"Una trinchera en marte" pone en el mapa Baluchistán y su silenciado conflicto

Madrid, 21 jun (EFE).- Su aspecto inhóspito y las pocas noticias que llegan desde allí convierten a Baluchistán en "lo más parecido a Marte de nuestro planeta", por eso el periodista Karlos Zurutuza titula su nuevo libro, el primero escrito en español sobre este rincón olvidado, "Una trinchera en Marte".

"Baluchistán es un territorio del tamaño de Francia situado donde confluyen Pakistán, Afganistán e Irán, que padece el conflicto más longevo del sur de Asia pero no recibe la atención de los medios de comunicación", explica el escritor en una entrevista con EFE.

"Las causas de este silencio son politicoestratégicas -aclara-. Occidente no quiere molestar a Pakistán, ni tener problemas con Afganistán".

"Por no hablar de China -añade-, otro país al que no le interesa que la causa baluche tenga apoyo internacional porque el puerto de Gwadar, situado en el Baluchistán paquistaní, muy cerca de Estrecho de Ormuz, es el punto neurálgico del corredor económico chinopaquistaní".

Los intereses chinos en la zona

"China pone el dinero y Pakistán la seguridad", resume Zurutuza, que constata en sus viajes a la zona y refleja en el libro que los métodos que utilizan los servicios secretos paquistaníes para garantizar esta seguridad en las rutas comerciales conlleva todo tipo de violaciones a los derechos humanos

A pesar del "apagón informativo que Pakistán e Irán imponen", en Baluchistán pasan muchas cosas que merecen ser contadas, según el periodista español.

Por ejemplo, el tema de los desaparecidos. La Voz para las Personas Baluches Desaparecidas (VBMP) tiene contabilizados más de 20.000, entre ellos el propio fundador de esta organización, cuyo cadáver fue encontrado con signos de tortura, tal como relata Zurutuza en su libro.

Los baluches son un pueblo de unos 25 millones de personas, que sufre discriminación y racismo, y a menudo son víctimas de amenazas, extorsión, desapariciones forzadas, arrestos y detenciones arbitrarias, según Zurutuza.

Baluchistán es, a primera vista, un áspero desierto, pero bajo las piedras hay oro, uranio, petroleo y gas, además de estar situado en una zona de alto interés estratégico, como constata el interés chino por llegar a sus costas.

La resistencia baluche empezó desde el momento en el que su territorio fue anexionado por sus poderosos vecinos "y los enviados de los gobiernos empezaron a succionar las riquezas del subsuelo", relata en el libro Khair Bux Marri, líder baluche histórico, al que el escritor entrevistó antes de que falleciera.

Una mujer es el rostro visible de la nueva insurgencia

En los últimos tiempos, una nueva generación de activistas tomó el relevo de los antiguos jefes tribales. Se trata de una insurgencia nacida en las universidades que, a pesar de ser laica, tiene ramas que no dudan en utilizar los ataques suicidas.

Entre estos nuevos líderes destaca una mujer, Mahrang Baloch, que utiliza métodos pacíficos, como las marchas y los campamentos de protesta, y que fue detenida por primera vez con 13 años.

"Lo de Mahrang Baloch es un espejismo -afirma Zurutuza-, porque las mujeres baluche viven sometidas a las tradiciones y la mayoría son analfabetas. Es un gran paso que una mujer sea actualmente el rostro más visible".

El cruce de intereses políticos y económicos hacen la zona peligrosa para sus habitantes, pero también para los periodistas. Según el Sindicato de Periodistas de Baluchistán, más de cuarenta murieron en atentados con coche bomba o asesinatos selectivos, algunos cometidos fuera del país.

Las víctimas mortales son en general baluches, ya que a los periodistas internacionales simplemente no se les permite entrar o son expulsados.

La necesidad de contar la historia, aunque nada vaya a cambiar

Ante las dificultades que ponen los gobiernos, Zurutuza optó por viajar sin acreditación de prensa. Aún así fue detectado y ahora tiene vetada la entrada a Irán y Pakistán, de manera que las últimas incursiones las hizo por el paso de Afganistán.

"Sé que mi relato no va a cambiar las cosas -reflexiona el autor-, un buen ejemplo de ello es Palestina, que está en portada en todo el mundo y no por ello deja de morir gente"

"Aún así sigo relatando la barbarie -concluye-. No se me ocurre ninguna otra manera de estar en el mundo".EFE

Rosa Díaz

(c) Agencia EFE