Semana Santa: los dos destinos naturales fuera del radar que ya no tienen más alojamiento para ofrecer
La temporada de verano cerró con un balance muy positivo; incluso fue catalogada como la mejor de la última década en muchos de los principales destinos turísticos del país. Semana Santa llega ahora con ese mismo impulso, y de acuerdo con el último informe del Ministerio de Turismo de la Nación, una docena de provincias tienen reservas que, en promedio, rondan entre el 75 y 90 por ciento de ocupación. Sin embargo, al desgranar la información por regiones, hay datos que llaman la atención. Son algunos destinos fuera del circuito de los más populares, conocidos y demandados que ya no tienen ninguna habitación disponible para ofrecer: están al 100 por ciento de su capacidad.
Villa Unión, ciudad cabecera del departamento General Felipe Varela, en La Rioja; es uno de los protagonistas de estos escenarios. Y lo mismo sucede en Calingasta, un valle rodeado por la precordillera de Los Andes, en San Juan. Según las previsiones oficiales, se calcula que cerca de 2,5 millones de argentinos se van a movilizar por el país durante el próximo fin de semana largo.
“Tenemos una gran expectativa, los números que nos están llegando de los diversos destinos del país nos indican que vamos a vivir una Semana Santa récord, en sintonía con los principales fines de semana de la temporada de verano, con ocupaciones por encima del 90% —confirmó Matías Lammens, ministro de Turismo y Deportes—. Son cifras muy apuntaladas por el Pre Viaje, que permitió alargar la temporada durante marzo y abril, con más de 750.000 personas que utilizaron este plan para viajar en este período”.
Villa Unión: la puerta de entrada a Talampaya
“Tenemos unas 1300 plazas en total, y como ya no teníamos más lugar abrimos también un registro extra hotelero para dar apoyo ante tanta demanda. Son casas de familia que se ponen a disposición de los turistas y que suman alrededor de 100 plazas más”, dice con entusiasmo a LA NACION Nadia Barrera, secretaria de Turismo del Departamento General Felipe Varela, del que Villa Unión, justo en el cruce de la Ruta 40 con ruta nacional 76, es la localidad cabecera. Un punto estratégico para hacer base, recorrer el oeste de la provincia riojana y conocer el mayor atractivo turístico de la zona: el Parque Nacional Talampaya, que está a 60 kilómetros de allí.
Talampaya tiene categoría de parque nacional desde 1997. En 2000 fue declarado como sitio de Patrimonio Mundial por la Unesco, lo que promovió con fuerza el turismo en la zona. Recibió otro impulso en 2018, cuando ganó un puesto entre las Siete Maravillas Naturales de Argentina. “Cada vez nos visita más gente —apunta Barrera—. Pero lo mejor de todo es que en la zona hay mucho más para conocer y visitar, y el resto de las localidades que conforman el departamento de Felipe Varela también están con una demanda muy alta. En Pagancillo, que está a apenas 30 kilómetros de Talampaya, las reservas llegaron al tope; y en Aicuña pasa lo mismo, que es un pueblo de solo 300 habitantes, uno de los más antiguos de la provincia, con casas de adobe, y en el que hay un grupo de productores del pueblo que integran la bodega Vinos de Aicuña, donde se elaboran vinos sin conservantes ni químicos”.
Desde Villa Unión, además, se llega fácilmente a otros lugares bien turísticos. Excursiones de un día para conocer la Laguna Brava, el cráter Corona del Inca, a más de 5400 metros sobre el nivel del mar o la Cuesta de Miranda, una ruta escénica con paisajes increíbles que une Villa Unión con Chilecito.
El turismo que llegará los próximos días es nacional, casi en su totalidad, pero desde la secretaría de Turismo local aseguran que cada vez reciben más visitantes extranjeros, sobre todo franceses, alemanes y turistas de Estados Unidos. “Con Semana Santa se inicia en la provincia la época más fuerte para nosotros. La Rioja es muy cálida en verano, con un clima desértico y pocas precipitaciones que se concentran en los meses de más calor. Por eso, a partir de ahora y hasta octubre es la mejor época para recorrerla y disfrutar de las montañas que nos rodean y sus imponentes paredones rojizos”.
