¿EEUU grande de nuevo?: las cifras que hablan de la gestión Donald Trump

El eslogan de Donald Trump es el mismo que la otra vez. Solo le agregó una palabra y le sacó dos. No es inocente. El presidente de Estados Unidos, el candidato republicano que busca su reelección a la Casa Blanca, da por sentado, así, que consiguió aquello que prometía en 2016. Por eso, el lema de su campaña ya no es "Make America great again" ("Hacer a Estados Unidos grande de nuevo") sino "Keep America Great" ("Mantengamos a Estados Unidos grande").

La prioridad del exmagnate siempre fue la economía. Él, que años atrás ostentó de sus fortunas, llegó al Salón Oval con los números como cetro y a un lado quedaron las cuestiones más sociales, como la igualdad de género, la violencia policial, la salud, el racismo. A Trump le importan los índices, los tratados comerciales y los balances a fin de mes, de año o del mandato.

Días atrás, el Premio Nobel en Economía Joseph Stiglitz declaró al diario El País que el republicano había provocado un "desastre económico" que podría llevar al país entero al declive si no se hace algo pronto. Pero, ¿qué dicen las estadísticas de estos cuatro años? ¿Donald Trump hizo a Estados Unidos grande de nuevo?

Crecimiento de la economía

Entre 5 y 6 puntos porcentuales por año. Ese fue el aumento del PBI del país que prometió Trump para su primer mandato. En campaña, en septiembre de 2016, dijo ante el Club Económico de Nueva York que mejoraría el número en más de un 4 por ciento anual y un mes después subió la vara y declaró. "De hecho creo que podemos subir más del 4 por ciento. Creo que se puede llegar al 5 o al 6 por ciento".

La promesa estuvo lejos de cumplirse ya que en promedio anual, hasta el año pasado, el PBI creció un 2,7 por ciento. Incluso, entre 2018 y 2019, el dato fue más bajo: 0,93 por ciento.

En comparación con la gestión de su antecesor, el demócrata Barack Obama, la cifra asciende un poco. Entre el comienzo del segundo mandato del expresidente y enero de 2016, el PBI creció un 11,19%. Mientras que en ese mismo lapso de la administración Trump, enero de 2017 y enero de este año, lo hizo en un 15,57%.

Pero la llegada de la pandemia de coronavirus en marzo de este año causó un giro brutal. Pese al discurso oficial de prioridad económica, el PBI registró una contracción anualizada en el segundo trimestre del año del 32,9%, lo que representa la caída económica más fuerte en la historia moderna del país. Y si bien en el tercer trimestre rebotó y creció un 7,4%, un dato alentador para su campaña, el país aún está lejos de salir del pozo en que lo dejó el virus. Trump, que desde el principio se mostró escéptico respecto de la gravedad del brote y prefería, en su discurso, priorizar la economía sobre la salud, no parece haber triunfado en ninguno de los dos. Estados Unidos es la nación más afectada por el Covid-19. A siete meses del primer caso en todo el mundo, registra casi 9 millones de positivos y más de 230.000 muertos.

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Trump y el empleo

Una de las promesas de campaña del republicano hace cuatro años fue traer de regreso al país puestos de trabajo desde China, México y Japón. De hecho, incluso una vez electo insistió con imponer aranceles a las firmas que quisieran invertir en el extranjero. En un tono justiciero, por ejemplo, escribió en Twitter en diciembre de 2016: "Estados Unidos va a reducir los impuestos de forma sustancial y los reglamentos sobre las empresas, pero cualquier firma que abandone el país para irse a otro, despida a sus trabajadores, construya una nueva fábrica o planta [en el exterior] y entonces piense en vender sus productos en Estados Unidos sin retribución o consecuencias, se equivoca".

Su intención fue clara desde el primer momento pero no del todo consecuente. Hector Sandoval, profesor del departamento de Ciencias Económicas de la Universidad de Florida, asegura en diálogo con LA NACION que el presidente no siguió adelante con esta idea y afirma: "La mayoría de los indicadores económicos clave, como el desempleo, mostraron una continuación de las tendencias que comenzaron en la administración Obama, luego de la recuperación de la Gran Recesión".

Durante su primer año en el poder la cantidad de personas sin trabajo en el país se mantuvo estable, en un promedio de 6,9 millones. Pero durante el segundo año el número bajó a 6,3 millones y en el tercero siguió con esa tendencia y cerró en 5,7 millones de desempleados, más de un millón menos que los que había tras los ocho años de presidencia de Barack Obama.

El 2020, por el coronavirus, es un año complicado. Enero y febrero reportaron el mismo ritmo a la baja pero en marzo se disparó: saltó de 5,7 millones a 7,1 millones de personas sin empleo. El pico llegó en abril: 23 millones. Tras ello las cifras comenzaron a volver a bajar, de a poco.

Deuda con la pobreza

Otras de las frases, algo estrambóticas, bien a su estilo, que dijo el magnate en campaña, fue que él iba a esforzarse para que todo el pueblo pudiera jugar al golf cuando se le antojase, en una especie de muestra de la bonanza que prometía.

Si bien no fue el caso -no hubo una demanda inmensa de palos y canchas-, durante su primer mandato, tanto en 2017 como en 2019, se reportó una leve caída, de dos puntos porcentuales, de la pobreza en el país. Tras el punto más alto de los últimos años, en 2014, la cantidad de estadounidenses bajo la línea de pobreza fue decreciendo en forma lenta pero regular.

Inflación e ingresos

La inflación no fue un problema grave para la administración Trump pero, en rigor, no suele ser para la de ningún gobierno. "Es una cifra que se mantiene estable y, por lo general, por debajo de la tasa objetivo de la Reserva Federal del 2%", explica Sandoval.

