Disputa entre un campo de tiro y un fruticultor se resuelve; no con un disparo detonación sino con una orden de alejamiento

Una disputa hostil de años que involucró al propietario de un campo de tiro, un fruticultor, una excavadora, dianas preparadas con el explosivo binario Tannerita y un lanzallamas terminó pacíficamente por ahora, con un par de órdenes de alejamiento.

Kevin Barber, de 45 años, y Perla Vargas, de 40, viven y trabajan en su pequeña granja frutícola en una comunidad agrícola muy al oeste de Homestead. Tras mudarse a su actual propiedad hace tres años, el veterano militar y su prometida esperaban un asentamiento pacífico para cultivar sus frutas y criar a su hija.

Pero no fue así. El campo de tiro situado junto a su propiedad, Henry’s Sports Shooting Range, y su propietario, Henry La Due, les han hecho temer por su seguridad, dijeron. Tanto Vargas como Barber alegaron que La Due, de 74 años, los amenazó en numerosas ocasiones después que la pareja se quejó ante la Policía de las explosiones y otras molestias que generaba el campo de tiro.

Es más, consideraron que la Policía no tomaba muy en serio sus quejas.

Sin inmutarse, Barber y Vargas solicitaron al tribunal sanciones contra La Due, buscando “protección contra la violencia de acoso”. Esta vez llegaron armados: con un video que mostraba al vecino y a sus clientes haciendo exactamente lo que la pareja decía que estaban haciendo.

El pasado lunes 17 de abril, el juez del condado Javier Enríquez concedió a la pareja órdenes de alejamiento permanentes. La Due no se presentó a la audiencia judicial programada. Una mujer que contestó al teléfono en el campo de tiro colgó a un reportero cuando este se identificó.

“Parecía que esto iba para largo”, dijo Barber en respuesta a la actuación del juez Enríquez. “Estoy muy contento con los resultados, pero ha sido mucho estrés. Había una carga que soportar en este camino en el que estábamos y era poco amable. Creo que ahora hay una oportunidad para un nuevo comienzo”.

El lunes en el tribunal, Barber relató al juez Enríquez la serie de acontecimientos que condujeron a esa audiencia.

Kevin Barber de pie sobre una pila de cartuchos de escopeta vacíos cerca de un canal en la zona no incorporada de Miami-Dade, el viernes 15 de julio de 2022. Barber, que cultiva frutas tropicales en los alrededores, dice que la gente se siente atraída por esta zona porque cerca hay un campo de tiro deportivo. Y si el campo no está abierto, la gente sigue queriendo disparar.

Barber explicó que la disputa comenzó después que llamó a la Policía al campo de tiro por primera vez en febrero de 2022, informando que había ruidos fuertes y excesivos todo el día. Dijo que después de esa llamada, la hostilidad de La Due hacia él y Vargas se intensificó. Barber alegó que La Due le apuntó con una pistola y amenazó con matarlo, y también amenazó con disparar a su perro. Lo que La Due operaba al lado no parecía ser un campo de tiro normal. Los videos subidos a internet mostraban a los clientes quemando el follaje con lanzallamas, disparando armas desde el interior de un auto desvencijado en lo que dieron en llamar prácticas de violencia vial y haciendo explotar objetivos equipados con el explosivo Tannerite.

Además, Barber afirmaba que algunos individuos, frustrados al ver cerrado el campo de tiro, disparaban contra su arboleda, donde también está su casa. Sin embargo, sin pruebas en video, la Policía no hizo ningún arresto. Barber pensó que los agentes no iban a avanzar nada hasta que presentara pruebas.

Fue entonces cuando Barber y Vargas tomaron la decisión de instalar cámaras en los árboles que daban al campo de tiro.

Esas cámaras captaron mucho.

En el tribunal, Barber presentó un video en el que, según él, se veía a La Due usando una excavadora para raspar la grava que habían usado para mejorar la pendiente en la carretera afuera de la propiedad de la pareja y trasladarla a la carretera junto a su propia propiedad. Mostró un video en el que se veía a La Due paseando por su terreno, directamente delante de una cámara de vigilancia que no se veía, y pateando deliberadamente un poste de la valla.

Barber dijo que tanto en marzo como en abril personas que creía que eran clientes del campo de tiro dispararon contra su propiedad. Eso también se grabó en video, que compartió con el juez. Dijo que aunque habían denunciado estos incidentes a la Policía, no creían que se estuviera haciendo lo suficiente para mantenerlos a salvo, lo que en última instancia les llevó a solicitar órdenes de alejamiento.

En el tiroteo más reciente, ocurrido el 11 de abril, Vargas estaba trabajando en la granja cuando, según dijo, oyó unos disparos cercanos que lo asustaron. Tras correr hacia el interior para ponerse a salvo, llamó a la policía para informar de lo ocurrido. Dijo que estaba agradecida de que su hija no estuviera en casa. La familia suele trabajar junta cuidando de sus árboles frutales.

“Ni siquiera me siento segura con ella afuera jugando por esos tiroteos”, dijo Vargas refiriéndose a su hija. “Ocurre de la nada”.

Barber citó temores similares y calificó los disparos de un acto “imprudente” que pone en peligro tanto a él como a otros en la comunidad rural.

“Justo detrás de nuestra granja hay un campo lleno de gente recogiendo quimbombó. Esas balas tienen un alcance que pueden atravesar nuestra granja y alcanzarlos a ellos también... Hay gente por todas partes y están disparando como si no fuera a pasar nada. Es solo cuestión de tiempo, si siguen así, que alguien resulte herido y mi mayor temor es que sean mi hija o Perla”.

“Son todo mi mundo”, dijo refiriéndose a su familia.

Otras personas de la zona han expresado preocupaciones similares. Pedro Rubio, que trabaja en un vivero cercano, dijo al Herald el año pasado que había visto a clientes disparar fuera del campo de tiro cuando el negocio estaba cerrado.

“Tenemos miedo de que nos disparen injustamente”, dijo Rubio.

El juez Enríquez declaró que Barber y Vargas eran “creíbles” y que la evidencia presentada ante el tribunal era suficiente para demostrar sus afirmaciones. Enríquez concedió tanto a Barber como a Vargas medidas cautelares permanentes contra La Due y exigió que el operador del campo de tiro se sometiera a evaluaciones de abuso de sustancias y de salud mental. También deberá participar en un programa de intervención para maltratadores y permanecer a 500 pies de la propiedad de los vecinos.

Enríquez declaró que si La Due incumple la orden del tribunal pudiera ser acusado penalmente.

Una foto publicada en redes sociales: tiro al blanco en Henry's Sports Shooting Range.
Una foto publicada en redes sociales: tiro al blanco en Henry's Sports Shooting Range.

En cuanto al futuro del campo de tiro, tanto Barber como Vargas dijeron que les preocupa que los amigos o clientes del negocio sigan disparando impunemente contra su propiedad y la de otros. En la Florida, conocida a veces como el “estado de las armas” por sus reglas poco estrictas sobre las armas de fuego, los campos de tiro tienen derechos especiales. Un estatuto estatal impide a los gobiernos locales establecer propias normas más restrictivas.

Barber dijo que el “mal karma” de La Due es culpa suya y que vigilará que el fallo del juez.

“Mi intención no es arruinarles la diversión”, dijo Barber. “Es solo proteger a mi familia... Espero que lo entiendan”.