El vino portugués que resucitó en la cueva de un faro

Oeiras (Portugal), 16 jul (EFE).- Después de estar a punto de desaparecer tras 500 años de historia, el vino de Carcavelos ha vuelto al mercado gracias a una iniciativa del Ayuntamiento de Oeiras (Portugal), con una técnica inspirada en la tradición navegante del país: envejecer en barrica dentro de un faro.

A finales del siglo XX, este vino estaba prácticamente extinto con menos de diez hectáreas de viña, pero a través de la gestión del ayuntamiento se ha logrado llegar a las cuarenta y "el vino es reconocido nacional e internacionalmente", explicó a EFE Alexandre Eurico Lisboa, coordinador de este proyecto.

El vino de esta región posee Denominación de Origen Controlada (DOC) y se fortifica con aguardiente, como se suele hacer en algunas partes de Portugal, porque antiguamente se llevaba a bordo de los barcos para el consumo de los marineros y había que preservarlo, como alternativa al agua potable que acababa contaminándose durante el almacenamiento en barricas de madera.

El vino que quedaba sin consumir al final del viaje tenía muchas veces una mayor calidad que al principio y matices salados.

Así, el Ayuntamiento de Oeiras, a las afueras de Lisboa, junto con la Dirección de Faros de la Marina portuguesa, decidieron probar qué pasaba si colocaban algunos barriles en el Fuerte de San Lorenzo, situado en una isla en la desembocadura del Tajo en el océano Atlántico.

De esta manera, transportaron varios barriles de una cosecha que llevaba 11 años en una bodega en tierra propiedad municipal, la del Palacio deL Marqués de Pombal, al Faro de Bugio, en el interior de la fortificación.

Esta operación fue difícil a nivel logístico y fue la Dirección de Faros la encargada de llevarla a cabo.

Su subdirector, el capitán António Oliveira, contó a EFE que lo primero que hicieron fue identificar la parte del faro que no estuviera expuesta directamente al sol.

Para su traslado desde la bodega, el vino se almacenó en contenedores de 1.000 litros y se llevó en lanchas hasta el faro, donde fue bombeado para devolverlo a los barriles ya en su nueva ubicación, una cueva en el fuerte que daba al noroeste.

"Teníamos que meter 4.000 litros de vino en cada barrica y en muy poco tiempo, porque el faro está en medio del mar... Dimensionamos el sistema de bombeo para producir 1.000 litros cada 15 minutos" detalló Oliveira.

Dependían además de las condiciones meteorológicas, porque si el viento y el mar no lo permitían, la operación no podía completarse, con lo que tuvieron que esperar una semana para poder hacerlo.

Una vez allí, crearon una cadena de montaje con 20 personas para bombear el vino desde las lanchas a los barriles del faro, a una altura de 8 metros, sin perder ni una gota.

En total se llevaron al faro nueve barricas de roble portugués con vinos de tres edades diferentes. Cada seis meses el personal del ayuntamiento tomaba muestras para compararlas con las que se quedaban en la bodega del Palacio del Marqués de Pombal, hechas de roble francés.

"Hubo algunos factores con los que no contábamos, como el aire salado del mar que se impregnó en las barricas o el efecto invernadero de Bugio, que hicieron que el vino tenga un sabor más sensorial y más ácido", destacó Oliveira.

Estas características están siendo analizadas por una enóloga para obtener resultados con un enfoque científico y comprender la influencia del océano Atlántico en el envejecimiento del vino en barricas.

Como resultado de todo este esfuerzo, nació el 'Villa Oeiras Colheita 2012 – 1924 PHAROES 100 Anos', del que sólo se han hecho 1.800 botellas, valoradas en unos 250 euros y que son casi ediciones de coleccionista.

Este no es el único vino que se ha almacenado en el faro, ya que también cuentan con cosechas de 2017 y 2021.

Tal ha sido el éxito de este proyecto que se ha vuelto "sostenible" desde el vista financiero, según Alexandre Eurico Lisboa, que afirmó que han podido reinvertir para aumentar la producción y ahora están exportando a 14 países, entre ellos España.

Además, la iniciativa ha servido para revalorizar el faro, agregó Oliveira, porque aunque algunos puedan pensar que es "una bombilla que se enciende y se apaga", el lugar tiene una historia detrás, constituyó un fuerte de protección costera y servía para "iluminar las almas de las personas que navegaban".

Rocío Muñoz Jiménez

(c) Agencia EFE