Las desconocidas islas Azores

En octubre pasado viajé a las islas Azores, para celebrar mi cumpleaños. Azores es un archipiélago portugués en medio del Atlántico, en donde los balleneros aguerridos de “Moby Dick”, de Melville, son efectivos con el arpón y hablan una lengua extraña.

Mi vuelo salió de Lisboa y recorrió los 1,566 kilómetros de distancia en tres horas. Llegué a Ponta Delgada de noche y de inmediato me escape del hotel a curiosear los rincones de la ciudad. Entré al Café Royal en la calle del comando de la policía. En el aviso de la pared dice: “Desde 1829, el café más antiguo de Açores”. “Estas islas son para los amantes del silencio y la quietud”, me dijo amablemente Ferreira, un policía nacido en el continente, que tomaba café con un colega, en la barra del bar. “Aquí se camina sin prisa”, añadió. Al preguntarle sobre las leyendas balleneras contestó: “la caza de ballenas está prohibida, ahora el avistamiento de ballenas y delfines es de las cosas más populares de las Azores”.

Las Azores son nueve islas que pertenecen a Portugal desde 1427. A través de la historia por aquí han estado los flamencos, franceses y españoles. También recibieron prisioneros árabes y esclavos africanos de Cabo Verde, Guinea y Sao Tomé.

Ponta Delgada es capital de la isla de San Miguel, desde 1.546. Curiosamente hay otras dos capitales: Horta en la isla Faial y Angra do Heroismo en la isla de Terceira.

La primera mañana salimos a andar por la Avenida Infante Don Henrique, hasta los arcos de “Las puertas de la Ciudad”, el Ayuntamiento, el fuerte de Sao Brás y la iglesia de San Sebastián.. El barrio antiguo es un laberinto de calles adoquinadas con piedra volcánica, iglesias de estilo manuelino y hermosas casas del siglo XVII al XIX, de auténtico carácter portugués. Algunas han sido remodeladas para albergar a los turistas. Al frente está el muelle de cruceros y de barcos de carga. “El mundo entra por aquí”, dice un letrero. Allí tienen el primer contacto con la tierra, los navegantes y viajeros que llegan por aire o por mar. Ese día estacionó el crucero “Beyond”, de Royal Caribeean, con 3,900 viajeros. Para una ciudad de 50,000 habitantes, como Ponta Delgada, cada vez que llega un crucero, y desembarcan los pasajeros, se produce congestión del tráfico de vehículos y de peatones. Decidimos alquilar un auto y empezamos a descubrir la isla.

ISLAS ATLÁNTICAS

Día 2. Salimos por la vía de Relva, paralela al litoral Atlántico. En Ponta da Fonte Grande, dejamos el mar y ascendimos. La primera impresión fue ver los bordes de la carretera decorados de forma natural con jardines de hortensias de colores y bosques. Paramos en Caldeira de Sete Cidades, extasiados por la belleza de la naturaleza y la riqueza de verdes y azules. En el horizonte como una postal, se divisa el paisaje espectacular de la laguna azul, la laguna verde y el pueblito Sete Cidades, en el fondo de la caldera del gigantesco volcán. Es una de las máximas maravillas de la isla.

Al oeste, está Mosteiros, los islotes y el cabo. Se ven desde un alto, los bosques, praderas y “las vacas más felices”, como subrayó un pastor de ganados. Las ganaderías y establos se encuentran en cualquier altitud de la isla. En todo el archipiélago hay 100.000 vacas, sobre una población de 250.000 habitantes. Nos desviamos hasta el faro de Ferraria, construido en 1.901. Seguimos por Ginetes, Candelaria, y en Feterias nos acomodamos en un mirador para contemplar el atardecer.

Día 3. Esta vez desayunamos en Café Central, frente a la iglesia de San Sebastián. Visitamos la Plantación de Ananás de Azores y “Santo Antonio”, fundada en 1911. Para los isleños es la mejor piña del mundo. De ahí nos fuimos rumbo al norte para ver las únicas plantaciones de té en Europa. “Cha Gorreana”, es fábrica de té y exhibición de maquinaria antigua que aún prestan servicio. A mitad de camino vimos la Reserva Natural de Lagoa da Fogo, una de las lagunas de mayor tamaño y más preciosas de San Miguel. Es un lago de cráter en el volcán de Agua de Pau, y el más elevado sobre el nivel del mar, con 949 metros de altitud. A la media tarde emprendimos viaje a Furnas, una ciudad con una asombrosa actividad volcánica y un río de agua hirviente que atraviesa el vecindario. En el restaurante “Ja se sabe”, almorcé cozido das Furnas, a base de carnes, verduras y vegetales. Se cocina metiendo la olla en un hoyo, mientras que la actividad volcánica del subsuelo lo calienta en las populares caldeiras. Maripaz pidió el especial del día a base de pescado. Con una botella de vino tinto de la isla, agua y un café garoto, el total de la cuenta sumó 40.60 euros. Pasada la digestión vivimos una experiencia de relajamiento en las cinco piscinas termales azufradas “Poça da Dona Beija”, con aguas ferruginosas saturadas de barro que, al decir de los nativos, curan y rejuvenecen.

Día 4. Vila Franca do Campo es un pueblo pintoresco. Posee la Ermita de Nuestra Señora da Paz, con escalera zig-zag, y azulejos, y el puerto de donde salen barcos para observar cetáceos. En el mismo litoral sur nos desplazamos a Provoaçao, a orillas del mar y con cerros verdes. Llegamos allí porque fue el lugar donde se instalaron los primeros habitantes de la isla, en el siglo XV, y para visitar la casa donde nació Luis Couto, un amigo que emigró hace más de 60 años para Venezuela, y no ha regresado.

Además del cozido la gastronomía de San Miguel pasa por el polvo assado, lapas, cerdo asado en salsa y los deliciosos chicharros fritos. Son la especialidad del Restaurante Cais 20, de Ponta Delgada, donde los sirven con un exquisito vino local. De postre, helado con leche de vaca de Azores. Los queijos de vaca y de cabra, son ricos y famosos.

Día 5. Con 62 kilómetros de largo por 15 de ancho, y 213 kilómetros de periferia, San Miguel es una isla en la que 5 días fueron insuficientes para abarcarla. Ha sido un reencuentro con la historia de las islas atlánticas, su naturaleza, en estado puro y la vida sin ruidos, ni presiones. Muchos azorianos emigraron a América. En la actualidad los vuelos directos desde Estados Unidos y Canadá tardan 4 horas. Mi viaje en avión fue fantástico. Air Europa tiene vuelos diarios Miami a Madrid, con conexiones a otras ciudades. Air Europa opera aviones de última generación Boeing 787 Dreamliner. www.aireuropa.com

Cada día en la isla de Sao Miguel admiro más la exuberancia de su naturaleza. Todo es maravilloso: las praderas, el color de las lagunas, los bosques y el mar. “Ya conoces San Miguel, y es muy bonita”, afirmó un tendero miguelense. “Recuerda, agregó, en Azores no hay una isla más hermosa que otra, cada una tiene su belleza”. “Las desconocidas”, las llamó el sabio Gaspar Frutuoso, nacido en 1522, en Ponta Delgada.

Enrique Córdoba es escritor y cronista de viaje, residente en Miami. enriquecordobar@gmail.com