Los diez retos de la inteligencia artificial en la enseñanza
La inteligencia artificial (IA) es una rama de la informática. Combina algoritmos y datos que permiten a las máquinas aprender y realizar tareas complejas. Imita, en cierta medida, el funcionamiento de la inteligencia humana.
Tras sucesivas oleadas de desarrollo y expansión, la IA vive ahora mismo una nueva primavera. Va seguir desarrollándose e impactando en nuestras vidas.
En educación, sus principales áreas son: redes neuronales, aprendizaje profundo, aprendizaje por refuerzo y aprendizaje automático. Las IA generativas o LLM (Large Language Models), máquinas virtuales basadas en el lenguaje natural con capacidad para generar contenido (texto, imágenes, vídeos), como los chatbots, están impulsando el debate sobre su uso.
Implicaciones pedagógicas y éticas
El debate está centrado en la alfabetización digital y sus implicaciones pedagógicas y éticas: la creación de ambientes respetuosos, el estímulo de aprendizajes flexibles, la existencia de recursos accesibles y el fomento de actitudes positivas. El foco está en cómo puede la IA contribuir a una educación exitosa para todos y todas. Para orientar este proceso, existe una propuesta global llamada Consenso de Beijing (UNESCO, 2019).
Sobre ello, hay cinco aspectos esenciales:
Políticos: ¿Es la IA una prioridad política? ¿Favorece una educación mejor?
Sociales: ¿Contribuye a la función social de la educación?
Pedagógicos: ¿Ofrece oportunidades para mejorar la educación? ¿Qué límites tiene? ¿Cómo se puede integrar con sentido formativo? ¿Puede promover la personalización del aprendizaje? ¿Mejora la competencia docente?
Éticos: ¿Contribuye al bien común? ¿Es segura? ¿Qué desafíos éticos plantea su integración en la educación? ¿Se puede asegurar un uso responsable y ético? ¿Es posible construir una IA ética?
Emocionales: ¿Cómo afecta a la educación emocional? ¿Tiene efectos emocionales en el estudiantado? ¿Se puede hablar de una IA emocional?
Diez retos
Los diez desafíos dentro del debate educativo actual para una inteligencia artificial educativa (IAE) son los siguientes:
Servir de apoyo educativo, y mejorar la enseñanza y el aprendizaje tanto en aspectos administrativos como en tareas educativas.
Contribuir a una enseñanza reflexiva y con coherencia pedagógica. Al transformar el rol docente y automatizar algunas tareas, va a dejar más tiempo para un trato personalizado. Se va a potenciar la reflexión sobre la práctica. Se podrán sacar mayor partido a propuestas como el aprendizaje internacional colaborativo en línea (COIL) o el aprendizaje basado en retos.
Lograr un aprendizaje crítico y creativo. Identificar mentiras y bulos; analizar información y sus fuentes; y considerar diferentes perspectivas para formarse opiniones fundamentadas serán las habilidades a desarrollar. Esto fomentará la imaginación y originalidad para el pensamiento creativo.
Integración y perspectiva de género. Podría servir para combatir discriminaciones y sesgos de género mediante el análisis de imágenes o de textos. Sin embargo, hay una tarea previa pendiente: disminuir la brecha digital y evitar el sesgo de género en las aplicaciones de IA.
Para y con todos y todas –equidad educativa–. La IA puede ofrecer oportunidades y respuestas ajustadas a todo el estudiantado, potenciar la accesibilidad universal, la supresión de barreras y la participación en el aprendizaje.
La promoción de las competencias transversales –comunicativa oral, investigadora, reflexiva, emocional y ética– se vuelve aún más esencial para contribuir a la formación de una ciudadanía comprometida con los desafíos ambientales, sociales y económicos actuales. Y para promover la toma decisiones.
Formación permanente del profesorado. La redefinición del acceso, uso y seguridad en el marco de las competencias digitales. La formación debe promover un uso consciente y de mejora, alineado con los resultados de aprendizaje.
Comunicación, formación y participación de las familias. Potenciar nuevas formas de colaboración y participación de las familias en la educación.
La promoción de un aprendizaje ético; evitar comportamientos deshonestos como el plagio o la atribución de autoría falsas, y un uso con intenciones de hacer daño.
Evaluación formativa y compartida. Se puede orientar la evaluación con muchos datos, de forma valida y fiable. De esta manera, hace más consciente al estudiantado de qué y cómo aprende.
Flexibilidad y apertura
Reflexionar sobre los retos que plantea el uso de la IAE es clave y repercute en tres áreas:
La creación de ambientes y situaciones de aprendizaje con sentido que trasciendan los límites de las aulas, valorando el conocimiento previo del estudiantado y brindando apoyo para explorar nuevos saberes.
La conexión con la orientación educativa y profesional que impulse el aprendizaje a lo largo y ancho de la vida.
La promoción de su uso formativo con sentido crítico y ético: la IAE es una ayuda para revisar cómo lo estamos haciendo, contribuyendo a cambiar lo que no nos gusta.
La IAE puede ser una oportunidad para avanzar en cambios y mejoras pedagógicas necesarias, en el sentido de que la educación ofrezca aprendizajes relevantes y con sentido para el estudiantado a lo largo y ancho de toda la vida para el Siglo XXI.
Riesgos y prudencia
Muchas voces alertan de los riesgos de la IA en los ámbitos de la privacidad y la seguridad. Se trata de una tecnología que nos hace vulnerables a los engaños y la manipulación, incluso emocional. Sobre todo en el caso del estudiantado, que podría no tener suficiente control sobre la situación.
En un marco de profunda transformación digital, debemos tener presente el “Conócete a ti mismo” del Templo de Apolo en Delfos. Nada nuevo bajo el sol, dicen algunas personas. Lo cierto es que estos retos evidencian una transformación extraordinaria sobre los procesos de enseñanza, pero sobre todo de aprendizaje. Toca ser prudentes y conscientes de la importancia de construir una IAE.