Una sombría espera para las familias y los detenidos en las áreas ocupadas por los rusos

Soldados ucranianos disparan contra el Ejército ruso en la región de Zaporiyia, Ucrania, el 14 de diciembre de 2022. (David Guttenfelder/The New York Times)
Soldados ucranianos disparan contra el Ejército ruso en la región de Zaporiyia, Ucrania, el 14 de diciembre de 2022. (David Guttenfelder/The New York Times)

ZAPORIYIA, Ucrania — El mes pasado, un mensaje fue enviado de contrabando a amigos de diez detenidos ucranianos en territorio ocupado por los rusos. Los hombres, que formaban parte de los centenares de prisioneros civiles que estuvieron desaparecidos durante semanas desde la retirada rusa de la ciudad de Jersón, dijeron que estaban vivos, pero necesitaban ayuda urgente.

“Nos pidieron que contactáramos a sus parientes y les dijéramos a los medios que estaban vivos”, relató Andriy, quien también estuvo detenido y es amigo de algunos de los detenidos, y quien, al igual que otros entrevistados para este artículo, solo dio su nombre de pila por motivos de seguridad. “Están siendo torturados y retenidos sin ningún fundamento legal”.

La retirada de las fuerzas rusas de franjas enteras de territorio en el este y el sur de Ucrania el pasado otoño hizo albergar esperanzas a muchos ucranianos de que sus familiares detenidos serían liberados y de que las fuerzas del país aprovecharían ese impulso para recuperar más territorio en la región con mayor rapidez.

Pero la retirada rusa resultó ordenada hasta el punto de que incluso se evacuó a los prisioneros y la contraofensiva ucraniana en el sur está casi detenida, ya que los intensos combates se han concentrado en el frente oriental.

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No obstante, para las familias que viven en las áreas ocupadas o que tienen familiares detenidos ahí, es urgente que se despliegue una mayor contraofensiva ucraniana, aunque conlleve riesgos añadidos.

Algunos de los entrevistados en un paso fronterizo cercano a la ciudad de Zaporiyia (el único punto de entrada para los civiles que pasan del sur de Ucrania que está en manos rusas al territorio controlado por ucranianos) dijeron que huían de los intensos bombardeos, pero que esperaban una rápida victoria de Ucrania. Las familias de los detenidos por los rusos temían por su seguridad y estaban desesperadas por su rescate.

Los ucranianos que llegaron a un centro de registro en autos cubiertos de lodo el mes pasado describieron una situación cada vez más desesperada en las zonas ocupadas, con frecuentes bombardeos, fuertes explosiones nocturnas de ataques ucranianos de largo alcance y una vida en pie de guerra con cortes de electricidad y escasez de medicamentos.

Un residente habla cerca de un vehículo destruido en Jersón, Ucrania, el 18 de diciembre de 2022. (David Guttenfelder/The New York Times)
Un residente habla cerca de un vehículo destruido en Jersón, Ucrania, el 18 de diciembre de 2022. (David Guttenfelder/The New York Times)

“Es imposible vivir aquí”, afirmó Lyubov, de 81 años, quien esperaba transporte a la capital, Kiev, en el centro de registro de Zaporiyia acompañada de su hija. Relató también que su departamento en la ciudad de Mariúpol había sido destruido y los servicios médicos eran escasos.

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Una familia llegó desde Nueva Kajovka, ciudad situada en la orilla oriental del río Dniéper, al norte de la ciudad de Jersón que, según dijeron, había quedado medio destruida por el fuego de artillería de ambos bandos. “Volaba sobre nuestras cabezas”, dijo Oleh, de 60 años.

No hay duda de que al Ejército ucraniano le gustaría adentrarse más en el territorio ocupado por los rusos en el sur y avanzar hacia Crimea si pudiera y está aumentando la presión para iniciar esa ofensiva.

En general, los analistas militares coinciden en que, aunque Ucrania se mantiene por ahora en una posición defensiva, su próximo objetivo estratégico importante es una ofensiva renovada en el sur para cortar las rutas de suministro y comunicaciones de Rusia hacia Crimea.

“Siempre he dicho que Zaporiyia es la dirección más estratégica. Es la dirección hacia Zaporiyia la que puede cambiar el rumbo de la guerra”, sostuvo el coronel Roman Kostenko, miembro del Parlamento ucraniano y excomandante de una fuerza de operaciones especiales ucraniana, Alpha.

Una ofensiva al sur de Zaporiyia hacia las ciudades ocupadas por los rusos de Melitópol y Berdiansk dividiría a las fuerzas rusas y minaría su dominio sobre Crimea, afirmó. Pero advirtió que no esperaba ningún avance hasta la primavera, e incluso entonces, solo se produciría si Ucrania recibía ayuda adicional de Occidente en tanques modernos, vehículos blindados de combate y cañones, algunos de los cuales se están prometiendo ahora.

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El general Ben Hodges, antiguo comandante del Ejército estadounidense en Europa, dijo que los ataques ucranianos contra Melitópol, un centro logístico, y contra el puente del estrecho de Kerch que une Crimea con la Rusia continental ya habían mostrado las vulnerabilidades rusas en Crimea.

“Si las dos principales líneas de comunicación ya están dañadas o pueden ser interrumpidas, Crimea empieza a parecerse cada vez más a una trampa”, comentó Hodges en una entrevista reciente en Twitter Spaces para Mriya Report, un popular foro de código abierto pro-Ucrania.

Sin embargo, una ofensiva en el sur será más difícil incluso que las contraofensivas de este otoño en el noreste y el sur, advirtieron ambos analistas militares. Y los residentes que viajan fuera de la región dijeron que el número de soldados rusos en el sur de Ucrania había aumentado bastante en las últimas semanas con la llegada de los soldados que se retiraron del oeste de Jersón y se unieron a otros procedentes de la Rusia continental. Las fuerzas rusas han estado construyendo posiciones defensivas más alejadas de las líneas del frente en las últimas semanas, según han declarado funcionarios ucranianos y estadounidenses.

Para los civiles ucranianos, el viaje de salida también fue difícil, obstaculizado por largos retrasos y controles de seguridad en los puestos de control rusos. Un puente cercano al paso fronterizo había quedado destruido en los combates, por lo que los voluntarios del cuerpo de bomberos local tuvieron que remolcar los autos a través del lodo profundo por una ruta alternativa.

Lyudmila, de 49 años, y una amiga tardaron dos días en escapar de la parte ocupada de la región de Jersón, donde habían estado de visita con sus padres, según explicó. Sus padres querían marcharse, pero no estaban dispuestos a emprender el difícil viaje.

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Las dos mujeres pasaron una noche en la ciudad de Melitópol, donde oyeron ataques ucranianos cercanos. “Se oía fuerte y cerca”, describió Lyudmila.

Los militares rusos estaban cavando nuevas líneas de fortificación, levantando barreras de hormigón y colocando minas, según contaron varios civiles, pero también había indicios de que no estaban seguros de su situación.

“Tengo la impresión de que no saben lo que hacen”, dijo Lyuba, una empresaria jubilada de 69 años, refiriéndose a los soldados rusos. “Quizá porque rara vez los veo sobrios, es imposible hablar con ellos”.

© 2023 The New York Times Company