Yahoo Noticias Derechos civiles, Muhammad Ali y una mezquita. La historia oculta de un lugar emblemático de Miami
Durante más de cinco décadas, Mattie Collins se ha unido a los fieles y espectadores curiosos que acuden a un edificio verde y blanco situado cerca de la I-95.
Suben las escaleras, se quitan los zapatos y los colocan en un estante antes de entrar en una sala con una alfombra rojo. La mayoría mira hacia el este cuando comienza la lectura.
Los creyentes miran hacia La Meca, la ciudad más sagrada del islamismo, y adoran a su creador en un idioma que algunos entienden, pero que todos los presentes veneran.
Se congregan para rezar en la Masjid Al-Ansar de Liberty City, la mezquita más antigua de Miami y de la Florida.
Su nombre es de origen árabe: masjid se traduce como “lugar donde uno se postra”, un movimiento clave durante las oraciones islámicas, y Al-Ansar como “los ayudantes”.
La mezquita es uno de las dos decenas de centros islámicos en el sur de la Florida y uno de los pocos con mayoría de fieles negros. Aunque la mayoría de los centros islámicos están dirigidos por inmigrantes, la congregación de Al-Ansar ha estado formada históricamente por conversos al islamismo nacidos en Estados Unidos, como Collins.
Esta mujer de 83 años ya no visita la mezquita tanto como antes debido a sus problemas de salud. Pero ha sido testigo de su trayectoria, que incluye partes de la historia de Miami que no conocen ni siquiera los habitantes de toda la vida.
Una historia oculta de Miami
Para la mayoría de la gente, la mezquita no es más que un lugar de paso junto a la I-95, pero alberga capítulos notables de la historia de la Miami negra. El emblemático edificio, situado en el 5245 NW 7 Ave., que antiguamente era una iglesia, fue adquirido en 1966 por Elijah Muhammad, líder de la Nación del Islam. Antes de eso, la comunidad musulmana de Miami se reunía en tiendas y casas de Overtown.
La Nación se fundó en la década de 1930 y ganó popularidad en los años 60 en medio del movimiento por los derechos civiles. Su doctrina combinaba el islamismo con el nacionalismo negro y la política separatista, atrayendo a seguidores como el líder de los derechos civiles Malcolm X.
A finales de los años 1970, Al-Ansar se apartó de la Nación del Islam cuando el grupo enfrentó divisiones internas. Surgieron dos facciones: una se adhirió a Louis Farrakhan, quien resucitó las antiguas creencias de la Nación, y la otra al hijo de Elijah Muhammad, W. Deen Mohammed, quien orientó el movimiento hacia el islamismo tradicional. Los que en Miami se quedaron con la Nación del Islam se han congregado desde entonces en la Mezquita de Muhammad No. 29, a pocos minutos de Al-Ansar.
Mohammed rompió con la Nación por las tradiciones islámicas y las perspectivas raciales. Rechazó las reivindicaciones de profeta de su padre un año después de la muerte de este en 1975, y en su lugar insistió en los principios básicos del islamismo, su universalidad y su ideología antirracista.
Los líderes de Al-Ansar guiaron entonces a la congregación hacia el islamismo tradicional. Para la mayoría, fue una transición bien recibida, ya que aprendieron los principios básicos de la religión: la shahada, profesión de fe; salaat, cinco oraciones diarias; zakat, limosna; sawm, ayuno durante el mes sagrado del Ramadán; y hajj, la peregrinación a La Meca.
Aunque Al-Ansar ya no está afiliada a la Nación del Islam, hay carteles por toda la mezquita que rinden homenaje a su historia. Honran a Elijah Muhammad por la compra de la casa de culto y detallan el impacto de miembros famosos como el gran boxeador Muhammad Ali, quien entrenaba en South Beach y Miami.
Ali, que por entonces vivía en Overtown, se sintió atraído por el mensaje de la Nación en los años 60 y asistía regularmente a los servicios religiosos. No compró la mezquita, aunque la tradición de Miami diga lo contrario. Sin embargo, sí la apoyó económicamente, e incluso donó autobuses para la escuela Clara Mohammed, que imparte clases de Árabe, Religión, Matemáticas, Ciencias, Lenguas e Historia a alumnos de preescolar a octavo grado.
Su camino hacia el islamismo —y hacia la mezquita— quedó reflejado incluso en la película de 2001 “Ali”, que filmó escenas en la zona de oración.
