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Migración, el fenómeno que AMLO y Trump creían haber parado, pero ahora regresa peor

Una tormenta pasa por Nogales, México, el 31 de julio de 2020. (Adriana Zehbrauskas/The New York Times)
Una tormenta pasa por Nogales, México, el 31 de julio de 2020. (Adriana Zehbrauskas/The New York Times)

NOGALES, México — La migración ilegal a lo largo de la frontera suroeste de Estados Unidos ha aumentado tras un periodo de estancamiento, pues las dificultades económicas, agravadas por la pandemia, han provocado que miles de personas se dirijan al norte a buscar trabajo.

Después de descender durante la primavera, cuando los países comenzaron el confinamiento y cerraron las fronteras a fin de frenar la propagación del virus, el número de migrantes detenidos a lo largo de la frontera de Estados Unidos con México aumentó más del doble entre abril y julio, de acuerdo con el gobierno de Estados Unidos.

A medida que las cifras aumentan, la inmigración se está convirtiendo una vez más en la principal consigna del presidente estadounidense, Donald Trump, quien ha quedado rezagado en las encuestas en su campaña de reelección y busca ganarse la confianza de un electorado cada vez más insatisfecho con su manejo de la pandemia y la economía.

“A pesar de los peligros que representa la COVID-19, la inmigración ilegal continúa”, dijo el jueves Mark Morgan, el comisionado en funciones de la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza.

Los migrantes que se encuentran en el país de manera ilegal “ponen en riesgo las vidas de los estadounidenses”, añadió, aunque Estados Unidos encabeza las listas mundiales del número de muertes por el coronavirus.

Morgan planteó la necesidad de continuar con la construcción del muro fronterizo, un proyecto fundamental para la identidad política de Trump, con el fin de evitar la migración ilegal y la propagación del coronavirus por parte de inmigrantes infectados.

Las cifras siguen estando muy por debajo del punto álgido de la crisis migratoria de 2019 y también muy por debajo de los máximos históricos establecidos en las décadas de 1980, 1990 y 2000, cuando los recuentos anuales de migrantes detenidos en la frontera suroeste a menudo superaban un millón.

Y aunque la migración está repuntando tras una breve pausa, quiénes vienen —y por qué— ha cambiado significativamente desde la pandemia. Muchos dicen que se han sentido inspirados a tratar de migrar ahora debido a una nueva política del gobierno de Trump que los devuelve a México rápidamente, a menudo a pocas horas de haber sido capturados, pero que tiene el efecto no deseado de darles más oportunidades de cruzar la frontera ilegalmente.

Durante los últimos años, los centroamericanos dominaron el flujo de migrantes que trataban de cruzar la frontera suroeste, y muchos buscaban asilo. A menudo viajaban en familia, frecuentemente con niños, y se entregaban pacíficamente a los agentes fronterizos de Estados Unidos con la esperanza de tener la oportunidad de solicitar asilo.

Ahora, muchos centroamericanos que de otro modo habrían intentado migrar se han visto disuadidos de hacerlo debido al cierre de las fronteras y a otras restricciones de viaje relacionadas con la pandemia, dijeron los defensores de los migrantes. Además, se ha corrido la voz entre los posibles refugiados que huyen de la persecución de que, bajo las políticas migratorias restrictivas del gobierno de Trump, hay pocas posibilidades de obtener asilo en Estados Unidos.

En cambio, la gran mayoría de los que fueron atrapados tratando de cruzar a Estados Unidos en los últimos meses son mexicanos, dijeron los funcionarios y los defensores de los migrantes. Sus encuentros con las autoridades fueron a menudo caóticos, ya que los migrantes escapaban al desierto para evitar ser capturados.

Migrantes devueltos recién llegados en el refugio para migrantes San Juan Bosco en Nogales, México, el 31 de julio de 2020. (Adriana Zehbrauskas/The New York Times)
Migrantes devueltos recién llegados en el refugio para migrantes San Juan Bosco en Nogales, México, el 31 de julio de 2020. (Adriana Zehbrauskas/The New York Times)

“Están corriendo, están luchando”, dijo Morgan. “No reconocen en absoluto las consecuencias fatales de sus acciones mientras atravesamos una pandemia global y mortífera”.

México ha sido uno de los países más afectados por la pandemia de coronavirus, con casi 49.000 muertes registradas, solo por detrás de Brasil y Estados Unidos, que son países mucho más grandes. Se cree que el número real de muertes es mucho mayor debido a la escasez de pruebas y al considerable subconteo de casos.

