Edgar Wright revive los 60 para buscar un sueño

CIUDAD DE MÉXICO, octubre 29 (EL UNIVERSAL).- El camino a la fama, la popularidad o el reconocimiento puede estar lleno de baches y zanjas, si es que se llega, pues cuando no se consigue habrá que lidiar con otros demonios llamado frustración, enojo e ira.

Al menos así lo muestra Edgar Wright ("Baby driver") en su nuevo filme "El misterio del Soho", en el que deja atrás géneros como la acción o la comedia policiaca y el cine de zombis ("El despertar de los muertos") para adentrarse en el thriller de terror psicológico, en donde, dice, le ha servido más para mostrar el horror de la ambición, la podredumbre humana y los sueños rotos.

"El filme tiene muchas lecturas y eso me gusta provocar en mis trabajos, al inicio piensas que sabes en qué dirección irá pero de pronto gira hacia otro lado y ahí es donde está la trampa, crear una expectativa que finalmente no se cumple. Aquí crees que será un filme sobre una chica que busca cumplir su sueño y lo es, en parte, pero de pronto te das cuenta que la verdadera historia viene de otra parte y que al final ambas hablen de los mismo, de los sueños, de las metas y de lo complicado o a veces imposible que se vuelve lograrlo", comentó Edgar en entrevista.

En la película que se estrena este fin de semana en la Ciudad de México, se muestra la historia de una joven llamada Eloise (Thomasin McKenzie), quien se traslada de su tranquila vida en el campo al Londres contemporáneo para estudiar moda.

Abrumada por la ciudad, se retira a un mundo de ensueño nocturno donde sigue a Sandy (Anya Taylor-Joy), una aspirante a cantante del Londres de mediados de los 60, un lugar que parece brillante y glamoroso.

Eloise poco a poco pierde su comprensión de la realidad, entre su vida real y sus sueños.

El momento en el que Eloise se encuentra retrocediendo en el tiempo por primera vez es uno de los más abrumadores y visualmente deslumbrantes de la película, ya que es transportada desde su dormitorio a las calles del Soho de los 60 por la noche, con sus letreros de neón relucientes y carpas iluminadas.

"Las secuencias exteriores clave se rodaron en el centro de Londres o en el mismo Soho y requirieron vestir calles enteras con fachadas de época, extras, autos. Definitivamente ha sido la película más compleja que he realizado, no nada más por el despliegue técnico, también porque filmamos en época Covid y fue algo distinto a para todos", dijo.

Una de las cosas que el cineasta británico estaba más entusiasmado por plasmar era la compleja y complicada manera en que históricamente les es más complicado a las mujeres abrirse camino y no por falta de talento o esfuerzo, sino porque el mundo de los hombres sigue imprimiéndolas.

"Esa lectura acerca del abuso hacia la mujer me parece interesante porque el filme muestra cómo tanto al personaje de los 60 como al de la época actual le sigue costando trabajo abrirse camino, claro que las violencias que vive cada una son distintas pero no por ello menos importantes una de otra. Los sueños no cumplidos o rotos siempre es algo que me ha inquietado y en esta ocasión quise plasmarlo a través de estos dos personajes que podrían parecer similares por la manera en la que persiguen sus sueños pero tienen resultados distintos", explicó.