Drogas, cantos y bailes, la fascinante historia de las tallas rupestres del sur de Perú
Grabados en Toro Muerto podrían haber sido tallados bajo el influjo de alucinógenos
Al sur de Perú, en el interior de una garganta desértica cerca del valle del río Majes, se sitúa Toro Muerto, uno de los complejos arqueológicos de arte rupestre más sorprendentes de América del Sur. Se extiende a lo largo de unos ocho kilómetros cuadrados y alberga miles de rocas volcánicas, adornadas con antiguos petroglifos que van desde pequeñas piedras con motivos únicos hasta enormes rocas con múltiples imágenes.
Se encuentra a un par de horas de viaje desde Arequipa y, aunque las cifras bailan entre 3000 y 10.000 rocas talladas, su exuberancia y diversidad de formas la aúpan como una de las zonas más ricas en arte rupestre del mundo. Es difícil calcular el número exacto de figuras grabadas en las rocas, debido a que muchas de ellas se han erosionado y ahora son casi imperceptibles, o están cubiertas por la arena. Representaciones geométricas, antropomórficas, escenas cotidianas, celebraciones y ceremonias, aves, mamíferos, cuadrúpedos, reptiles… Una amplísima variedad de tallas en piedra que se han datado en el extenso período de Chuquibamba, es decir entre el año 900 y el año 1500 después de Cristo.
Desde la década de 1970 docenas de científicos e investigadores han visitado el valle de Toro Muerto analizando sus imágenes, descubriendo nuevas piedras grabadas y profundizando tanto en sus aspectos más técnicos como en los más simbólicos. Precisamente esta semana se ha publicado en el Cambridge Archeological Journal un novedoso estudio, realizado por investigadores polacos, con evidencias que apuntan a que algunos de estos grabados podrían haber sido inspirados por personas que cantaban, bailaban y consumían plantas alucinógenas.
Las figuras se han denominado “danzantes” y son representaciones esquemáticas de personajes antropomorfos que se muestran con mayor frecuencia en una pose dinámica, con un brazo levantado y otro bajado, con las piernas ligeramente abiertas (a veces dobladas por las rodillas) y con la cabeza de frente o de perfil, mostrando un tocado representado en forma de líneas paralelas. Los rostros de estas figuras a veces tienen ojos claramente marcados y otros signos (probablemente pintura facial o patrones en una máscara, curiosamente a menudo también en forma de líneas en zigzag). Aunque algunos danzantes presentan poses más bien estáticas, su identificación como bailarines parece convincente.
Estos danzantes no incluyen rasgos que permitan una identificación inequívoca de su género aunque, comparándolos con diversas representaciones de otras culturas andinas prehispánicas, podrían representan figuras masculinas, ya sea desnudas, o con sólo el torso descubierto, o vistiendo una prenda corta en la parte superior del cuerpo y un taparrabos. En ocasiones estas figuras también incluyen elementos que sugieren sonido, como volutas sonoras o líneas cortas que irradian de su figura simulando sonidos provenientes de su cuerpo.
Los investigadores apuntan a que la mayoría de los petroglifos parecen haber sido pensados o planificados antes de tallarlos; su color y espaciado uniforme sugieren que los artistas sabían lo que iban a hacer de antemano. Además señalan que la mayoría de las tallas expone temas similares en la que estos danzantes, rodeados de líneas onduladas en zigzag, fueron tallados para acentuar los movimientos asociados con un baile dinámico y vigoroso.
Además, el estudio señala que las tallas son muy parecidas a las realizadas por los Tukano (los primeros pueblos que habitaron en lo que hoy es Colombia) y que investigaciones anteriores han demostrado que la mayoría de esas tallas fueron realizadas durante rituales en los que se consumía ayahuasca, una bebida elaborada con enredaderas alucinógenas.
En definitiva, el nuevo estudio aporta un contexto fascinante de música, canciones, bailes y alucinógenos a unas tallas que ya de por sí eran muy interesantes.
TAMBIÉN EN VIDEO: Descubren un recinto pintado de blanco en un centro ceremonial de 3.000 años en Perú
Referencias científicas y más información:
Andrzej Rozwadowski et al. “Dances with Zigzags in Toro Muerto, Peru: Geometric Petroglyphs as (Possible) Embodiments of Songs” Cambridge Archaeological Journal (2024). DOI:10.1017/S0959774324000064
Bob Yirka “Carvings in southern Peru may have been inspired by people singing while hallucinating” Phys.org (2024)