Los diez debates trampa de la izquierda en los que un conservador no debe caer | Opinión

Si usted se considera conservador, o de derechas, quiero que sepa que es también un ultra religioso, machista, homofóbico, racista, insolidario, intolerante, mal padre y poco respetuoso con el medio ambiente.

Ahora que espero haber captado su atención, lo que quiero explicarle es que si usted no tiene cuidado, mide bien sus palabras y estructura un discurso razonado frente a las provocaciones de la izquierda, es posible que acabe en un lugar que no le corresponde y que tampoco merece.

Así que me he decidido a escribir los 10 mandamientos para políticos y analistas conservadores de obligado cumplimiento para no salir derrotado en los debates trampa de la “narrativa progresista”, felizmente instalada en medios, organizaciones e instituciones de todo el mundo.

1. El señuelo de ampliar el derecho al aborto. La izquierda utiliza estas coyunturas para caricaturizar al adversario. Frente a una explicación aparentemente razonada, reflexiva y buscando la empatía de las mujeres, aparecerá alguien gritando y portando una cruz entre sus manos. Así lo ilustran las televisiones de todo el mundo. Los debates morales son muy personales y siempre se manipulan hacia el mismo lado. Es una partida con las cartas marcadas que sólo se juega cuando a la izquierda le conviene. Quizás lo más inteligente sea levantarse de la mesa.

2. Poner en cuestión lo que enseñan a tu hijo de 6 años sobre sexo o relaciones interpersonales no te convierte en un homofóbico o que vayas en contra de restringir derechos a los homosexuales. Pero cuidado, te están mirando con lupa para colgarte el cartel de odiador de gays y lesbianas.

3. Defiendes la igualdad entre el hombre y la mujer, pero no te alineas con los movimientos feministas. La corrección política está buscando una mínima contradicción en tu discurso. Te pondrán la trampa de las cuotas de poder establecidas al 50 por ciento en comités de dirección privados o públicos. Explícate bien y argumenta la meritocracia frente a la imposición.

4. Quieres que los inmigrantes de otros países entre en EE. UU ordenadamente y respondiendo a las necesidades del mercado laboral. Pero no eres xenófobo. Tú también eres inmigrante y te has ganado un lugar en el país con tu esfuerzo.

5. El Partido Republicano es anti-hispano. Mucho antes de que Univisión y Telemundo cocinaran este invento, Ronald Reagan homenajeó a los hispanos exitosos en la Casa Blanca. “Los Hispanos son conservadores, pero aún no lo saben”, aseguró Reagan en su campaña de reelección en 1984. Algunos todavía no se han enterado.

6. La izquierda se ocupa de los pobres, mientras la derecha les da limosna. Hay que desmontar esta falacia del imaginario popular. Las ayudas de los gobiernos y las donaciones de las ONG perpetúan la pobreza y generan votos cautivos. Hay que estructurar el discurso de que el capitalismo ofrece las oportunidades para progresar y generar riqueza con el esfuerzo individual.

7. Conservadurismo es sinónimo de autoritarismo. Puede producir risa si finalmente uno comprueba que son los gobiernos populistas de América Latina quienes se están metiendo en la vida de las personas, controlando el poder judicial y limitando el papel de los medios de comunicación independientes. La situación es tan surrealista que acabamos viendo a líderes demócratas o de la socialdemocracia europea blanqueando a líderes radicales de izquierda como Gustavo Petro o Lula.

8. Los padres son los responsables de sus hijos y no los estados o gobiernos. No hay que ceder ante este tipo de argumentos. Está en la raíz del pensamiento conservador, pero también en el de la ley natural y el del sentido común. Y de paso aboguemos porque en las escuelas se eduque a nuestros hijos, fomentando el espíritu crítico sin imponer ninguna ideología.

9. La derecha convierte la salud de los ciudadanos en negocio. Privatizar servicios públicos de cualquier tipo persigue mejorar la calidad del bien que recibe la gente. Hay que defender que la gestión privada por naturaleza funciona mejor que la que depende de los gobiernos. Eso no significa que se eliminen los controles.

10. No ser alarmista sobre el clima, no retorcer los hechos para acabar predicando de que el fin del mundo está cerca, no te convierte en pirómano o asesino de animales. El amor a la naturaleza o la preocupación por nuestro planeta no es patrimonio de Greta Thunberg o Al Gore. Llamemos a las cosas por su nombre y defendamos el equilibrio entre progreso y respeto al medio ambiente.

Quizás si se tuviera más astucia a la hora de poner sobre la mesa los temas a discutir, los resultados de muchas elecciones habrían sido diferentes.

Desde la izquierda y la corrección política se manejan los debates y las controversias en redes sociales. Casi nunca estos temas coinciden con los que reflejan las encuestas como máximas preocupaciones de los ciudadanos pero se crea una falsa atmósfera que desvía la atención.

Discutir más sobre las políticas de Biden y los demócratas para frenar la inflación hubiera generado mucho más interés en una mayor parte del pueblo americano en las pasadas elecciones de medio término que hacerlo sobre el aborto. Puede ser una buena lección para las presidenciales de 2024.

Manuel Aguilera es director editorial digital de Americano Media. Es ex editor ejecutivo de Univision, Diario Las Américas y elmundo.es/america.