Varios destinos europeos van camino a romper récords esta temporada, pero no todos están contentos
MONTEROSSO AL MARE, Italia.- Una empleada grita en italiano, en inglés y en francés, dando instrucciones a un malón de turistas en la pequeña estación de trenes de Monterroso al Mare. Los gestos exagerados, el chaleco fluo y una voz atronadora la ayudan a destacarse en medio de ese andén atestado de gente.
Enjambres de personas con mochilas y botellas de agua se entrecruzan rozándose, unos hacia un tren a punto de partir, otros hacia la salida y hacia una deslumbrante imagen del mar y los acantilados que hacen que las aldeas del Cinque Terre italiano sean un imán para el turismo mundial.
Fuera de la estación, la gente hace fila en los puestos de comida, y un cartel avisa que en la playa de acceso pago de Monterosso ya no quedan sombrillas ni reposeras disponibles. Los estrechos callejones de la aldea están atestados de turistas que toman helado y té de burbujas.
“El turismo es necesario. De hecho, es casi lo único que tenemos, pero esto ya es demasiado”, dice David Cefaliello, que trabaja en un café de Corniglia, otra de las aldeas del Cinque Terre. “Todavía no estamos en los niveles de la prepandemia, pero sospecho que en las próximas semanas eso va a cambiar”.
Millones de europeos y estadounidenses son parte del llamado “turismo de revancha”, para compensar el tiempo de viaje perdido durante los años de la pandemia 2020-2022. Y se espera que este verano y otoño boreales también lleguen a Europa millones de turistas chinos, tras el levantamiento de las últimas restricciones a los viajes que imponía el gobierno de Pekín.
Según la firma de investigación de mercado Demoskopik, es probable que este año Italia supere el número récord de turistas que marcó en 2019, antes de la llegada del Covid. Se estima que en el período junio-septiembre habrá un 3,7% más de arribos que en el mismo período de 2019, y un 30% más que hace una década. El Ministerio de Turismo de Italia también espera un año récord, al igual que las autoridades griegas y españolas.
Esa masa de visitantes le está dando un bienvenido impulso a las economías del sur de Europa, que dependen en gran medida del turismo. Más del 10% de la economía de Italia está vinculada a los viajes y el turismo, frente al 15% de España y el 19% de Grecia, según el Consejo Mundial de Viajes y Turismo. En Francia y Estados Unidos, el nivel de participación del turismo y los viajes en la economía total ronda el 9%.
Pero los residentes permanentes se preguntan cuánto más pueden soportar en Cinque Terre, Barcelona y Atenas, y en algunos lugares incluso crece el descontento, lo que ha llevado a las autoridades locales a tomar medidas para controlar las hordas de turistas.
En Portofino, un pequeño y exclusivo pueblo de la Riviera italiana, popular entre el jet set internacional, la policía ha empezado a multar a las personas que bloquean el tráfico de los peatones para sacarse selfies.
Según la oficina del alcalde de Venecia, para 2024 planean introducir una tarifa de entrada a la ciudad en los días más concurridos del año.
En las ventanas de Barcelona, algunos vecinos cuelgan carteles que dicen “los turistas son terroristas”, mientras que en Atenas, los residentes se quejan por la proliferación de alquileres de Airbnb para turistas, que empujan el precio de los alquileres y desplazan a los griegos del centro de la ciudad.
En mayo, en Atenas había disponibles unas 10.000 propiedades de alquiler temporario, casi un 25% más que en mayo de 2018, según la firma de investigación de mercado AirDNA. Ese mes la demanda de alquileres temporarios en Grecia aumentó un 62% en comparación con el mismo mes del año pasado, según datos de la firma.
Para combatir la proliferación de alquileres a corto plazo, la región del Alto Adige, en los Alpes italianos, ha limitado el número de camas disponibles para turistas en viviendas particulares.
Pero el enjambre turístico se extiende mucho más allá del Mediterráneo. En las costas de Normandía, en el norte de Francia, las autoridades han rechazado el ingreso de muchos turistas al Mont Saint-Michel, la isla de las mareas coronada por una abadía. Y en París, el museo del Louvre ha puesto límite al ingreso diario de visitantes.
El gobierno francés está diseñando una campaña publicitaria para alentar a la gente a viajar en otras épocas del año y a considerar destinos menos conocidos.
El flujo de turistas a Francia no aflojó a pesar de que el país se ha visto sacudido por las protestas, con meses de manifestaciones por la decisión del presidente Emmanuel Macron de aumentar la edad jubilatoria, sumado a los actuales disturbios nocturnos tras la muerte de un adolescente a manos de la policía.
Los hoteles de lujo disfrutan de este auge, pero muchos de ellos están buscando la forma de mantener satisfechos a clientes que pagan mucho a pesar de la masa de turistas que reciben
“Buscamos permanentemente la forma de que nuestros huéspedes puedan evitar las multitudes, como rutas de senderismo menos conocidas, un viaje a la isla de Capri en barco privado o una cata de vinos”, apunta Pietro Monti, director de marketing del Hotel Mediterráneo, un establecimiento de cinco estrellas cerca de la costa amalfitana, donde las habitaciones cuestan un promedio de 1200 dólares la noche. “Pero en temporada alta, especialmente en un año récord como este, las aglomeraciones son medio inevitables”.
También es difícil evitar las multitudes en Vernazza, el pueblo del Cinque Terre que se encuentra justo al sur de Monterosso. En las rocas que rodean el pequeño puerto, los bañistas compiten por el espacio, entre niños que patean la pelota y gente que se zambulle al mar. El amontonamiento de gente sobre las rocas se multiplica cuando llegan barcos de algunos de los pueblos cercanos.
Mientras bebe vino y come focaccia en Monterosso, tratando de ignorar a la multitud de turistas que la rodea, Juli Eger dice haber encontrado sus propias soluciones.
“Acabamos de estar en Venecia y si salís a recorrer muy temprano en la mañana, solo tenés que compartir la ciudad con las parejas que se sacan la foto de su compromiso”, señala Eger, que está de viaje con su madre, esposo y su hijo adolescente. “Y si Venecia es tu punto de llegada a Europa, vas a tener jet-lag, así que levantarse a las 5.30 de la mañana ni siquiera es un problema.”
Por Eric Sylvers
Traducción de Jaime Arrambide