Una ultramaratonista que rompe récords aprecia la ‘cueva del dolor’

Courtney Dauwalter y su marido, Kevin Schmidt, cerca del lago Turquoise en Leadville, Colorado, el 17 de agosto de 2023. (Howie Stern para The New York Times)
Courtney Dauwalter y su marido, Kevin Schmidt, cerca del lago Turquoise en Leadville, Colorado, el 17 de agosto de 2023. (Howie Stern para The New York Times)

Después de correr 96 kilómetros por la nieve, cuesta arriba en zigzags llenos de raíces y a miles de metros de altura, Courtney Dauwalter entró en lo que ella llama su cueva del dolor. Durante los siguientes 64 kilómetros de la Western States Endurance Run, una carrera de 161 kilómetros a través de la sierra Nevada de California, se imaginó que estaba sujetando un cincel con el que picaba hasta el último rincón de su dolor y al mismo tiempo se mantenía concentrada en cada paso que daba. Para cuando Dauwalter cruzó la línea de meta en 15 horas, 29 minutos y 33 segundos, había destrozado el récord femenil de la carrera por más de una hora y había conseguido el vigésimo tercer mejor tiempo en los 45 años de historia de esta.

Para poner el tiempo de Dauwalter en perspectiva, habría ganado la división varonil de la Western States —tal vez la carrera de 160 kilómetros más competitiva del mundo— todos los años desde 1978 hasta 2009. Scott Jurek ganó la Western States siete veces (la última ocasión en 2005), pero nunca corrió tan rápido como lo hizo este año Dauwalter, quien superó por más de dos horas el récord de 1994 de la Western States que impuso Ann Trason, ganadora de la carrera en catorce ocasiones.

Dauwalter es uno de los personajes más originales del ultramaratón. Es conocida por su amor por los caramelos, los nachos y la cerveza, así como por sus pantalones cortos holgados y sus vívidas alucinaciones en el trayecto, las cuales están ilustradas en gorras y camisetas. En los últimos diez años, ha ganado más de 50 carreras de 48 kilómetros o más. En 2017, ganó una carrera de 386 kilómetros en Moab, Utah, por 10 horas. En su victoria de la Big Dog’s Backyard Ultra en 2020, corrió 455 kilómetros y alucinó que Mickey Mouse estaba parado en un escenario de circo mientras le repartía camisetas a una multitud.

Ahora está intentando hacer algo que incluso los ultramaratonistas más consumados considerarían extraordinario: ganar tres carreras de 160 kilómetros de alta competencia en un solo verano. Veinte días después de su actuación en la Western States, ganó la extenuante Hardrock 100 en Silverton, Colorado, donde rompió su propio récord por 20 minutos y quedó cuarta en la general. Este fin de semana, siete semanas después de ganar la Hardrock, saldrá de la meta en la Ultra Trail du Mont-Blanc, una carrera de 170 kilómetros brutalmente empinados en Chamonix, Francia, con un terreno más apropiado para los machos cabríos que para los humanos. Ha ganado la carrera en dos ocasiones y ostenta el récord femenil.

“En general, estoy bastante cansada”, admitió Dauwalter, cuyos lemas cuando las cosas se ponen difíciles en una carrera son “Esto está bien” y “Sé valiente y cree”. Dauwalter comentó que correr las tres carreras no era el plan al principio, pero que simplemente tenía que intentarlo.

“Tengo mucha curiosidad por saber qué va a pasar y estoy emocionada de ponerme a prueba”, afirmó.

Courtney Dauwalter corre cerca del lago Turquoise en Leadville, Colorado, el 17 de agosto de 2023. (Howie Stern para The New York Times)
Courtney Dauwalter corre cerca del lago Turquoise en Leadville, Colorado, el 17 de agosto de 2023. (Howie Stern para The New York Times)

Dauwalter, una rubia desgarbada de 38 años con un bronceado intenso, expresivos ojos azules y líneas de expresión permanentes, cree que una de las mayores evoluciones en su carrera como corredora ha sido aceptar la “cueva del dolor”. En un inicio, pensaba que era el lugar donde ya no podría soportar el sufrimiento y tendría que dejar de correr. De hecho, en 2012, abandonó la primera carrera de 160 km en la que compitió porque la abrumó el dolor. Sin embargo, después de participar en más carreras, empezó a comprender que podía superarlo. Dauwalter comentó que se imaginaba a sí misma con un casco, empuñando un cincel y “dejándome ir con todo para convertirlo en un montón de polvo mientras estoy ahí”.

Y continuó: “Parece que siempre que pasa hay una oportunidad especial, porque no podemos llamarla cuando queremos. Tenemos que estar haciendo algo difícil, esforzarnos y luego tal vez tengamos la oportunidad de entrar. Y, si la tenemos, debemos celebrar que logramos estar ahí”.

