‘Diccionario biográfico musical de compositores cubanos’ comprende el periodo entre 1902 (instauración de la República de Cuba) y 2022

No es tarea fácil reseñar diccionarios. La razón es simple: los diccionarios, como lo indica su nombre, son una compilación por orden alfabético de nombres o palabras sobre un tema determinado. De este modo, al tratar de reducir su contenido al espacio de una breve nota se corre el riesgo de mencionar a unos en detrimento de otros o, simplemente, de olvidar determinados temas por la simple razón de que nadie se lee un diccionario del principio al fin.

El escritor holguinero Zenovio Hernández Pavón, establecido en Miami y nacido en 1959 en Tacámara, un sitio cercano a la ciudad de Holguín, tiene en su haber una relevante carrera de investigador del ámbito de la música. Entre sus libros figuran estudios sobre Miguel Matamoros, El Guayabero, Barbarito Diez, Elena Burke, Ñico Saquito, entre otros intérpretes o compositores cubanos, así como otros libros que le han valido premios y reconocimientos. También dirigió programas musicales en la radio de su ciudad y colaboró con la cadena Tele Cristal y la prensa cubana, siempre sobre temas relacionados con la cultura.

Ahora, radicado en el sur de la Florida, nos sorprende con un enjundioso Diccionario biográfico musical de compositores cubanos que publica la editorial miamense UnosOtros, dirigida por Armando Nuviola, que dispone ya en su catálogo de valiosos estudios sobre Miguelito Valdés, Chano Pozo, el Niño Rivera, Rolando Laserie, Polo Montañez, Pérez Prado, las orquestas América y Aragón, las rumberas matanceras, y del propio Zenovio Hernández Pavón, los de Elena Burke, Faustino Oramas “El Guayabero” y Ñico Saquito.

portada
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El Diccionario ha escogido el periodo entre 1902 (instauración de la República de Cuba) y 2022 para compilar a todos los compositores que crearon temas musicales entre estos años. Quiere esto decir, que aparecen numerosos creadores nacidos en el siglo XIX porque parte de sus piezas fueron compuestas en el siglo XX.

Desde su prólogo, el autor nos advierte que se trata de un trabajo que ha llevado a cabo desde hace tres décadas, cuando creaba fichas para aquellos artistas sobre los que hablaba en sus programas radiales. Con el tiempo, el fichero fue volviéndose voluminoso y se convirtió en el punto de partida, nos aclara, del presente diccionario. Por supuesto, las fichas fueron completadas y enriquecidas, sin excluir géneros ni estilos, es decir, lo mismo aparecen compositores de la llamada música clásica como creadores de músicas populares, afrocubanas, jazz y otros géneros.

Para tener un pretexto que justifique la mención de un compositor en lugar de otro, citaré el primero de los compilados, así como el último. Comienza el diccionario con Luis Abreu Hernández, percusionista y compositor nacido en La Habana en 1939 y fallecido en 2012. Fue, nos dice el autor, uno de los integrantes junto a sus hermanos Alfredo, Jesús y Ricardo del cuarteto de voces y percusión “Papín y sus rumberos”. Luego, bajo el nombre de Los Papines, integraron la Revista Ritmos de Cuba y se presentaron con mucho éxito en escenarios del mundo entero. Como compositor, incursionó fundamentalmente en el guaguancó y sus hijos han continuado la labor del padre y sus hermanos.

Termina el diccionario con Floro Zorrilla, guitarrista y autor de canciones populares del que ignoramos las fechas de nacimiento y defunción, e incluso el lugar. Fue integrante de un dúo de trovadores junto a Miguel Zaballa, entre 1906 y 1926. Y, según el musicólogo cubano Cristóbal Díaz Ayala, grabaron varios cilindros en 1906. Grababan piezas de Sindo Garay, Alberto Villalón y Oscar Hernández, pero también las propias, como Que me vengo cayendo, Verdún esta verde, Qué gente caballeros, Panchita mía o El indio Hatuey, entre otros sones y guarachas.

A diferencia de otros diccionarios de la música cubana, como aquel oprobioso publicado en 1981 por Helio Orovio en Cuba, en el que censuró a prácticamente todos los artistas cubanos exiliados, el de Zenovio Hernández Pavón lo mismo ahonda en la obra de Willy Chirino, artista cubano llegado al exilio como Pedro Pan y portavoz de la música popular de Miami o de Gloria Estefan como a Silvio Rodríguez, cantautor de la Nueva Trova y diputado de la unipartidista Asamblea Nacional de la dictadura que por más de seis décadas padece la Isla. Y éste otro de sus grandes méritos, porque la lección de no excluir o ningunear tal vez pueda servirles de ejemplo a los propios censores.

La bibliografía que nos presenta el autor es extensa y de muy buena factura. Consultó para su propia obra los estudios esenciales de Emilio Bacardí, Dulcila Cañizares, Alejo Carpentier, Bobby Collazo, Nat Chediak, Cristóbal Díaz Ayala, Paquito D’Rivera, Natalio Galán, Radamés Giró, Emilio Grenet, Zoila Lapique, Argeliers León, María Teresa Linares, entre muchos más, así como un sinnúmero de revistas y publicaciones periódicas, o las notas de María Argelia Vizcaíno, quien desde hace tiempo aporta información sobre muchos artistas cubanos desperdigados por el mundo desde los primeros años del exilio posterior a 1959. Sin olvidar los fondos documentales, sonoros, museológicos, así como los registros de derecho de autor en la Isla.

Vale la pena adquirir este diccionario, en el que, como en toda obra de esta envergadura, puede que falten datos o nombres, pero son más lo que están que los que pudieran faltar.

William Navarrete es un escritor franco-cubano establecido en París.