Dora Carbonnel, embajadora de la canción francesa en Montmartre

Me encontré con la cantante y compositora Dora Carbonnel hace ya más de 20 años, cuando cantaba en el café Les Noctambules, en el barrio parisino de Pigalle. Recuerdo que lo primero que me dijo fue “soy mitad cubana”. Desde entonces, nos hemos mantenido en contacto y suelo estar al corriente de sus múltiples presentaciones en Montmartre, uno de los pocos lugares, me dice, en los que todavía se puede escuchar en vivo el cancionero francés de las décadas anteriores a la de 1970.

Nació en París, de una relación que tuvo su madre corsa, descendiente de la familia Paoli, con Walterio Carbonell, un intelectual cubano de paso por París a fines de la década de 1950. Fue un romance juvenil cuando Carbonell estudiaba en La Sorbona, y antes de regresar a Cuba, como muchos intelectuales, tras el llamado del triunfo revolucionario de 1959. Su padre nunca más pudo volver a Francia. Por razones artísticas, Dora añadió a su apellido dos enes y le quitó la doble ele.

A Dora Carbonnel la música le ha servido de columna vertebral en su vida.
A Dora Carbonnel la música le ha servido de columna vertebral en su vida.

Su historia daría para escribir una novela. “A los 30 años de edad me enteré de que mi padre era cubano y como él hablaba perfectamente francés, incluso sin acento y con mejor vocabulario literario que el mío, empezamos a escribirnos”, me cuenta. Cartas iban y venían entre La Habana y París, y así pasó el tiempo hasta que un primo mío, Danilo Batista Carbonell, sobrino de su padre y establecido en Murcia, la incitó a hacer el viaje a La Habana para conocerlo. “Llegué a La Habana por diez días, en 2005, y me encontré con mi padre por primera vez cuando él tenía ya 85 años”.

Walterio Carbonell falleció en 2008. Fruto de este primer y único encuentro entre ambos fue la publicación en francés de un libro de su padre, titulado Cómo surgió la cultura nacional, que Dora mandó a traducir al francés. Condenado al ostracismo en 1961 tras la publicación de este mismo ensayo, después de haber regresado a la isla tras sus estudios de sociología en la Escuela de Altos Estudios de La Sorbona, fue considerado entonces como uno de los pocos intelectuales negros cubanos. A Walterio lo expulsaron de la UNEAC y lo enviaron a las UMAP (campos de trabajo forzado) por atreverse a decir que en Cuba no había libertad.

Afiche de la revista La leyenda de Montmartre.
Afiche de la revista La leyenda de Montmartre.

Dora confiesa lo muy raro que le parecía todo: “aquel país en ruinas, las condiciones limitadas de la vida cotidiana, la reunión de más de 15 primos y primas alrededor de una mesa, la fabulosa biblioteca de mi padre (llena de polvo) en la que no faltaba ningún clásico francés, su historia llena de sinsabores que fui aprendiendo a través de artículos, escritos y documentos que algunas personas me enviaban”.

A Dora Carbonnel la música le ha servido de columna vertebral en su vida. “Después de una infancia y adolescencia en varias provincias de Francia, me establecí en París a los 18 años con el deseo de estudiar teatro. Me inscribí primero en los Cours Simon y luego en la escuela de comedia musical de Michel Fugain que acababa de dejar los estudios cinematográficos de La Victorine, en Niza. Estudié en el conservatorio de Rueil-Malmaison, tomé otros cursillos en la escuela de jazz IACP y en el estudio Pygmalion, actué y fundé en 1991 mi propia compañía que llamé Compagnie du Regard, con la que comencé en una puesta de una pieza de Jean-Claude Carrière llamada L’aide mémoire”, afirma.

El nuevo disco de Dora Carbonnel.
El nuevo disco de Dora Carbonnel.

La compañía se malogró cuando estalló la guerra del Golfo, cuyos efectos se hicieron sentir en la vida nocturna parisina. Pero como Dora tenía muchas ganas de cantar no vaciló en consultar un ortofonista, el célebre Dr. Alfred Tomatis, especialista que había tratado a muchos artistas, para que le ayudara a corregir el bloqueo vocal que padecía, pues el padre de este especialista había sido cantante lírico y él había inventado un método para remediar estos problemas.

“Fue así como perdí el miedo, gané en seguridad y me vi cantando en la verdadera bohemia de Montmartre antes de establecer un repertorio de cancionística francesa en el que nunca faltan las piezas de Edith Piaf, Charles Aznavour, Barbara, Michel Berger, Yves Montant, Charles Trenet, Georges Brassens, Patrick Brel, Françoise Hardy y muchos más”.

Dora Carbonnel en Montmartre, uno de los pocos lugares, me dice, en los que todavía se puede escuchar en vivo el cancionero francés de las décadas anteriores a la de 1970.
Dora Carbonnel en Montmartre, uno de los pocos lugares, me dice, en los que todavía se puede escuchar en vivo el cancionero francés de las décadas anteriores a la de 1970.

Cantó durante años para la Mère Catherine, el Abbé Constantin, La Crémaillère, Les Noctambules y, sobre todo, en La Bonne Franquette, mítico cabaret y café de Montmartre en un edificio en el que vivió, cuando pocos lo conocían, Charles Aznavour. “Imagínate que en el pasillo de La Bonne Franquette está aún el buzón con el nombre de Aznavour cuando él vivía en ese mismo edificio y que la panadera de la esquina le guardaba la correspondencia”, revela. También trabajó para Olivier Raymond el repertorio de Gilbert Bécaud, gran cantante, pianista y compositor francés fallecido en 2001 y que se presentó unas 30 veces en el célebre teatro Olympia.

Ha publicado varios discos (el primero de ellos Toi ma voix, en 2003), y acaba de grabar Uni vers celles, un álbum con cuatro canciones junto a los arreglistas Jean de Aguiar y Olivier Raymond de las cuales es ella quien escribió los textos. Con Raymond, compositor, cantante y pianista, se ha presentado en los escenarios del teatro de l’Archipel, Bois-Colombe, el festival de Montluçon, entre muchos más.

Hoy en día vive, en Saint-Calais-du Désert, un pueblo del departamento de Mayenne, pero viaja con frecuencia a París y recorre con sus canciones todo el país, como en los últimos tiempos en que ha formado parte del elenco de la comedia musical La leyenda de Montmartre, montada por el cantante y compositor Alain Turban, y en la que junto a unos 15 artistas recorre los diferentes escenarios de Francia. Quien visite Montmartre puede siempre informarse porque es muy posible que Dora Carbonnel esté anunciada en alguna cartelera de sus sitios musicales.

William Navarrete escritor establecido en París