Desmilitarizar nuestras tierras

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Hace unas semanas atrás leí un texto breve pero muy lindo de Andrea Gómez, donde explica cómo en las ciudades se nos ha negado el derecho a sentir el territorio como nuestro: “El crecimiento de las ciudades bajo el sistema capitalista se ha enfocado en el aumento de espacios de consumo y en la disminución de lugares públicos. Cada vez hay más “no lugares” y “menos oportunidades para vincularse con el otro”.

Para hacer contrapeso a los partidos políticos que nos quieren despojar de las ciudades con la profundización de la militarización –como ocurrió con el metro de la Ciudad de México a principios de este año; el desplazamiento interno que se pretende imponer a pueblos y barrios originarios, como es el caso del pueblo de Xoco con la construcción de Mitikah, y la privatización del aguaes importante crear una estrategia para detener la militarización de nuestras colonias, barrios y pueblos en la Ciudad de México. Los espacios donde habitamos no pueden ser vistos como tierras inertes porque son espacios de cuidado, afecto, de memoria y de vida.

Desde Mexiro la desmilitarización es una herramienta de la práctica política decolonial para resistir al despojo y la explotación capitalista y militarista, para recrear formas colectivas de autodeterminación social para garantizar la reproducción de la vida.

Es imperante que hoy, en el contexto político y geográfico del genocidio hacia Palestina, pensemos nuestras ciudades no como entes aislados, sino como entes con capacidad de reproducir materialmente la vida, junto con la articulación de la sociabilidad comunitaria como ámbito colectivo de producción de decisiones políticas y de solidaridad internacional. Desmilitarizar nuestros cuerpos, cuerpas y tierras es, por poner algunos ejemplos, desarticular el lenguaje de guerra internalizada; es generar estrategias de vigilancia de compras públicas de armamento israelí y de Estado Unidos que usa nuestro gobierno para seguir desarticulando la lucha social en México; es señalar las fronteras como necropolíticas, y también es evitar a toda costa que un policía-militar sea el jefe/a de gobierno y un futuro presidente/a.

La violencia colonial en México y en Israel toman formas distintas, pero son muy semejantes en sus bases y resultados materiales, en ocasiones también son muy similares sus formas. Por ejemplo, en materia de vigilancia, México ha invertido millones de dólares 1 para comprar a Israel el malware Pegasus, con la finalidad de espiar a personas periodistas y defensoras de derechos humanos. De hecho la Secretaría de Defensa Nacional (Sedena) es el único operador de este malware. Por otro lado, México también ha comprado a Israel drones de alta tecnología para vigilar las fronteras, así como armas “«probadas sobre el terreno» de la Fuerza de Defensa de Israel”.  Si este problema de colonialismo lo trasladamos a América Latina y el Caribe, podemos observar que existen empresas de seguridad cuyos métodos han sido severamente cuestionados por su alto nivel de violencia y por incitar –a quienes entrenan– a usar fuerza letal. “Tal es el caso de la empresa de seguridad israelí ISDS Ltd, en su intromisión en el genocidio en Guatemala, por vender entre otras cosas, cursos de ‘terrorismo selectivo’”.

El no crear puentes de solidaridad internacional con Palestina, el no exigir alto al fuego y al genocidio nos hace cómplices de una masacre, y peor aún, nos hace complacientes para que los gobiernos de México y de nuestra región del sur global sigan importando a nuestros espacios donde habitamos sistemas de vigilancia, armamento, herramientas tecnológicas y tácticas de guerra y control con la finalidad de administrar la muerte y el dolor.

Un ejemplo de esto es la postura del actual presidente mexicano López Obrador, quien mencionó: “Al principio, que me pedían que yo tomara partido, dije: neutralidad. Nosotros no nos metemos en eso, nosotros queremos la paz, no se entendió porque si nosotros condenábamos, de inmediato se estaba tomando una postura, sabíamos que iba a venir una represalia, como lamentablemente sucedió”. Ante estas afirmaciones, México no es neutro en los hechos por varias razones: 1) aún no reconoce la soberanía y la autodeterminación de Palestina; 2) Israel sigue siendo un socio estratégico para México y su ejército para la compra-venta de armas, y 3) porque la “neutralidad” en medio de un genocidio, “limpieza étnica, ocupación colonial y opresión sistémica no conduce a la paz, sino que permite una violencia continua y creciente”.

No habrá liberación de los pueblos sin la liberación de Palestina.

¡Alto al genocidio! ¡Alto al fuego! ¡Vivan los pueblos en resistencia!

* Fernanda Galicia (@mafernn) es politóloga/ue y administradora/e pública por la Universidad Iberoamericana, Ciudad de México y directora/e en Mexiro A. C. (@yomexiro), organización feminista, anticorrupción, decolonial y comunitaria.

 

1 Tan solo en 2009 la empresa Aeronautics Defense Systems Ltd. anunció la venta  de sistemas avanzados de vigilancia e inteligencia por un valor de $22.5 millones a la fuerza policial federal de México. Disponible aquí.