La dieta de los primeros pobladores de los Andes que nadie esperaba que fuera así

La imagen muestra una torre funeraria en ruinas en el cementerio preinca de Sillustani a orillas del lago Umayo, cerca de Puno. Uno de los estudios sobre las dietas andinas se realizó en un lugar cercano del Altiplano Andino, en la Cuenca del Lago Titicaca. (Getty Images)
La imagen muestra una torre funeraria en ruinas en el cementerio preinca de Sillustani, a orillas del lago Umayo, cerca de Puno. Uno de los estudios sobre las dietas andinas se realizó en un lugar cercano del Altiplano Andino, en la Cuenca del Lago Titicaca. (Getty Images)

En medio del auge de las dietas carnívoras que arrasan en las redes sociales, hay muchos que aseguran que nuestros antepasados sobrevivieron gracias a una alimentación basada en la proteína animal.

Pero estudios recientes realizados a poblaciones que habitaron Suramérica hace 9.000 años determinaron que no es correcta la hipótesis de que esas comunidades fueran primordialmente carnívoras, ya que encontraron que los habitantes del Altiplano Andino tenían una dieta basada en vegetales.

Un equipo de investigadores, coordinados por la Universidad de Wyoming, determinó que los humanos que vivieron en un período entre 9.000 y 6.500 años en una región peruana de la Cordillera de Los Andes tenían una dieta que se basaba en un 80 % en alimentos de origen vegetal, mientras que el 20 % restante provenía de animales.

El hallazgo, publicada en la revista PLoS One, fue posible al realizar un análisis isotópico de los restos de 24 individuos desenterrados en dos antiguos cementerios en Perú. Un análisis isotópico es un proceso químico en el que se evalúan los niveles de niveles de carbono y nitrógeno en los huesos de los individuos estudiados.

"Este estudio muestra que al menos algunas de las primeras comunidades humanas no tenían dietas basadas en carne", dijo a la publicación Inverse Randy Haas, profesor asistente de arqueología en la Universidad de Wyoming que dirigió el estudio.

"Estoy bastante seguro de que cuando la gente realice este tipo de análisis isotópicos en otras partes del mundo, encontrarán que la carne tiende a sobreestimarse en la reconstrucción de las dietas humanas primitivas".

Pero no fue una conclusión a la que llegaron de la noche a la mañana. Para comprender cómo se alimentaban esas comunidades peruanas fue necesario sumar los esfuerzos de expertos de la Universidad Penn State, la Universidad de California-Merced, la Universidad de California-Davis, la Universidad de Binghamton, la Universidad de Arizona y el Registro Nacional de Arqueólogos Peruanos, todos coordinados por la Universidad de Wyoming.

El objetivo fue analizar los restos humanos de los sitios de arqueológicos de Wilamaya Patjxa y Soro Mik’aya Patjxa en Perú, a unos 3.924 metros sobre el nivel del mar, que fueron habitados entre 9.000 y 6.500 años.

Haas, quien trabajó como arqueólogo principal, dijo que encontraron evidencias de que esas personas cazaban para alimentarse. Pero los estudios isotópicos y los modelos estadísticos también revelaron una concentración sorprendentemente alta de materia vegetal en sus dietas.

Otras evidencias, como los patrones de desgaste dental en los incisivos superiores y restos de materia vegetal quemados en las excavaciones, revelan que es muy posible que comieran una dieta rica en plantas, en la que están incluidos los tubérculos como las patatas.

Para dibujar un panorama más amplio sobre la alimentación de los antiguos andinos, Haas dijo es teóricamente posible que los cazadores-recolectores como los andinos primero comieran carne y que la "transición a una dieta basada en plantas se produjera mucho más rápido de lo que se pensaba anteriormente".

Pero la idea de que los primeros humanos subsistían a base de carne no es del todo injustificada. En términos prácticos, si hay muchos animales para cazar y no hay mucha competencia con otros humanos, la carne proporciona una fuente económicamente rentable de calorías en relación al esfuerzo.

Ese tipo de economía cambiaría gradualmente, como lo ha hecho entre las comunidades recolectoras contemporáneas, para incorporar cada vez más plantas en la dieta en la medida en que las poblaciones humanas aumentan y se vuelven más sedentarias, junto al hecho de que disminuye la cantidad de animales disponibles para cazar.

Otro motivo que explica por qué los científicos han tendido a creer que los cazadores-recolectores se alimentaban principalmente de carne es que "los artefactos asociados con la caza se conservan mejor que los asociados con la recolección y el procesamiento de plantas".

El profesor agregó_ "Las herramientas de piedra y los huesos de animales se conservan bien, mientras que las partes de las plantas tienden a degradarse rápidamente y, por lo tanto, rara vez se observan en el registro arqueológico".

El profesor Haas añadió que tampoco no se pueden pasar por alto los prejuicios occidentales sobre la dieta humana temprana. A su juicio, “la arqueología y las ciencias afines han estado durante mucho tiempo dominadas por profesionales masculinos. Y en la cultura occidental, la caza es competencia de los hombres, lo que probablemente ha llevado a un énfasis excesivo en la caza en la interpretación de las primeras economías humanas”.

El académico piensa que la convergencia de esos factores nos ha llevado a sobrestimar el papel de la carne en las primeras dietas andinas.

Si bien es cierto que estos hallazgos nos invitan a reevaluar nuestra percepción de las dietas antiguas, también es cierto que hay que evitar extrapolar los resultados de lo que comían los antiguos andinos a otras partes del mundo.

"No diría que, por ejemplo, sólo porque observamos un 80 por ciento de dieta vegetal en los altos Andes hace 9.000 años, eso necesariamente significa que otras poblaciones humanas primitivas hicieron lo mismo", dice. "Creo que lo que sí demuestra de manera bastante definitiva es que hay, como mínimo, más diversidad en las dietas humanas tempranas de lo que pensábamos anteriormente".

Fuentes: Inverse, Plos, Independent, SciTechDaily, The debrief.

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