Millones de personas perdieron sus empleos en medio de una recesión creciente que, según esperan los economistas, será la más profunda en casi un siglo; no obstante, el gobierno ha evitado las medidas de estímulos que otras naciones utilizaron para apuntalar las economías mientras se doblaban bajo el peso de la pandemia.

En julio, el 78 por ciento de los detenidos en la frontera suroeste provenían de México, principalmente hombres solteros, dijo Morgan.

El número de migrantes detenidos a lo largo de la frontera con México aumentó a 38.347 en julio, en comparación con los 16.162 de abril, un incremento del 137 por ciento, según la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza de Estados Unidos.

Esto sigue siendo muy distinto del año pasado, cuando hubo más de 99.000 detenciones en abril de 2019 y casi 133.000 en mayo. Sin embargo, el fuerte aumento de los últimos meses refleja un resurgimiento del flujo migratorio.

Si bien los migrantes y sus defensores afirman que la pérdida de empleos y la agravación de la pobreza han sido los principales factores que han impulsado el actual aumento de migrantes mexicanos, una política fronteriza reciente del gobierno de Trump también ha inspirado a los migrantes a probar su suerte en este momento.

En marzo, el gobierno emitió una orden que permitía a los agentes migratorios de Estados Unidos suspender los procedimientos normales y expulsar rápidamente a quienes crucen ilegalmente la frontera, a menudo en cuestión de horas, al citar la necesidad de salud pública de mantener los centros de detención tan vacíos como sea posible y evitar la propagación del coronavirus. La nueva política también se extendió a los refugiados que solicitan asilo.

En el caso de aproximadamente el 91 por ciento de esos arrestos en julio, el gobierno usó la regla especial para devolver rápidamente a un migrante a México.

Muchos migrantes entrevistados en esta ciudad fronteriza en los últimos días dijeron que la política había sido un incentivo para ellos: si fracasaban en su intento por ingresar a Estados Unidos, decían, les evitarían el sufrimiento de la detención y los enviarían rápidamente de vuelta a México, por lo que podrían intentarlo de nuevo.

“Lo que nos alienta ahora es que, debido a la pandemia, nos están dejando ir rápidamente”, dijo Jacobo, de 27 años, un carpintero de la ciudad portuaria de Veracruz, en México, quien intentó, sin éxito, cruzar la frontera en Nogales a finales del mes pasado.

Solicitó mantener su anonimato parcial para evitar llamar la atención de las autoridades estadounidenses y mexicanas.

Jacobo, que decidió migrar después de que la pandemia le costara su empleo en una empresa de construcción, intentó cruzar una noche a finales del mes pasado en compañía de cuatro migrantes más, guiados por un contrabandista que se comunicaba con ellos por celular.

Ya había pagado cerca de 450 dólares al grupo criminal que controlaba las rutas de contrabando a lo largo de ese tramo de la frontera y prometió pagar 6700 dólares más al contrabandista si lograba llegar a Estados Unidos.

En algún lugar fuera de la pequeña ciudad fronteriza mexicana de Sásabe, Jacobo y los otros cuatro se arrastraron por debajo de una cerca de alambre de baja altura que demarcaba la frontera. Durante dos días, caminaron con dificultad hacia el norte a través del desierto de Arizona, moviéndose principalmente de noche y durante las horas más frescas de la mañana, y descansando cuando las temperaturas diurnas se volvían extremas.

En las últimas horas de la segunda noche, fueron interceptados por agentes fronterizos estadounidenses. Los migrantes huyeron. Pero durante las cinco horas siguientes todos fueron rodeados, luego los acompañaron de vuelta a Nogales y los entregaron a los funcionarios mexicanos de inmigración, quienes los procesaron y los liberaron.

Esa noche, Jacobo descansó en el refugio para migrantes de San Juan Bosco en Nogales y esperó a que su hermano, un migrante que vivía ilegalmente en Estados Unidos, le enviara dinero para intentarlo de nuevo. Iba a seguir intentándolo hasta que tuviera éxito, dijo; rendirse sería una tontería.

“Las posibilidades de entrar son buenas”, dijo, y añadió que el procesamiento acelerado en la frontera estaba “a nuestro favor”.

This article originally appeared in The New York Times.

© 2020 The New York Times Company

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