Durante la época de Ali en Miami, Al-Ansar ocupaba una propiedad que se extendía hasta la mitad de lo que hoy es la I-95. Ese terreno fue ocupado cuando la construcción de la autopista atravesó Overtown, dividiendo la dinámica comunidad.
Hoy el terreno es más pequeño, pero el impacto de la mezquita se extiende más allá de Liberty City. El edificio, cuyos colores se desvanecen, está siendo reparado.
“Este hito histórico sirve de centro religioso para la comunidad islámica y es una parte importante de la historia negra del Condado Miami-Dade”, dijo Dorothy Jenkins-Fields, fundadora de los Black Archives.
Una forma de vida
Para Mattie Collins, Al-Ansar es más que una comunidad. Es una forma de vida.
Collins creció en el campo, al sur de Tallahassee. Bautista de nacimiento y criada en una granja, atribuye a su educación el hecho de que se sintiera atraída por el islamismo.
Tenía unos 20 años cuando conoció a miembros de la Nación del Islam en Miami. Por aquel entonces, se reunían en una tienda cercana a la Range Funeral Home, y le gustó lo que escuchó.
“Algunas de las cosas que escuché eran algunas de las cosas que mis padres me enseñaron”, dijo Collins. “Cómo quererse a uno mismo, respetarse, compartir con los demás, ayudar a los pobres, ayudar a los enfermos”.
Collins conoció a Ali cuando era Cassius Clay. Recuerda cuando él se puso en contacto con Elijah Muhammad para comprar el edificio, que entonces llamaron Templo No. 29.
Su conexión con la leyenda del boxeo incluso le costó un empleo en el Departamento de Registros de la Policía de Condado Dade.
“Adoraban a Cassius Clay cuando venció a Sonny Liston”, dijo, refiriéndose al histórico combate de boxeo de 1964 en Miami Beach. “Pero cuando se cambió el nombre, no les gustó”.
Antes de los combates y mientras estaba en el cuadrilátero, Ali tenía una bravuconería fanfarrona, un pavoneo que a veces oscilaba entre la confianza y la presunción. Pero esa era su vida profesional. Con Collins y otros miembros de la comunidad, era humilde y realista, un hombre de espíritu joven que se tomaba su tiempo para jugar con los niños de la congregación.
“No le importaba de qué color eras o de dónde venías”, dijo Collins. “Si necesitabas ayuda, él estaba allí para ayudar”.
Collins pasó todos los días en Al-Ansar durante años, como voluntaria hasta mediados de los años 90. Llevaba a sus dos hijos y a su hija cuando se ocupaba de lo que hiciera falta, incluso una vez fue secretaria de la Escuela Clara Mohammed.
Con sus complicaciones de salud, ya no puede ser voluntaria ni ir a la mezquita con tanta frecuencia.
“No estoy deprimida porque celebro los 365 días del año que Dios Todopoderoso me ha bendecido para despertarme”, dice Collins.
Los días que no tiene ganas de levantarse, se recuerda a sí misma las bendiciones que la rodean, especialmente cuando ve a gente de todo el mundo reunida en la mezquita. Por eso llama a Al-Ansar “una forma de vida, esforzándose por hacer lo correcto y ser correcto”.
Recuperar la narrativa
Las historias de las comunidades musulmanas negras no están bien documentadas, aunque contar las historias de los musulmanes estadounidenses en general es un reto en un mundo posterior al 11 de septiembre, dijo Iqbal Akhtar, profesor adjunto de Estudios Religiosos en la Universidad Internacional de la Florida (FIU).
A pesar de su dilatada historia en una ciudad bastante nueva, Al-Ansar no se incluye en las visitas guiadas por el patrimonio, dijo Akhtar.
“Es importante y vital para la historia de Miami”, dijo. “Está relacionado con personas muy ilustres como Muhammad Ali y Malcolm X”.
Nacido y criado en Nueva Orleans, Akhtar encontró un hogar en la comunidad de Al-Ansar después de mudarse. En su ciudad asistía a una mezquita con una comunidad y una historia similares.
Eso es en parte lo que le ha inspirado a trabajar en proyectos de historia oral relacionados con la mezquita. La iniciativa ha contado con el apoyo de FIU, el condado y el estado.
