¡Qué divertido es ver a este florido trío —Trump, DeSantis y Suárez— en campaña! | Opinión

Donald. Ron. Francis.

Uno de Palm Beach. El otro del lugar que le apetezca esta semana. Y el tercero de Miami.

Qué trío de hombres de la Florida compitiendo por ser Presidente de Estados Unidos, el cargo más alto del país —y hasta que bajaron los estándares para allanar el camino y elegir a esa celebridad que era Trump en 2016— el más influyente del mundo.

En el abarrotado campo de candidatos presidenciales republicanos para 2024 —nuestro vecino adoptado a la fuerza Trump, nuestro cruel DeSantis, nacido en Jacksonville, y el hijo de Miami, Suárez— se destacan, si no por sus puntos políticos, al menos por la osadía de creerse dignos.

Y mientras viajan por todo el país vendiéndose a través de anuncios y presentaciones, las primarias del Partido Republicano están empezando a sentirse como un referendo sobre el Estado del Sol.

Y ahora, quizás haya un cuarto floridano en la contienda: el senador Rick Scott quien, a pesar de dos mandatos del Tea Party como gobernador, sigue siendo visto como un oportunista.

Estados Unidos: Andamos mal.

Solo en la Florida

Por un lado, el tríptico Trump-DeSantis-Suárez ha acumulado tantos problemas legales entre ellos —desde asuntos de seguridad nacional hasta políticas de sobornos a nivel estatal y local, con una pizca antidrag para darle estilo, y violaciones a los derechos civiles para escandalizar— que la Florida se ha convertido en un paraíso para las demandas.

Nuestro nuevo lema estatal debería ser: “Que no quede ningún abogado desempleado”.

Trump y DeSantis, la razón por la que los floridanos están unos contra otros y, en el siglo XXI, pelean por los derechos civiles como si viviéramos en la década de 1950, tienen ambos una oportunidad real de llegar a la presidencia.

Suárez, hijo del primer alcalde cubano de Miami, sabe que sus posibilidades son solo un poco mayores que las de ir tras la presidencia de Cuba. Está en la contienda para elevar su perfil nacional al estilo de Pete Buttigieg, pero, a diferencia del secretario de transporte del presidente Biden y ex alcalde de South Bend, Indiana, no tiene mucho que ofrecer en cuanto a historial.

Salvo un estadio de fútbol aún por construir junto al aeropuerto, donde algún día podría jugar la gran estrella argentina Lionel Messi, y su manchado título de “criptoalcalde”, casi todo lo demás que Suárez pregonó como logros suyos ante una pequeña y acogedora audiencia en la Biblioteca Reagan de California, su acto inaugural presidencial, es en realidad obra de otros.

El alcalde de Miami, Francis Suárez; su esposa, Gloria; y su padre, el ex alcalde de la ciudad de Miami Xavier Suárez, recitan el juramento de lealtad antes de su primer discurso como candidato a la nominación presidencial republicana de 2024 en la Biblioteca Presidencial Ronald Reagan, en Simi Valley, California, el jueves 15 de junio de 2023.
El alcalde de Miami, Francis Suárez; su esposa, Gloria; y su padre, el ex alcalde de la ciudad de Miami Xavier Suárez, recitan el juramento de lealtad antes de su primer discurso como candidato a la nominación presidencial republicana de 2024 en la Biblioteca Presidencial Ronald Reagan, en Simi Valley, California, el jueves 15 de junio de 2023.

Como alcalde a tiempo parcial, ni siquiera pudo controlar al comisionado Joe Carollo. ¿Cómo va a expulsar a China de Cuba como prometió en Twitter? Pero es divertido verlo. Tiene ese encanto de hermano de Miami.

Yuxtapuesto contra el adusto DeSantis, cuyo odio a los inmigrantes es tan fuerte que tiene que perseguirlos hasta en otros estados, Suárez es una fiesta unipersonal de música tecno. Frente a Trump, su supuesta intervención a favor de un urbanizador que le paga $10,000 al mes no es nada. Es San Francisco.

Pero Miami, ahora locamente pro-Trump, y la Florida roja y rural significa que ni Suárez ni DeSantis pueden tocar a la maravilla del MAGA.

Trump es capaz de más encarnaciones que Spider-Man en la película “Across the Spider-Verse”.

El desacreditado presidente pudiera vestirse de drag y leerles a los niños... y la Florida seguiría poniendo las manos en el fuego por él. Las acusaciones de violación en su contra y ser declarado responsable de abuso sexual en Nueva York no hacen ningún daño a Trump entre los nacionalistas cristianos. Podría escribir un libro sobre sus escarceos con Stormy Daniels y Moms for Liberty no lo prohibirían en las escuelas primarias.

Trump es Trump y satisface una necesidad básica: exigimos que nuestro presidente nos entretenga.

En la era de la educación embobecida y el blanqueamiento de la historia, la presidencia, en manos de Trump, seguiría siendo como el máximo videojuego, la máxima serie de tele-realidad. ¡Y todos somos jugadores!

¡El presidente estrella nos lanza gorras rojas, toallas de papel y promesas de croquetas gratis en Miami!

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¿Quién necesita decencia?

Ser decente en la Florida es aburrido, y hace que uno parezca débil.

Biden, especialmente, demostrando todo ese amor incondicional por su hijo a través de la drogadicción y los problemas fiscales, sufre de esta aflicción. Ser un gran padre, como DeSantis alardeó recientemente en la Christian Broadcast Network, ¡es criar a un niño de cuatro años que quiere construir una honda para matar a Goliat! El mismo niño que DeSantis presentó en un anuncio pretendiendo construir un muro de ladrillos para mantener a los menos afortunados fuera de Estados Unidos.

Espejito, espejito, ¿quién es el más cristiano de todos?

Bueno, a la cabeza de la manada del Partido Republicano —y por mucho— está el ex presidente encausado y procesado, que se fue de la Casa Blanca con los secretos de Estados Unidos, los escondió en un salón de baile y en un baño, y engañó a su esposa embarazada con la actriz porno a la que pagó dinero por su silencio, por lo que también fue acusado de infracción con los fondos de campaña.

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Es un asunto tan menor su intento de dar un golpe de estado el 6 de enero de 2021, que lo convirtió en el primer presidente dos veces impugnado, y dos veces más querido.

Es tan cristiano que, después de ser fichado en Miami la semana pasada, los operadores locales del Partido Republicano organizaron un círculo de oración a su alrededor en Versailles. Gracias a la supremacía del acceso de Fox News, pudimos ver la cara de rezo de Trump: apretada. Y como si hubiera sido iluminado por un rabino y un pastor se sintió lo bastante generoso como para ofrecer comida para todos. Comida que después no pagó.

¿Qué otro estado puede ofrecer tanto dramatismo y patetismo?

¿Qué otro estado puede importar el virus del odio hacia “El Otro”, más transmisible que el coronavirus, con más alardes y éxito que la Florida de DeSantis?

De hecho, aquí el virus del odio a los inmigrantes mutó en el virus del odio a la historia de los negros, que mutó en el virus del odio a los homosexuales. Y ahora, es un virus nacional que llega a un estado cerca de ti. Ni siquiera los liberales de California están a salvo.

Trump, DeSantis y Suárez: nuestros regalos de la Florida, con la marca MAGA, empaquetados y enviados en lugar de naranjas, sin recolectar, gracias al éxodo migratorio.

Etiqueta de advertencia: El daño a la democracia podría ser irreversible.