El primer discurso de Giorgia Meloni ante el Parlamento: “Nunca le tuve simpatía a regímenes antidemocráticos, incluso el fascismo”
ROMA.- Reivindicó ser la primera mujer que logró romper el “techo de cristal” y gobernar Italia, tranquilizó a Europa y Estados Unidos al asegurar que será un “socio confiable” de la OTAN y se despegó del fascismo, más allá de ser líder de Hermanos de Italia, un partido con ese origen histórico.
Así debutó hoy Giorgia Meloni, que pronunció ante la Cámara de Diputados su primer discurso como primera ministra de Italia, para pedirle un voto de confianza que obtuvo pasadas las 20 locales con 235 votos a favor, 154 en contra y 5 abstenciones. Mañana la misma votación tendrá lugar en el Senado.
“Italia seguirá siendo un socio confiable en el seno de la Alianza Atlántica [la OTAN], a partir del apoyo al valiente pueblo ucraniano que se opone a la invasión de Rusia. No solo porque no podemos aceptar una guerra de agresión y la violación de la integridad territorial de una nación soberana, sino porque es el modo mejor para defender nuestro interés nacional”, aseguró Meloni, con tono decidido.
“Solo una Italia que respeta sus compromisos puede tener la autoridad para pedir a nivel europeo y occidental, por ejemplo, que las consecuencias de la crisis internacional sean compartidas de modo más equilibrado. Es lo que pensamos hacer, a partir de la cuestión energética”, agregó, con voz fuerte Meloni, en un discurso programático de una hora y 10 minutos, que fue interrumpido varias veces por aplausos.
Rodeada por los referentes de los dos partidos que son socios de su coalición derecha extrema, a su derecha, Matteo Salvini, líder de la Liga, ministro de Infraestructura y vicepremier; y a su izquierda, Antonio Tajani, canciller y vicepremier, de Forza Italia, la flamante premier respaldó la idea de un tope a los precios del gas, impulsada por su predecesor, Mario Draghi, a quien elogió. Algo que le valió luego críticas desde la oposición de estar siguiendo una “agenda Draghi”. Y hasta le lanzó una advertencia al presidente Vladimir Putin, amigo de sus socios Silvio Berlusconi y de Salvini.
“Ceder al chantaje de Putin sobre la energía no resolvería el problema, lo agravaría, abriendo el camino a ulteriores pretensiones y chantajes, con futuros aumentos de la energía aún mayores de los que conocimos en estos meses”, aseguró.
Mensaje a Europa
Meloni, quien dijo ser consciente de que Europa la mira con resquemores por sus críticas y euroescepticismo del pasado, también tuvo palabras tranquilizadoras para la Unión Europea. “Este gobierno respetará las reglas actualmente en vigor”, prometió, aunque advirtió que, al mismo tiempo, “ofrecerá su contribución para cambiar esas reglas que no funcionaron, a partir del debate en curso sobre la reforma del pacto de estabilidad y crecimiento”.
No se privó, de todos modos, de disparar un dardo contra quienes en las últimas semanas se demostraron preocupados por el destino de Italia después de elecciones ganadas por una derecha soberanista. “Quien desde el exterior dice que quiere vigilar a Italia no le falta el respeto a mí o a este gobierno, sino que le falta el respeto al pueblo italiano, que, quiero decirlo claramente, no tiene nada que aprender. Italia forma parte, con plenos títulos, de Occidente y de su sistema de alianzas”, clamó, combativa.
Meloni, de 45 años, con traje azul y camisa blanca, tuvo palabras también para quienes la demonizaron por su origen posfascista y amistades poco políticamente correctas, como con el premier húngaro, Viktor Orban, al insistir varias veces en el valor de la libertad.
“Libertad y democracia son los elementos distintivos de la civilización europea contemporánea en los cuales desde siempre me reconozco”, dijo. “Y por lo tanto, más allá de lo que instrumentalmente se dijo, nunca les tuve simpatía a regímenes antidemocráticos, incluso el fascismo. Exactamente como siempre consideré las leyes raciales de 1938, el punto más bajo de la historia italiana, una vergüenza que marcará nuestro pueblo para siempre”, agregó, refiriéndose a la persecución legal de los judíos perpetrada por el régimen de Benito Mussolini.
Su plan de gobierno
Meloni reconoció, por otro lado, que toma el mando de Italia en un contexto “muy complicado”, el más difícil desde el fin de la Segunda Guerra Mundial, no solo por la guerra que agravó la crisis energética, sino también por la inflación. Recordó que el FMI en sus previsiones adelantó una recesión de Italia el año que viene, destacó la enorme deuda pública del 145% del PBI y subrayó las malas políticas de los últimas dos décadas. Políticas puestas en marcha, paradójicamente, por varios de sus aliados, en primer lugar, el expremier, Silvio Berlusconi, tal como denunció en su réplica, Enrico Letta, líder del Partido Democrático, el principal de la oposición de centroizquierda.
“Estamos en una tormenta, nuestra embarcación ha tenido daños y los italianos nos han confiado a nosotros la tarea de conducir la nave al puerto”, aseguró, al subrayar que pese a esto asumía la responsabilidad por dos motivos. “En primer lugar porque no somos personas acostumbradas a escapar y en segundo porque sabemos que nuestra embarcación, Italia, con todas sus abolladuras, sigue siendo la nave más linda del mundo”, arengó, mostrándose optimista por las potencialidades de los italianos y de Italia, más allá de los enormes problemas que enfrenta.
A nivel económico, aseguró que solo se podrá reducir la deuda con crecimiento y no con una “ciega austeridad” y consideró que el fondo millonario que le otorgó la UE a Italia es una oportunidad extraordinaria para modernizar el país.
La premier habló de una revolución “copernicana” de la economía, con soberanía alimentaria, soberanía tecnológica, con el valor estratégico de la italianidad, con menos burocracia. “El lema de nuestro gobierno será ‘no molestar a quien quiere hacer’”, prometió, al destacar la importancia de la simplificación y desregulación de los procesos administrativos.
En un guiño a la Liga de Salvini, prometió también reducir la presión fiscal, con la implementación de algunas flat tax y una tregua fiscal y, por otro lado, la lucha a la evasión fiscal.
En lo que ya había anunciado, también dijo que promoverá una reforma de la Constitución para que ya no haya inestabilidad política, cambiando del actual sistema a uno semipresidencialista, tipo francés.
Al hablar de la pobreza en aumento en el país, nombró al papa Francisco a quien envió un saludo, algo que provocó un nuevo aplauso y que todo el hemiciclo se pusiera de pie. “La pobreza no se combate con el asistencialismo, la puerta de la dignidad del hombre es el trabajo”, recordó, citando palabras del pontífice argentino.
Prometió asimismo proteger las fronteras, el ambiente, reformar la justicia para que sea menos lenta, combatir la mafia, ocuparse de jóvenes, de la educación, de la familia, del problema de la falta de nacimientos. Y, recordando una vez más, el valor de la libertad, negó que piensa eliminar derechos civiles ya adquiridos en Italia, como el aborto (legal desde 1978).
Como no podía ser de otra manera, el discurso fue fuertemente criticado por la oposición de centroizquierda, que prometió darle batalla a Meloni sobre todo en su propósito de reformar la carta magna, diseñada en su momento para impedir cualquier regreso de un régimen autoritario como el fascismo.