Un River con la cabeza puesta en la Copa Libertadores, y con pocas luces frente a Huracán
Demasiado Huracán para tan poco River. No hubo paridad posible en Parque Patricios con un equipo sólido y agresivo frente a otro endeble e insulso. El Globo construyó un merecido triunfo por 3-2 con un resultado que no expone la diferencia notable de actitud y juego frente a los suplentes de un Millonario que no pudo hacer pie en un partido que se le hizo muy cuesta arriba. Franco Cristaldo marcó un doblete y Jonathan Galván abrió el marcador en una noche perfecta para el local, con un gran marco en el Ducó y en una jornada olvidable para el visitante, que sigue sumando dudas de cara al duelo del miércoles con Vélez, en el que deberá ganar o ganar para seguir con vida en la Copa Libertadores.
Gallardo dispuso un equipo totalmente alternativo para visitar a Huracán. Lógico: en tres días se jugará el semestre con el deber de dar vuelta la serie de octavos de final de la Copa en el Monumental tras el duro 0-1 en Liniers. ¿El resultado? Una vez más, el equipo suplente no pudo estar a la altura con niveles individuales bajísimos, problemas defensivos y un engranaje colectivo que no existió.
River estuvo desconectado, extremadamente impreciso, lento y estático. Nunca pudo imponerse ni dominar. Fue superado física y mentalmente. No pateó al arco en los primeros 45 minutos y, aunque mejoró por momentos en la segunda parte, no tuvo ingenio ni creatividad para construir al menos una sola jugada interesante para generar peligro. Fueron todos arrebatos aislados, porque no supo cómo encontrarse en el juego.
Lo mejor del partido
Lo curioso es que Gallardo sorprendió con un esquema diferente y con posiciones improvisadas: dispuso un 4-3-1-2 flexible, en el que lógicamente Quintero fue el enganche, pero con la particularidad de que Pochettino se ubicó como segundo delantero para acompañar a Beltrán. Al volante que se suele desempeñar por la derecha no se lo vio cómodo en el ataque por la izquierda, no pudo complementarse nunca con un Beltrán que quedó siempre muy solo y alejado de la pelota, y terminó siendo reemplazado para el segundo tiempo por Paradela.
En un comienzo de juego muy físico, con sucesivas infracciones, pocas conexiones y mucha pelota dividida, todo se terminó de quebrar al filo de la primera media hora con una reacción totalmente desmedida de Jonatan Maidana, quien le pegó un codazo a Matías Cóccaro. A instancias del VAR, el árbitro Fernando Rapallini le mostró correctamente la tarjeta roja y River se quedó con 10 jugadores por un manotazo infantil del defensor de 36 años.
Tras la salida de Maidana, el Muñeco dispuso el ingreso de David Martínez por Quintero para reconfigurar el equipo, pero el que aprovechó el envión fue el Globo, que se envalentonó y entendió que podía abrir el marcador si aceleraba. Y lo hizo. Con el dominio del medio con Hezze y Fattori, los desbordes de Garré y Gauto por los costados, más la potencia de Cristaldo y Cóccaro en ataque, los dirigidos por Dabove se plantaron muy bien para dominar el juego con presión, intensidad y juego directo para lastimar. Y a los 37 minutos logró marcar el 1-0 en la primera ocasión concreta de gol. Tras un centro de Fattori que se le escapó a Armani, apareció Galván con un furibundo remate para el gol.
Para el segundo tiempo, además del ingreso de Paradela, Gallardo también hizo entrar a Barco por Simón para disponer un 4-1-3-1 e intentar reflotar el espíritu de un equipo totalmente apático. Y aunque hubo un cambio de actitud con más control de pelota, a los 18 volvió a sufrir otra desatención defensiva, en un pelotazo largo que lo agarró mal posicionado, y entre Cristaldo y Gudiño construyeron un golazo para el 2-0.
Fue tan flojo el partido de River que, automáticamente después de que logró descontar a los 24 con un cabezazo de González Pirez, llegó el 3-1 de Huracán con otro error en el fondo. Solo 20 segundos le duró el envión del gol al Millonario: el Globo sacó del medio, cruzó otra pelota larga y el propio González Pirez le cometió un claro penal a Cóccaro, que Cristaldo cambió por gol para sellar su doblete. Un golpe de knock-out que se maquilló con el descuento final de Álvarez en el tiempo de descuento y que dejó con muchísimas incógnitas a un River que el miércoles tendrá una prueba de fuego crucial. Reaccionar es una obligación.