Mes a mes, en Estados Unidos, los precios al consumidor varían pero en un margen histórico que se contiene dentro de los tres puntos porcentuales, que si bien no es poco no son cifras alarmantes. Durante su primer año en la Casa Blanca, el promedio mensual fue de 2,12; en el segundo, de 2,45; en el tercero, de 1,82; y en lo que va del 2020 ese índice sigue a la baja: es de 1,22.

Respecto del sueldo promedio anual, mientras que en los dos últimos años de Obama creció en alrededor de tres mil dólares cada vez, del 2016 al 2017 reportó la misma alza pero al año siguiente casi quedó estanco. Las últimas cifras, de 2018, señalaban una media de 91.652 dólares.

Balanza comercial

Si bien el "borrón y cuenta nueva" en algunos aspectos es algo esperable cuando cambia un gobierno, más si el gobierno es de otro partido, la grandilocuencia del republicano en sus semanas previas a asumir de Washington hizo anticipar lo que vendría. Una especie de seguidilla de anuncios de salidas y renegociaciones. Además de no querer formar más parte del acuerdo climático de París, el antes empresario dijo que iba a cambiar los términos de varios tratados ya existentes, tanto comerciales como políticos. Y lo hizo. Las relaciones con Irán, con Venezuela, con Cuba, con China, con México y con Canadá se pusieron en juego. También el vínculo con Europa.

Y si bien en un momento se pensó que su llegada al gobierno podía convertirse en un baldazo de agua helada para el comercio del país, como cuando firmó la salida del Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica (TPP, por sus siglas en inglés), el impacto de sus acciones no fue el anunciado. De 2017 a 2019 las importaciones superaron a las exportaciones. El primer año por 513 mil millones de dólares, el segundo por 579 y el tercero por 576. Durante el segundo mandato de Barack Obama, la relación fue similar.

Un dato a destacar es que el balance entre las exportaciones y las importaciones en el área de servicios es positivo mientras que en el de bienes es negativo.

¿América primero?

La rivalidad no comenzó con el brote. Desde hace años el presidente culpa a China por varios de los problemas de su país. Amenazado con perder un liderazgo a nivel mundial frente al gigante asiático, el republicano siempre lo marcó como un enemigo.

En mayo de 2016, en uno de sus eventos de campaña, eufórico, Trump, que durante su presidencia fue denunciado por más de una mujer por acoso sexual, pronunció una analogía algo agresiva y dijo: "No podemos seguir permitiendo que China viole a nuestro país, porque eso es lo que estamos haciendo. Vamos a dar vuelta las cosas, tenemos las cartas, no lo olviden. Tenemos mucho poder".

Y actuó en consecuencia. Comenzó una guerra comercial en la que, por ejemplo, en junio de 2018 Estados Unidos impuso aranceles del 25% a exportaciones chinas por valor de 50.000 millones de dólares, y en septiembre otro 10% adicional a más productos como indumentaria, de belleza y electrónicos.

Sobre los efectos de esta guerra comercial, Andrés Vinelli vicepresidente de política económica del think tank American Progress, indica: "No se vieron concesiones importantes en materia comercial por parte de China aunque cabe destacar que esta actitud más firme seguramente sea un legado que perdure". Sin embargo, agregó: "Hubo un aumento de la incertidumbre en cuanto a la trayectoria de la política comercial de EE.UU. y a su papel en el marco general de las relaciones internacionales. Asimismo se debilitó el vínculo con los organismos internacionales y se resintieron los lazos con socios tradicionales como la Unión Europea. Los resultados están a la vista en el pobre nivel de cooperación durante la crisis del coronavirus".

Si bien Trump en los 90, con sus rascacielos en vidrio y en varios países y sus participaciones en programas de televisión exitosos, como la sitcom La niñera, se mostraba como un joven galán y todopoderoso por su fortuna, símbolo del capitalismo que representa el país, al llegar al poder tuvo un discurso mucho más proteccionista de lo que se podía llegar a pensar tiempo atrás. Entre otras cosas, pregonó más productos nacionales y menos fabricación extranjera. Menos Made in Taiwan y mas Made in USA. O, como él dice, "America first" ("Estados Unidos primero").

El tono de sus máximas frente al micrófono no se tradujo en cifras. En sus años de gobierno, la producción nacional resultó estable, con algunas variaciones pero poco significativas, siempre por debajo del 0,5%.

"Su política económica no mejoró los resultados de la industria manufacturera y tampoco generó confianza ni previsibilidad en los empresarios ni en la sociedad. Por otro lado, su política impositiva aumentó el déficit fiscal (tendencia que venía antes del coronavirus) pero no produjo una suba de la inversión productiva", afirma Vinelli.

Además, sobre la economía de esta gestión, evaluó: "Trump suele centrarse en pocos indicadores: se refiere permanentemente al desempeño de la bolsa, eso parece guiarlo mucho. De hecho las acciones subieron un 99% bajo su gestión y la baja impositiva a las empresas redundó en un aumento de la cotización de las empresas. Además el aumento de la concentración de la economía, promovido por el enfoque desregulatorio de su administración, generó rentas extraordinarias que inflaron la bolsa. Un tercer factor es la intervención de la Reserva Federal, que inundó de billetes la economía. Pero dado que el 89% de las acciones están en manos de un 10% de la gente, resulta claro que esto no es bienestar económico".

Sin embargo el presidente insiste. Hace unos días escribió en Twitter: "Esta es una elección entre la 'recuperación Trump' y la 'depresión Biden'. Si votan por mí, la prosperidad aumentará, la vida normal se reanudará por completo y el próximo año será uno de los mejores años en la historia de nuestro país".

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