre las transacciones petroleras rusas por un tope de precios significó que Rusia pudo seguir obteniendo enormes ingresos de las exportaciones energéticas. Ese dinero ha contribuido a financiar su guerra contra Ucrania.

Con el tiempo, Rusia desarrolló nuevas formas de eludir las sanciones, como el desarrollo de su propia flotilla clandestina de buques para transportar petróleo después de que se impusieran restricciones al uso por Rusia de petroleros occidentales y de seguros contra vertidos de petróleo.

Y la Unión Europea sigue comprando casi el 50 por ciento del gas natural licuado que exporta Rusia.

Jeffrey Schott, investigador principal del Instituto Peterson, dijo que Moscú podía vender demasiado gas y petróleo a un precio demasiado alto. “Las sanciones se han aplicado con un brazo atado a la espalda”, dijo.

Las sanciones fragmentarias y su aplicación, a menudo desganada, también han hecho que la soga económica alrededor del cuello de Rusia sea más floja de lo que podría haber sido, afirman Schott y otros críticos.

Sin embargo, incluso las más valiosas monedas de cambio que puedan derivarse de las sanciones podrían no ser suficientes para persuadir a Putin de que acepte un acuerdo que también sea aceptable para Ucrania y sus vecinos aliados europeos.

Algunos analistas políticos y militares sostienen que la caída del presidente Bashar al Asad de Siria, aliado de Rusia, puede hacer que Putin adopte una postura todavía más dura en Ucrania.

Al final, la única valoración de las sanciones como moneda de cambio que realmente cuenta es la de Putin.


Patricia Cohen
escribe sobre economía global y está radicada en Londres. Más de Patricia Cohen

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