Carros a toda velocidad en el valle sanjuanino
El Valle de Calingasta, en San Juan, rodeado por la precordillera y cordillera de Los Andes, también agotó todas sus localidades, con alrededor de 2000 plazas turísticas oficiales y otro paquete similar alternativo, con las casas residenciales que se ponen en alquile. Aunque los días que ofrece el feriado extra largo de Semana Santa no sean suficientes para animarse a la travesía completa que propone el Balcón de los Seismiles, un trekking para el que hay que disponer de una semana como mínimo y donde se pueden observar varias de las cumbres más espectaculares de América —incluyendo al Cerro Mercedario con sus 6770 metros de altura— las propuestas son múltiples.
“Hay tres localidades en la provincia que están al máximo de su capacidad. Una de ellas es Calingasta, junto con Valle Fértil e Iglesia. Pero el promedio de ocupación de la provincia ya supera el 90 por ciento”, detalla Roberto Juárez, al frente de la secretaría de Turismo de San Juan.
El Valle de Calingasta, puntualmente, viene con un crecimiento sostenido durante los últimos tres años, y parte del éxito de esta localidad, donde actualmente viven 12.000 habitantes, se basa en la diversificación de su oferta y sus atractivos naturales. “Uno de los productos más fuertes es la montaña y todas las actividades de trekking que se despliegan en la zona, con el Mercedario como centro de atracción, que pronto se convertirá en reserva natural”, refuerza Juárez.
También menciona uno de los sitios más renombrados en este último año: el arroyo Turquesa, en Barreal, al sur del departamento de Calingasta. Se trata de una bajada de agua que desciende del Mercedario, a unos 3800 metros de altura, y que por su sorprendente color se convirtió en un fenómeno de estudio científico.
“El producto de gastronomía también es muy fuerte en la región y, por supuesto, todo lo que tiene que ver con el turismo astronómico, con epicentro en el Parque Nacional El Leoncito y uno de los cielos más diáfanos del mundo”, se ufana Juárez.
Allí tienen sede dos observatorios de nivel internacional, como el Observatorio Félix Aguilar y el Complejo Astronómico El Leoncito (Casleo), que tienen actividades durante todo el año.
El deporte predilecto del valle es el carrovelismo. Impulsado por el viento en la Pampa del Leoncito, el carro a vela toma velocidad y se pierde en la montaña. Esta planicie de 12 kilómetros de largo y 5 kilómetros de ancho es un desierto blanco que reúne a deportistas y amantes del viento. Los que se animan y esperan a que caiga la noche, además, suelen disfrutar de uno de los cielos más estrellados de todos.
En Barreal también se puede cabalgar a lomo de mula y a caballo, entre álamos y sauces; salir a recorrer los senderos de montaña en mountain bike o animarse a alguna excursión de rafting en el río Los Patos.
El famoso Valle de la Luna
Valle Fértil, otro de los destinos colmados de reservas, está a casi 250 kilómetros de la ciudad de San Juan, y entre otras características se destaca por su vegetación de cardones, jarillas, cactus y algarrobos. A unos 75 kilómetros está el Parque Provincial Ischigualasto, mucho más conocido —comercialmente— como el Valle de la Luna. Fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, en conjunto con el Parque Nacional Talampaya, y ambos son testigos del período Triásico, por donde alguna vez se pasearon los dinosaurios más antiguos del mundo. Una historia que encadena más de doscientos millones de años.
Al noroeste de la ciudad de San Juan, y casi al límite de la capacidad de sus reservas, está el Valle de Iglesia, un lugar con sitios arqueológicos desde los aborígenes a la antigua civilización incaica. Además de algunos atractivos históricos como la Capilla de Achango, construida por los jesuitas en el siglo XVIII, en Iglesia se puede realizar windsurf y kitesurf en uno de los lagos más ventosos del mundo. Con más de 300 días al año de viento a 20 nudos, el Dique Cuesta del Viento es el escenario del kitefest, donde una vez al año se juntan los riders de todo el mundo para demostrar sus habilidades.