Aunque se alegra de que la Historic Hampton House, un museo y centro cultural en Brownsville, sea conocida y se conserve, espera que una mayor exposición haga lo mismo con Al-Ansar. “Se está contando la historia de la Miami negra”, dijo. “Pero muchas veces no se cuenta la historia de la Miami negra musulmana...”.
Al-Ansar, dijo, ha sido el salvavidas para una comunidad. Su generación pionera, de espíritu emprendedor, potenció una clase media de profesionales y emprendedores en una época en la que la clase dirigente quería sofocar el nacionalismo negro.
“No se trata solo de la capacidad de votar y de derogar la segregación”, dijo Akhtar. “Pero si la persona no es capaz de ganar dinero y no es económicamente independiente, entonces cualquiera de esos derechos no significan nada”.
Estados Unidos no era tan multicultural o multirreligioso como lo es hoy, dijo Akhtar. Era una sociedad dominada por los cristianos blancos. La mezquita —y muchas otras como ella— desafiaban esa mentalidad.
“Esa era la única narrativa que existía sobre lo que significaba ser estadounidense”, dijo Akhtar. Los musulmanes negros ayudaron a acabar con esa narrativa”.
Al-Ansar fue la entidad más influyente del barrio en los años 60, dijo el imán Nasir Ahmad, quien dirige la mezquita desde que adoptó el islamismo tradicional en la década de 1970.
“Fue la primera en muchos sentidos”, dijo Ahmad. “Entre las muchas cosas en que fue pionera, fue la primera voz negra independiente en Miami”.
Ali y Malcolm X
En Al-Ansar, Malcolm X y Muhammad Ali atraían a multitudes que querían escucharlos hablar, fueran musulmanes o no.
“La mayoría no se convertían al islamismo, pero se identificaba con ellos, tomaban el mensaje y lo interiorizaban de la forma en que querían mejorar la situación en ese momento”, dijo Ahmad.
Para Ahmad, la Nación fue un movimiento social nacido en respuesta al racismo y la opresión. Por eso considera a Elijah Muhammad el primer líder de los derechos civiles: se levantó cuando nadie lo hacía.
“El afroamericano fue usado como ariete para abrir las puertas a todos los demás grupos y personas oprimidas en Estados Unidos y en todo el mundo”, dijo Ahmad.
La mezquita, dijo Ahmad, ha seguido siendo una voz independiente, incluso cuando los líderes traicionan a la gente común.
“A esta la llaman la mezquita de los negros”, dijo Ahmad. “La llaman la masjid del gueto. ... No nos doblegamos ante nadie. Aquí no se nos puede comprar. No estamos en venta”.
Por el bien de la comunidad
Cuando estudiaba en la Universidad Estatal de Mississippi, Patricia Salahuddin escuchó a la Nación del Islam predicar un mensaje de autosuficiencia y liberación.
Se sintió identificada y se unió al movimiento. Su esposo también lo hizo.
Cuando se mudaron a Miami en 1983 con sus cinco hijos, la pareja había abandonado los hábitos de la Nación y abrazado el islamismo tradicional.
Salahuddin, de 73 años, recuerda lo abarrotada que solía estar la mezquita. Inmigrantes musulmanes de todo el mundo acababan de establecerse en Miami, y casi todos asistían a la jummuah, o rezo de los viernes, en Al-Ansar. Los hijos de los fieles también pasaban los días con la comunidad, jugando, recibiendo clases de árabe y yendo a acampar.
La comunidad de Al-Ansar está envejeciendo, pero su compromiso de servicio se mantiene, dijo Salahuddin, que forma parte de la junta directiva de la mezquita. Su despensa da de comer a unas 150 personas siempre que está abierta, incluidos todos los sábados de Ramadán.
Al-Ansar colabora desde hace 20 años con la organización People Acting for the Community Together y ha defendido temas como la vivienda asequible y la violencia armada. Su escuela, dijo Salahuddin, está abierta a todos, no solo a los musulmanes.
“Hemos estado aquí para la comunidad cuando la comunidad nos ha necesitado, como apoyo”, dijo Salahuddin. “Es parte de nuestra obligación religiosa defender la justicia, promover la justicia”.
Aunque antes de su época, la mezquita —y los musulmanes de Miami—fueron piezas clave en la lucha por la justicia durante el movimiento por los derechos civiles, dijo Salahuddin.
“Hay muchos musulmanes aquí que han sido los primeros en la transición de Miami hacia un lugar más inclusivo para vivir”, dijo. “Los musulmanes pusieron sus huellas en todo Miami”.