En una tarde soleada de mediados de agosto, mientras estaba sentada en una terraza de su casa de Leadville, Colorado, desde donde se pueden ver las Montañas Rocallosas, Dauwalter tomó una soda frutal y señaló dos montañas de 4200 metros hacia donde suele correr desde su casa. En un deporte en el que la mayoría de los corredores de élite tienen un entrenador y planifican sus horarios de entrenamiento con semanas de anticipación, Dauwalter se entrena sola y no sabe cuántos kilómetros va a correr en un día cualquiera. Sus mañanas suelen empezar alrededor de las cuatro de la mañana, con una taza de café con sustituto de crema sabor a vainilla. Responde correos electrónicos y después hace unos 40 minutos de entrenamiento de fuerza. A las siete de la mañana, sale a correr entre una y cinco horas. A menudo le suma un paseo en bicicleta y una segunda carrera con su marido, Kevin Schmidt.

“Intento empezar cada semana muy abierta a lo que suceda para en verdad sintonizar con mi cuerpo y escucharlo”, comentó Dauwalter, quien usa un reloj para correr, pero no publica sus entrenamientos en aplicaciones populares como Strava, al estilo de muchos ultramaratonistas. “Si empiezo una semana pensando que voy a correr un gran kilometraje o tengo todas estas grandes ideas al respecto, entonces se me dificulta más escuchar mi cuerpo y realmente responder a lo que me está diciendo”. Sus semanas de gran kilometraje suelen ser de 225 kilómetros.

Schmidt, un ingeniero de software que comentó que no sabía nada de los ultramaratones hasta que conoció a Dauwalter hace más de una década, monitorea los posibles tiempos de su esposa cada 1,6 kilómetros y planea hasta el más mínimo detalle las estaciones de apoyo a lo largo del recorrido. Aunque Schmidt establece objetivos de tiempo, la pareja no se enfoca en ellos ni confía demasiado en una carrera hasta que Dauwalter está en la línea de meta. En 2019, Dauwalter lideraba la Western States, pero tuvo que abandonar en el kilómetro 128 por una lesión en la pierna. En 2021, sus problemas estomacales fueron tan graves en Hardrock que no pudo continuar. Incluso cuando todo va según lo planeado, pueden intervenir sucesos aleatorios, como cuando Dauwalter tuvo que desviarse de la ruta para evitar un alce o perdió la visión cuando se le hincharon las córneas por el polvo del camino.

Según la pareja, la nutrición ahora es una parte importante de su plan. Una persona cercana que trabaja como nutricionista comentó que Dauwalter tenía problemas estomacales en las carreras porque no ingería suficientes calorías. Ahora, en cada estación de apoyo, Dauwalter recoge una bolsa de plástico llena de un surtido de geles y gofres energéticos y lleva agua y una bebida deportiva. Su trabajo es devolver una bolsa con envolturas vacías.

Schmidt, cree que el apoyo de la familia de Dauwalter y su historial atlético en su estado natal de Minnesota la ayudaron a aprender a ser consciente de lo que sentía. Corrió a campo traviesa en el bachillerato y fue campeona estatal de esquí nórdico, lo que le valió una beca para esquiar en la Universidad de Denver.

“Tuvo unos padres fantásticos que la criaron muy bien, la animaron a ser competitiva y no le pusieron restricciones, así que nunca sintió que no podía competir contra sus hermanos”, mencionó Schmidt. “Y tuvo entrenadores realmente fantásticos que le enseñaron a estar en sintonía con su cuerpo y creo que esto le ha ayudado a tener este formato de entrenamiento tan poco estructurado que le funciona”.

Meghan Hicks, editora en jefe de iRunFar, un sitio web dedicado al ultramaratón, afirmó que muchos corredores se imponen limitaciones sin querer pues buscan enfocarse en el récord de un trayecto y en los tiempos parciales necesarios para romperlo.

“Courtney no funciona así”, señaló. “Ella va y corre según cómo se siente”.

Hicks mencionó que Dauwalter tiene “una estrategia muy abierta que no es común en muchos corredores y creo que eso tal vez sea parte de la clave de su éxito”.

John Medinger, otrora editor de UltraRunning Magazine, ha estado en todas las Western States desde 1983 y ha recopilado estadísticas de la carrera durante más de cuatro décadas. En su opinión, el rendimiento de Dauwalter es imposible de cuantificar. Ningún corredor ha logrado tiempos como los suyos en carreras tan diversas: rápidas, empinadas, de distancias extraordinarias y carreras de desgaste en las que gana la última persona que queda en pie.

“Hay trayectos para caballos y caballos para trayectos, pero no estoy seguro de que haya un trayecto que no sea bueno para Courtney”, opinó.

c.2023 The New York Times Company