EEUU ha prohibido la importación de productos hechos por esclavos o niños

Una parte importante de los pescados y mariscos que se han comercializado y consumido en Estados Unidos y otros países por años tienen un origen ominoso: son capturados y preparados para su comercialización por mano de obra forzada, sobre todo en países del sudeste asiático. Así, muchos de esos deliciosos camarones o filetes de pescado que engalanan las cenas de miles y miles de estadounidenses –y que se venden en numerosas cadenas de supermercados del país– fueron originalmente pescados por personas sometidas a virtual esclavitud.

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Pescadores que habrían sido sometidos a trabajo forzado en Indonesia, donde trabajaban en condiciones de esclavitud. (AP)

Ese escandaloso comercio, y otros que se llevan a cabo con prácticas ilegales o abusivas, por ejemplo con mano de obra de niños o de personas obligadas a trabajar en condiciones deplorables, podrá ser combatido con mayor amplitud luego de que el presidente Barack Obama firmó y promulgo una ley, aprobada en uno de esos pocos casos de colaboración bipartidista en el Congreso en la actualidad, que prohíbe oficialmente la importación a Estados Unidos de bienes producidos por mano de obra forzada e infantil.

Se trata de la Trade Facilitation and Trade Enforcement Act of 2015, que además de incluir normas que tratan numerosos aspectos comerciales (como protección de la propiedad intelectual y contra la piratería y el contrabando) tiene provisiones que abordan específicamente los casos de importaciones de productos obtenidos o elaborados por trabajadores forzados o por niños, como señaló el portal Quartz.

Entre ellos ciertos productos de la pesca que, ya sea para consumo humano o animal, son importados legalmente y llegan a ser vendidos en cadenas de supermercados en Estados Unidos: Quartz cita a Walmart y Whole Foods, y otras fuentes añaden a Albertsons, Kroger, Safeway y el mayorista Sysco. Y no solo allí: cadenas de restaurantes como Red Lobster u Olive Garden, se ha mencionado, también han incluido en sus menús pescados y mariscos que habrían provenido de pesca realizada por personas esclavizadas.

En 2015, reportajes de gran envergadura realizados por The New York Times y la agencia AP documentaron ampliamente la situación de esclavitud y explotación en la que se encuentran cientos y cientos de personas, muchos de ellos de nacionalidad birmana o camboyana, que en barcos y puertos en Tailandia e Indonesia capturan y procesan pescados y mariscos que luego son destinados a la exportación.

Esos trabajadores fueron conducidos allí muchas veces con engaños y retenidos por la fuerza, a veces en jaulas y en condiciones de hacinamiento. Trabajan a veces 20 horas al día, deben beber agua sucia y están expuestos a los elementos, a las enfermedades, a accidentes. Todo por una paga ínfima, muchas veces sin salario alguno, y por periodos que llegan a ser de años, algunos incluso de décadas.

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En Tailandia e Indonesia miles de pescadores, muchos originarios de Birmania o Camboya, trabajan en condiciones extremas o de modo forzado. (AP)

Tan solo en Tailandia, las exportaciones pesqueras suman 7,000 millones de dólares al año, y una parte importante de ello estaría vinculado al uso de pescadores esclavos.

Pero aunque es sabido que parte de la pesca en esa región de Asia es realizada en condiciones de esclavitud, sus productos logran entrar a la cadena de exportación y llegan a muchos países. En Estados Unidos, por ejemplo, zonas grises en la ley permitían que, en caso de que la demanda interna no pudiera ser satisfecha de otro modo, bienes producidos por mano de obra forzada pudiese ser admitida en el país. Una excepción conocida como “consumptive demand” que data de 1930.

Es decir, si la voracidad estadounidense por los camarones es tal que no puede saciarse con el marisco capturado o procesado de modo responsable (o al menos vía trabajo formal y legítimo), había sido posible abastecer legalmente esa demanda con camarones capturados o procesados por esclavos, y el mismo caso se aplicaría a otros bienes en similares circunstancias. Ese sorprendente pero muy real agujero legal estuvo vigente por décadas (fue establecido en tiempos de la Gran Depresión) hasta que fue cerrado por la ley firmada por Obama hace unos días.

El Departamento del Trabajo de Estados Unidos, por ejemplo, mantiene una lista de países y productos e industrias de los que cuenta con información para concluir que recurren en cierto grado a mano de obra forzada o de niños. En ella figuran camarones de Tailandia pero también ropa de Argentina, India, Tailandia y Vietnam, caña de azúcar de Bolivia y Birmania, electrónicos y juguetes de China, diamantes de Sierra Leona o pornografía de Rusia, entre otros.

Quartz añade, por ejemplo, que México es origen de bienes obtenidos por trabajos forzados o infantiles en ámbitos como caña de azúcar, tabaco, café y pornografía y Colombia en oro, caña de azúcar, café, carbón y, también, pornografía, en una amplia lista de países y productos elaborada con datos del Departamento del Trabajo estadounidense.

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Pescadores migrantes son retenidos en una jaula en una instalación pesquera en Indonesia, donde trabajaban en condiciones de esclavitud. (AP)

Eso no significa que toda la producción o las exportaciones de esos productos en esos países provengan de trabajo esclavo o infantil ni que necesariamente esos productos lleguen a Estados Unidos, pero sí que una cierta proporción de ellos lo sería, aunque en todos los casos se trataría de prácticas inaceptables e ilegales.

Como señalan los mencionados reportajes de 2015, muchas importadoras y empresas estadounidenses se esfuerzan para asegurarse de que sus productos, y desde luego en lo específico de los pescados y mariscos, sean ‘limpios’ y no provenientes de situaciones de esclavitud y abuso. Pero incluso así había sido posible que esas mercancías entraran y se vendieran en el país, muchas de ellas de modo legal.

La nueva ley, que entrará en vigor en marzo, elimina la excepción de la ‘consumptive demand’, por lo que prohíbe la importación de productos elaborados con mano de obra esclava o de niños, y ordena que se entreguen reportes al Congreso sobre las acciones de control y decomiso de esas mercancías realizadas por las autoridades estadounidenses de Aduanas y Fronteras, a las que dota de herramientas legales para ese fin.

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Pescadores alzan la mano para indicar que quieren volver a sus hogares, tras ser liberados por autoridades indonesias. (AP)

De acuerdo al portal National Law Review, la nueva ley faculta a las autoridades estadounidenses para confiscar o regresar importaciones de las que haya sospecha razonable de que fueron producto de mano de obra esclava o infantil. Eso implica que las importadoras estadounidenses y otras empresas del país deberán comprobar que el origen de los productos que importan sea legítimo.

Con todo, para frenar la esclavitud y la venta de sus productos hace falta recursos financieros y humanos, y una actitud firme para frenar la introducción y venta de esos productos, que requiere una actividad intensa de parte de las autoridades del país, y colaboración internacional para combatir esa lacra en los lugares donde se practica. El alcance de ello en el marco de la nueva norma aún está por verse.

Es un largo camino, pues las prácticas de trabajo forzado y de niños tiene hondas raíces estructurales y amplias redes delincuenciales que se benefician de ello. Con todo, AP indicó que su investigación sobre los pescadores esclavos en el sudoeste de Asia dio pie a la liberación de más de 2,000 de ellos y hay diversos esfuerzos a escala global para encarar ese flagelo.

Así, la próxima vez que compre una mercancía o se prepare a hincarle el diente a un suculento camarón frito, conviene reflexionar y ser proactivo para preferir aquellos productos y comercios que tengan un historial de defensa de la dignidad humana.

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