La “trampa” de Colombia | El sello argentino de un equipo guerrero con golpes de KO: una atracción fatal y el juego aéreo
Ni Lionel Messi ni Ángel Di María. Los primeros jugadores que “cuidó” Lionel Scaloni de cara a la final con Colombia cuando empezó a ver que la victoria del martes ante Canadá ya no corría peligro fueron los dos laterales: Nicolás Tagliafico salió primero, porque estaba amonestado y Acuña no termina de recuperarse de una lesión; el segundo fue Gonzalo Montiel, que respondió en un nivel excelente para los mano a mano y la recuperación de la pelota.
No fueron casualidad esos cambios de Scaloni. Lo que leyó el entrenador es que la final se va a resolver por las bandas. Hasta ahí no conocía al adversario porque Colombia y Uruguay se iban a medir 24 horas después, pero ambos equipos de Néstor Lorenzo y Marcelo Bielsa –en ese determinado punto- se parecían bastante. Y allí iba a tener las principales virtudes para atacar y defender la selección campeona del mundo. ¿Dónde? Sobre todo en los laterales, pero también en los volantes externos.
Colombia suma una racha impresionante de 28 partidos sin conocer la derrota , pero su potencial es mucho más que un número. A la habitual técnica colombiana, Lorenzo logró agregarle además un espíritu combativo para atacar y defender. Como si le hubiera dado una dosis del ADN argentino. Lo que batalló el seleccionado cafetero en el mentiroso 1-1 ante Brasil (el resultado moral favoreció al finalista por 4-2) no se ve todo los días. Presionó, marcó, se hizo respetar (en campo propio y en el rival también ) y ganó la mayoría de los duelos individuales en todos los sectores. Esto también tiene sus riesgos: por una cosa así, un “exceso de personalidad” o la “personalidad mal entendida”, Daniel Muñoz se hizo expulsar infantilmente ante Uruguay sobre el final del primer tiempo: el codazo a Ugarte le salió caro. Y venía siendo el mejor lateral derecho de la Copa América. Su ausencia será una ventaja para Scaloni.
Lo mejor de Colombia ante Brasil
“Este es un grupo que quiere ser protagonista, que quiere ganar algo, que está con hambre”, dijo Lorenzo luego de eliminar a Uruguay. Y agregó: “Vamos a intentarlo como lo intentamos siempre. Colombia siempre juega para ganar (...). Argentina es el mejor equipo del mundo, es el campeón de América, el campeón mundial, pero lo vamos a intentar”.
Colombia tiene tres principales fortalezas: la primera, que está a la vista con resaltador, es el juego aéreo ofensivo. En la actual competencia, hizo 5 de los 12 de pelota parada. Tiene a James Rodríguez en su mejor momento en los últimos cuatro años (la anterior vez que había rendido así, con continuidad, fue bajo en ala de Carlo Ancelotti en Everton, de Inglaterra) no sólo por su pegada en las pelotas paradas, sino en lo global del fútbol: los pases filtrados, los desmarques, su lectura de juego para encontrar a un compañero mejor ubicado y sus remates picantes. Pero encima se ha transformado en un francotirador ante cada tiro libre frontal o lateral, o en cada córner. Viene de marcarle a Uruguay por esa vía (ejecución del 10 y cabezazo de Jefferson Lerma entrando por el segundo palo), pero también anotó en partidos anteriores, incluso ante Brasil quedaron muchas dudas del gol anulado a Davinson Sánchez. Pareció habilitado. Argentina no ofrece muchas dificultades y también opone como resistencia un buen juego aéreo defensivo, pero será una final en la que todos los jugadores deberán estar más atentos y concentrados que nunca.
Además de Lerma (1m79) y Davinson Sánchez (1m87), también aportan juego aéreo Carlos Cuesta (1m78), Jhon Córdoba (1m85), Luis Díaz (1m78). En el banco además están Yerri Mina (1m95), Yaser Asprilla (1m85), John Lucumi (1m85), Jhon Duran (1m85) y Miguel Borja (1m82).
Lo mejor de Colombia ante España
Otro ítem a tomar nota son las transiciones ofensivas de Colombia cuando defiende en bloque bajo. Cómo que se siente cómodo cuando lo atacan, suele generarle una “trampa” al rival para dejarlo venir y, una vez que recupera, luego sale rapidísimo hacia adelante, sobre todo, para las búsquedas de Luis Díaz. Así les hizo mucho daño a equipos que, a priori, son más que ellos: Alemania, España, Brasil, Uruguay en las Eliminatorias y en la Copa América.
Parten siempre de un sistema 4-2-3-1, con virtudes (muchas) y falencias (muy pocas), según un análisis que hizo el entrenador Bruno Distéfano con respecto a todos los partidos disputados en la era Lorenzo. En cada video se pude observar dos instancias bien marcadas en las que Colombia se vuelve un equipo muy peligroso: cuando roba en presiones altas y finaliza directamente con transiciones cortas; agarra a un rival desplegado, abierto, y no le da tiempo de recomposición defensiva (cómo lo hizo con Estados Unidos, por ejemplo) y cuando quita en un bloque defensivo bajo y sale, muy rápido, en transiciones ofensivas al espacio (como el gol de Muñoz a España). Utilice la vía que utilice, se las arregla para respaldar los ataques con cinco jugadores.
¿Y si Di María juega por la izquierda por dónde sorprendió en la final ante Francia? Puede ser una variable o… un juego de “despiste” del cuerpo técnico. ¿Por qué? Quizás lo más probable es que, sin cambiar nombres con respecto a la semifinal, mantenga el esquema inicial con el dibujo 4-1-4-1, con más delanteros iniciando como mediocampistas que posicionados como referencia ofensiva. Así sería con una línea de volantes con Di María, Rodrigo De Paul, Alexis Mac Allister y Julián Álvarez (por delante de Enzo Fernández); y Messi como falso 9. O falso 10. Flotando ahí, lejos de entregarle referencias a los centrales Davinson Sánchez y Carlos Cuesta.
El tablero es atractivo. Argentina tiene potencial para contrarrestar cada una de las virtudes de su rival y de imponer las propias, pero deberá extremar los cuidados porque Colombia no necesita de muchas situaciones para convertir. Y, sobre todo en las finales, los detalles (y los córners) pueden resultar decisivos.