La selección argentina es local, juegue donde juegue: las razones de un fenómeno inesperado y la locura por Messi

Furor por la llegada de la selección argentina a Perú
Furor por la llegada de la selección argentina a Perú

LIMA, Perú.- Camisetas de Lionel Messi de la Argentina, de Barcelona y hasta de Inter Miami. Alguna de PSG, perdida en la multitud. Muchas de ellas, de segunda categoría, de relativa calidad. No importa nada: lo que vale es estar aquí, ahora mismo. Una valla separa a cientos de peruanos de un hotel cinco estrellas en una de las zonas de confort más distinguidas de la ciudad de la gastronomía exquisita.

Cantan, gritan, se emocionan. Saben que del otro lado del mostrador están todos. De Lionel Messi para abajo: todos son campeones del mundo. “Messi, siempre será el goat”, suscribe en un cartel una pequeña de unos 4 años. Hay de todo: hombres, mujeres, niños. Hasta ancianos. La crisis futbolera de Perú es tan grande (no marcó goles, suma un punto y Juan Reynoso, el DT nacional, está en la cuerda floja), que los peruanos “hinchan” por la selección... nuestra. Hay genuina pasión. Canciones argentinas. “Las finales que perdimos/cuántos años la lloré”, se canta. Parece un pedazo de nuestra tierra con un nutrido grupo de peruanos encerrados bajo un estricto operativo de seguridad: “Meeeeeessi, Meeeeeeeeessi”. Una locura.

Transcurren largas horas y siguen allí, como si esperaran a la figura (a las figuras) de un recital. Desde el mediodía del lunes, si se va alguien, es reemplazado por otro: son cientos en 100 metros de cola. Sonrientes, celular en mano. Dibu Martínez y hasta Enzo Fernández se encasillan entre los dueños del afecto, en un segundo escalón. La llegada, cerca de la medianoche argentina, es efervescencia pura: debe de haber unos 2500 fanáticos, dos cuadras de cola. Los jugadores argentinos, sorprendidos, saludan y entran en el hotel. Se cuenta que hay huéspedes que pagaron miles y miles por cruzárselos en el pasillo. Va a ser difícil: la seguridad lo es todo.

Horas más tarde, después de la cena, Messi aparece del otro lado de la ventana y saluda. Ovación, como de un titán del rock. O la música que hoy sea de moda. Es martes a la mañana, van 24 horas de furor genuino por el campeón del mundo, que a esta altura seduce desde otro lugar. Este equipo genera una identificación que no se recuerda en el tiempo. No lo consiguió ni Diego Maradona (el genio desafiante) cuando conquistó México 86. Tiempos sin selfies ni redes sociales, claro está.

Ni otros héroes del pasado, no tan lejano. Gabriel Batistuta, Juan Román Riquelme, Carlitos Tevez y tantos otros. Con el Coco Basile, cuando el equipo era una sinfonía. Con el Loco Bielsa, cuando ese conjunto arrasaba. Hay que volar a otro tiempo para descubrir tanta pasión por un equipo… de otro país. De nuestro país. Si antes, por algunos motivos sociológicos que podrían debatirse por horas (la arrogancia, por citar solo un componente de otra época), la Argentina no provocaba simpatías en nuestro continente, hoy se transformó la ecuación.

“Queremos que apoyen el proceso que tiene el profe. Hay muchos chicos acá. Por un partido no se lo puede crucificar. Necesitan el apoyo de nuestra gente, no podemos apoyar a dos selecciones. Estamos pasando un problema complicado en el fútbol boliviano. Estoy seguro que puede pasar. Necesitamos el apoyo de todos para poder crecer juntos”, contaba Marcelo Moreno Martins, en el medio de la efervescencia argentina en La Paz. “Al pueblo boliviano le pido que apoye a la selección”, suplicaba, mientras afuera cientos de jóvenes estaban vestidos de celeste y blanco. Hasta ocurrió durante el 0-3, con algunos cánticos circunstanciales. Parecía la Bombonera o el Monumental. Un mundo nuevo.

Chicos y grandes, imantados por Messi
Chicos y grandes, imantados por Messi

Alegría por la presencia argentina y fastidio por el andar peruano. Aplausos para Lionel Scaloni (más de uno conoce hasta el origen de la “Scaloneta”) y reproches a Juan Reynoso, el DT del equipo local, que a unos pocos kilómetros de distancia, hablaba con cierta crudeza. “Las críticas son el costo de este lindo cargo, de ahí en más agradezco a la gente, más allá de alguno que me gritó, no lo escuché. Lo más importante es el escudo, nuestra bandera. La selección nos debe unir. Esto ya lo vivimos, me ha tocado vivir eliminatorias desde Argentina 78. Soy el responsable, prefiero que me maten... Si me van a matar mátenme, no los maten a los chicos. Si hay un costo por pagar, lo pago con gusto”, sentencia.

Enzo Fernández está sorprendido del alcance de la fidelidad. Locales, otra vez. “Es increíble, a cualquier parte del mundo que vamos se siente mucho el cariño de la gente, es lo que logró este grupo durante todo el Mundial, la Copa América y el proyecto de varios años. Agradecido con la gente y el cariño que nos dan”, señala.

Furor por la presencia de la selección argentina en Perú
Furor por la presencia de la selección argentina en Perú

Algunos se van, otro llegan. Todos peruanos. “Muchachos…”, arrancan otra vez, pura disfonía. “Es un ejemplo”. “Nunca bajó los brazos”. “Es el campeón de la humildad”. Hablan de Messi, pero no es el único. Sería un desacierto centrarlo en el crack. “Los argentinos nos dieron una alegría enorme en el Mundial. Perú quería que ganara la Argentina, fue un triunfo de América del Sur. Siempre hubo simpatía por su selección, pero esto no lo viví nunca”, rubrica Juan Manuel, un hombre de unos 60 años.

El seleccionado despierta magia. De La Paz a Lima: el campeón del mundo ocupa –tal vez, de modo transitorio- lo que casi siempre fue el poder de Brasil. La simpatía, la admiración del rival. ¿Ocurrirá en Río de Janeiro, el martes 21 de noviembre, en el Maracaná? Tal vez, no en la misma dimensión, pero vale el dato: es habitual ver a cariocas vestirse con la mítica 10 de Leo en las calles de Copacabana o Ipanema.

Messi rompió el hechizo. Y el campeón del mundo hizo el resto.