Desfile criollo para celebrar la Avenida de Mayo

Los edificios, con sus formas, con sus cúpulas, hablan de París; también de Madrid. Sin embargo, en la calle, Leonel castiga el asfalto con la fuerza del malambo norteño. Sus botas de cuero negras caen sobre el suelo, con la punta, con el taco, con la planta. "A lo gaucho", exclama con su torso inflado, firme, como una muestra de hombría. Sobre su hombro, el poncho salteño, negro y rojo, por la muerte y por la sangre derramada de Martín Miguel de Güemes, un destacado militar en la llamada Guerra Gaucha, librada contra los españoles.

Los caballos de los gauchos pampeanos se resbalaban sobre la Avenida de Mayo que cumplió, el martes pasado, 125 años de historia. Ayer hubo un desfile en el que participaron entre 15.000 y 20.000 alumnos bailarines del Instituto de Arte Folclórico (IDAF), que llegaron de todas las provincias con sus atuendos típicos, carruajes, caballos y banderas. También hubo bandas militares, veteranos de Malvinas y miembros de distintas colectividades. Según la Secretaría de Cultura de la ciudad, al desfile asistieron más de 80.000 personas.

"Una gotita de sol jujeño, un pedacito de luz austral. Una estrella de Catamarca y la dulzura de Tucumán. Llegan los puntanos y mendocinos. Vienen los salteños para San Juan. Hacia Misiones van los formoseños y los riojanos nos quieren más", dice el himno del IDAF, una zamba que Mónica y Agustín bailaban mientras agitaban los pañuelos celestes y blancos. Ella llevaba puesto un vestido floreado y un poncho en los hombros. Él, sombrero y botas negras, chaqueta, bombacha de campo y camisa. Se acercaban y alejaban. Giraban y frenaban. Mientras se miraban a los ojos cantaban la canción que aprendieron cuando eran chicos.

La Avenida de Mayo es una de las más importantes de Buenos Aires. Fue la primera avenida de la Argentina y de América del Sur; a su vez, por debajo de ella circula la primera línea de subterráneo porteña, la línea A, inaugurada en 1913. La avenida constituye un eje cívico fundamental de la ciudad ya que conecta el Congreso de la Nación con la Casa Rosada. Son las diez cuadras que recorren los presidentes constitucionales al asumir.

"Celebramos 125 años de historias, leyendas y anécdotas de la Avenida de Mayo, una de las arterias culturales más importantes de la ciudad", dice Enrique Avogadro, ministro de Cultura porteño.

"Venimos a zapatear y a zarandear", cuenta Adalis de siete años, que lleva puesto un vestido de época y zapatos con taquito carretel. "Venimos de Rancul, La Pampa, solo para el desfile. Somos de El Amanecer, una escuela de folclore", cuenta Alexis Baigorria, de 30 años, padre de Adalis.

Al costado de la calle estaban los veteranos de Malvinas Julio Mena y Ramón Quarenta, ambos de 57 años. Ellos tienen un museo en Luján repleto de artefactos, trajes y fotos de la Guerra de Malvinas. Al desfile llevaron una cocina de campaña, fabricada en 1943, y la remolcaron con un jeep que era blanco y Mena lo pintó de verde. La cocina era una gran caja metálica con un agujero en el medio para poner la olla. A su alrededor tenía glicerina que se calentaba con leña y generaba una especie de baño maría. Ahí hervían agua e hicieron más de 100 litros de mate cocido para la gente.

"Hacemos todo a pulmón. Acá traemos la cocina, el jeep y nos ponemos a repartir mate cocido. Muchas veces, en distintos eventos solidarios, hacemos guiso de lentejas para 250 personas en esta cocina de campaña. Me acuerdo cuando en las islas pasaba el jeep o el Unimog y nosotros íbamos con el cilindro de metal a llenarlo de guiso", señala Mena. "Esta cocina es bárbara. Hicimos de todo en esta olla. Es muy lindo venir a darle algo caliente a la gente, estas son lindas ocasiones. Este aparato lo compramos acá, no estuvo en Malvinas. De las islas no volvió nada, solo nos trajeron a nosotros", explica Quarenta.

Al costado, los edificios. Íconos de estilos art nouveau, neoclásico y ecléctico, como un símbolo de la prosperidad en la Argentina de principios del siglo pasado. Localizada en el casco histórico, la avenida posee gran cantidad de edificios de valor patrimonial declarados monumentos nacionales. Entre 2017 y 2018 se llevó adelante la remodelación de la avenida, que incluyó la restauración de 4000 metros cuadrados de fachadas históricas, entre otras tareas.

En la avenida también hay hoteles históricos e innumerables rincones vinculados con el arte, la literatura, los cafés y el tango. Entre ellos, el Café Tortoni, inaugurado en 1858 por el ciudadano francés Jean Touan, a la altura del 825 de esa gran avenida. Ahí había más turistas que argentinos. "Venimos a conocer este lugar que es muy antiguo y típico de Buenos Aires. Nos llevamos una linda sorpresa viendo este show de danzas locales. Estamos muy contentos", sostiene Sophie, una francesa de 31 años que hacía la fila para entrar en el café.

Entre fachadas europeas e himnos del norte. Entre caballos, lazos y boleadoras. Carruajes, faroles y galeras, la Avenida de Mayo celebró sus 125 años. "Somos un país con una diversidad hermosa. Todo lo nuestro está hoy acá, hay que festejar", concluyó Ignacio Forti, sobre Capitán, su caballo mestizo.