Educarte en otro país y en otro idioma, el difícil reto de miles de niños ucranianos

Para muchos niños ucranianos que actualmente viven en Polonia, el que ahora arranca es ya su segundo curso escolar fuera de su país. En total hay más de 170 000 niños ucranianos matriculados en escuelas de Polonia. Eso, estadísticamente, se traduce en que habrá al menos un estudiante ucraniano por cada una de las 85 000 aulas del país.

Algunos se matricularon en escuelas polacas, y otros decidieron asistir a escuelas ucranianas. Marina Yusyn, de Ucrania Inquebrantable, nos explica los retos a los que han tenido que hacer frente este tipo de centros.

"Lo más difícil fue pasar de una educación gratuita a otra basada en la matrícula", explica Yusyn. "Tuvimos que hacerlo debido a la disminución de la ayuda de los donantes internacionales. La ayuda a los refugiados ucranianos en el extranjero está disminuyendo ligeramente, pero esto no es malo porque la ayuda dentro de Ucrania está aumentando".

El idioma, un aspecto fundamental

La escuela ucraniana de Varsovia, a pesar de contar con importantes desafíos, tiene innegables ventajas para sus alumnos. Estos agradecen no solo el hecho de que la educación sea en ucraniano, sino el ambiente hogareño que se respira en todo el centro.

"Hemos estado aquí y también hemos viajado a Ucrania durante las vacaciones", cuenta Viktoriia, alumna del centro. "Pero hemos intentado mantener el contacto con nuestros compañeros. Hoy por hoy es un poco difícil, después de todo ya estamos en 11º curso, pero nos encontramos felizmente en una compañía muy cálida en la que todos se apoyan mutuamente".

"Nuestra misión es trabajar con los niños ucranianos", recuerda Yusyn, "con las jóvenes generaciones que crecerán y volverán a Ucrania para reconstruir el país".

Las escuelas polacas, por contra, parecen ser más difíciles para los refugiados ucranianos, y aunque muchos han encontrado su camino, otros necesitan todavía mucho apoyo y atención. Formarse nunca ha sido fácil, y en determinadas condiciones, menos.

"El estrés del desplazamiento, del trauma, y la incertidumbre de todo ello afecta a los padres y también a los niños", explica Alan Moseley desde el Comité Internacional de Rescate. "Los niños nos contaron que tenían la sensación de "haber perdido el mundo entero", una frase que surgió en nuestro estudio. Este sentimiento les dificultaba concentrarse, adaptarse y tener éxito en las escuelas polacas".

Moseley recuerda que "los niños ucranianos siguen enfrentándose a retos y barreras específicos. Por ejemplo, la barrera del idioma, que es una de las que se nos mencionó en el estudio y que impide que los niños sean aceptados e incluidos".

Como señala la ONU, solo menos de la mitad de los niños ucranianos han sido escolarizados en Polonia. Por ello, la organización hizo un llamamiento a sus padres para que matriculen a sus hijos en el sistema educativo presencial, ya que las escuelas no solo sirven para aprender, sino también para socializar y lograr el bienestar mental.