Roglic, sin alas en el Tour

Villeneuve-sur-Lot (Francia), 11 jul (EFE).- Hace unos días, cuando el Tour echaba a andar en Florencia, el esloveno Primoz Roglic alardeaba con tener una segunda juventud en el Tour de Francia, una carrera que le ha dado la espalda en muchas ocasiones y en la que su continuidad es duda esta edición tras una caída.

El subcampeón de 2020 bromeaba incluso con que la bebida energética que patrocina su equipo le diera alas para afrontar la carrera a sus 34 años, convertido en el cuarto hombre junto a rivales más jóvenes como su compatriota Tadej Pogacar, el danés Jonas Vingegaard o el belga Remco Evenepoel.

Pero tras doce días de competición, el ciclista del Red Bull ha vuelto a demostrar que la ronda gala no le trae fortuna. El triple ganador de la Vuelta a España y vencedor del Giro de Italia de 2023 encadenó dos caídas consecutivas, la segunda este jueves a 12 kilómetros de la meta de Villeneuve-sur-Lot, que le costó dos puestos en la general.

Roglic cruzó la meta con el costado derecho dañado, el maillot roto a la altura de un hombro ensangrentado y 2.27 minutos después que el pelotón con todos los pretendientes a la victoria final en la general.

Su rostro estaba desdibujado al término de la jornada, en la que el esloveno se refugió en el bus del equipo sin hacer declaraciones a la prensa.

Su director, Rolf Aldag, aseguró que en las próximas horas será sometido a pruebas médicas para determinar si puede continuar en carrera.

"La salud del corredor es lo más importante", dijo el técnico, y señaló que la pérdida de tiempo "pasa a segundo lugar".

El esloveno es ahora sexto, a 4.42 de su compatriota Tadej Pogacar y a 3.28 del podio que cierra el danés Jonas Vingegaard.

Roglic se vio envuelto en una montonera que provocó el kazajo Alexey Lutsenko, que atropelló un bordillo que separaba los dos carriles de la carretera a 12 kilómetros para la meta de Villeneuve-sur-Lot.

Una docena de ciclistas se vieron envueltos en el incidente, pero todos los ojos se posaron en el esloveno, al que esperó la totalidad de su equipo para tratar de minimizar las pérdidas.

Era el segundo día consecutivo que Roglic daba con sus huesos sobre el asfalto.

La víspera no pudo responder al ataque de Pogacar en el asencenso al Puy Mary y se lanzó a su persecución en la bajada.

En la del penúltimo puerto del día, el de Pertus, acompañado del belga Remco Evenepoel, su rueda derecha resbaló y Roglic se cayó, por lo que perdió tiempo en la meta.

Los jueces aplicaron la regla de los últimos 5 kilómetros, válida para esa etapa -y para todas menos las contrarreloj y las de alta montaña- por lo que no tuvieron en cuenta el tempo perdido en la meta para la general.

Se aleja el podio

Así puedo conservar su cuarto puesto en la general. Pero en esta ocasión la caída tuvo lugar a 12 de meta y Roglic se vio superado por el portugués Joao Almeida y por el español Carlos Rodríguez.

Las desventuras se acumulan en el Tour para el ganador de las Vueltas de 2019, 2020 y 2021.

Precisamente en 2020 parecía que el ex esquiador podía al fin entrar en París de amarillo, un jersey que se enfundó a falta de doce días para el final y que supo conservar hasta la penúltima etapa, pese a los envistes de su compatriota Pogacar, entonces un desconocido de 21 años.

Pero en la cronoescalada definitiva, en La Planche des Belles Filles que afrontaba con una renta de 57 segundos un día antes del paseo triunfal en París, vio como su joven compatriota le superaba en la general por casi dos minutos.

Un jarro de agua fría que volvió a sufrir el año siguiente, cuando llegaba como el gran rival de Pogacar para la victoria final, pero una durísima caída en el Morbihan en la tercera etapa le hizo perder más de un minuto.

Pero, sobre todo, le dejó unas secuelas que fueron agravándose con el paso de los kilómetros para terminar por obligarle al abandono durante el paso del Tour por los Alpes.

Su equipo de entonces, el Jumbo-Visma, encontró un digno sucesor, el danés Jonas Vingegaard, que acabó segundo de la general y con el que, al año siguiente, compartió galones en la salida del Tour.

Una cohabitación que, pese a que llegó a la salida de Copenhague habiendo ganado la París-Niza y la Dauphiné, pronto derivó del lado del danés, después de que el esloveno sufriera de nuevo una caída en la quinta etapa camino de Arenberg, que le dejaron retrasado en al general, lo que le convirtió en un gregario de Vingegaard.

Su papel fue vital para desestabilizar al Pogacar en el Granon en la undécima etapa, en la que el danés puso los cimientos de su primera victoria en el Tour, mientras Roglic, dolorido por las heridas de su caída, abandonó en la etapa 15.

Al año siguiente su equipo decidió no repetir el doble liderazgo en el Tour y Roglic se impuso en el Giro de Italia y no acudió a la ronda gala.

A principios de este año recaló en el Bora, equipo respaldado por Red Bull, con la intención de pelear de nuevo por el Tour. Pero la mala suerte le persigue también en la formación alemana.

Luis Miguel Pascual

(c) Agencia EFE