EEUU investigó arma de energía, incluso extraterrestre, pero el origen del ‘síndrome de La Habana’ sigue sin aclararse

La comunidad de inteligencia de Estados Unidos llegó a la conclusión de que es poco probable que una serie de misteriosos incidentes de salud que afectaron al personal diplomático en varios países desde 2016 hayan sido causados por un adversario extranjero o por un arma de energía dirigida, después de llevar a cabo lo que un funcionario de inteligencia describió de una investigación “histórica”.

Tras examinar la evidencia en aproximadamente 1,500 casos reportados, siete despachos de inteligencia concluyeron de manera unánime que es poco probable que una potencia extranjera sea responsable de los casos, que se conocieron públicamente como “síndrome de La Habana” después varios miembros del personal diplomático estadounidense en Cuba fueron afectados al final de la administración del entonces presidente Barack Obama.

La evaluación de la comunidad de inteligencia, publicada el miércoles, encontró evidencia “uniforme contra” la participación de potencias extranjeras, dijo un funcionario de inteligencia familiarizado con la evaluación, concluyendo que los principales adversarios estaban ellos mismos perplejos los casos.

“Lo que se tiende a ver entre los principales adversarios es confusión”, dijo un segundo funcionario. “Muchos ven un complot de Estados Unidos”.

Cientos de funcionarios de inteligencia generaron una gran cantidad de información como parte de la investigación, que comenzó con la suposición de que un país extranjero estaba apuntando al personal estadounidense con algún tipo de dispositivo de radiofrecuencia. Pero las dependencias evaluaron que las potencias extranjeras no poseen el tipo de arma que se requeriría para provocar los síntomas experimentados por el personal, y no pudieron identificar un arma que pudiera ser factiblemente responsable de una variedad tan amplia de casos apuntando a individuos en línea de visión, a veces a través de concreto, sin detener sus relojes o hacer parpadear las imágenes de las cámaras de vigilancia, dijeron los funcionarios.

Los funcionarios de inteligencia redujeron el volumen de casos denunciados a aquellos en los que determinaron que podían identificar una fuente del problema, dijeron los funcionarios.

En un caso, un agente informó de síntomas después que un auto no identificado se detuviera junto al suyo. Los servicios de inteligencia estadounidenses localizaron el auto y a su propietario, investigaron a su familia y los siguieron durante cuatro meses.

En otros casos, se descubrió actividad delictiva en torno a un caso denunciado. Se investigó si traficantes de drogas y armas que estaban en las inmediaciones tenían vínculos con potencias extranjeras.

En varios casos, sistemas de calefacción, ventilación y aire acondicionado defectuosos y audibles para la mayoría de la gente hicieron saltar las alarmas entre el personal de inteligencia, al que se había dicho que estuviera atento a los indicios de que fueran un objetivo, lo que dio lugar a los informes.

Los ratones ópticos para computadoras también sorprendieron a los funcionarios de inteligencia por su capacidad para alterar las frecuencias en algunos de los casos denunciados.

Los servicios de inteligencia examinaron incluso la posibilidad de una implicación extraterrestre, preguntándose si los síntomas podían estar causados por un dispositivo en el cielo, “sin dejar piedra sin voltear”, dijo el primer funcionario.

Al principio de su investigación, la comunidad de inteligencia esperaba encontrar un conjunto común de criterios para identificar un síndrome detrás del fenómeno. Pero no surgió ningún conjunto de síntomas.

“El problema es que no estamos viendo un conjunto común de aspectos médicos”, dijo el primer funcionario.

Los dispositivos de radiofrecuencia y energía magnética pulsada también tienden a causar calor en la piel, lo que no fue un síntoma uniforme entre los casos reportados.

Los funcionarios estadounidenses también preguntaron a sus aliados si habían visto algún indicio de un dispositivo que pudiera causar el fenómeno, o si su personal había experimentado síntomas similares. “No hubo ningún repunte”, dijo el segundo funcionario.

Varios casos ocurridos en la capital cubana en 2016 que dieron a la serie de incidentes de salud anómalos su apodo de “síndrome de La Habana” siguen sin explicación.

El segundo funcionario reconoció que era más fácil investigar los casos en lugares donde Estados Unidos y sus aliados tenían “el control del entorno”.

“Encontramos en algunos lugares problemas eléctricos que pueden haber contribuido”, dijo el funcionario, refiriéndose al grupo de Cuba.

Pero el funcionario añadió: “Creo que estamos más seguros de lo que no ocurrió que de lo que ocurrió”.

La evaluación de inteligencia tuvo cuidado de no acusar al personal que se presentó de haber caído en histeria colectiva. Pero funcionarios familiarizados con el informe dijeron que factores ambientales podrían haber desempeñado un papel en el aumento de los casos.

“La Evaluación de la Comunidad de Inteligencia publicada hoy por la ODNI [Oficina del Director de Inteligencia Nacional] refleja más de dos años de rigurosa y meticulosa recopilación, trabajo de investigación y análisis por parte de las dependencias de la IC [Comunidad de Inteligencia], incluida la CIA”, dijo el director de la CIA, Bill Burns, en un comunicado. “Hemos aplicado las mejores técnicas operativas, analíticas y técnicas de la Agencia a lo que es una de las mayores y más intensas investigaciones de la historia de la Agencia. Mi equipo directivo y yo respaldamos firmemente el trabajo realizado y las conclusiones.

“Quiero ser absolutamente claro: estas conclusiones no ponen en tela de juicio las experiencias y los problemas de salud reales que el personal del gobierno de Estados Unidos y sus familiares —incluidos los propios agentes de la CIA— han denunciado mientras servían a nuestro país”, añadió Burns.

Los funcionarios de inteligencia que redoblaron su investigación en los primeros meses de la administración de Biden pensaron desde el principio que la perspectiva de una sofisticada campaña mundial, usando un arma que Estados Unidos ni conocía ni comprendía, era altamente improbable.

Pero a medida que el número de casos crecía en 2021, los líderes de la administración y de la comunidad de inteligencia adaptaron su enfoque para alentar la notificación de todos los casos potenciales lo antes posible.

Los funcionarios estadounidenses —especialmente los que se encontraban en el extranjero— que experimentaron la sensación repentina de calor, presión o sonidos en la cabeza, recibieron instrucciones de alejarse de su área inmediata e informar de sus síntomas inmediatamente a las oficinas de salud y líneas directas establecidas.

Sin embargo, los funcionarios afirmaron que descubrieron una amplia variedad de causas potenciales una vez que profundizaron en los síntomas específicos que experimentaron las personas.

La notificación de casos ha descendido “significativamente” en los últimos meses, según un funcionario. Aunque se han notificado algunos casos en 2023, no se han identificado grupos.

“No es que no hubiera pistas. Había pistas”, dijo el segundo funcionario. “Pero cada vez que las seguíamos, se disipaban”.