El rey Carlos III abre al público el emblemático castillo de Balmoral, el favorito de Isabell II
MADRID.- En 1853, la reina Victoria del Reino Unido se trasladaba desde Londres a las tierras altas de Escocia a fin de colocar la primera piedra del castillo de Balmoral (aún se puede ver en la cara oeste del edificio). “Todo parece respirar libertad y paz, haciendo que te olvides del mundo y de su triste desorden”, escribía en su diario aquel día de septiembre; 169 años más tarde, su tataranieta, la reina Isabel II, fallecía a sus 96 años en las estancias del castillo (su favorito).
Ahora, por primera vez en su historia, se puede visitar (aunque ya están todos los tickets vendidos, según su página web). El rey Carlos III decidió abrir sus puertas al público general a partir del 4 de mayo próximo, justo antes de que llegue junto a la reina consorte, Camilla, para pasar sus vacaciones de verano. Pero serán muy pocos los afortunados en conseguir pases para visitar las estancias de la residencia. Los tours serán para grupos reducidos -unas 40 personas por día-, y costarán 100 libras por persona, siempre incluyendo un típico té inglés de merienda en el precio. El último tour del año será el 11 de agosto.
Según el diario británico Daily Mail, se trata del primer paso del monarca en su intento por abrir a sus súbditos las residencias oficiales de la casa real: una prueba piloto para ver cómo el histórico edificio afronta la afluencia de visitantes.
Esta apertura al público se dio a conocer gracias a un comunicado en la página web oficial del castillo escocés: “Desde su finalización en 1855, el acceso al interior del castillo de Balmoral ha estado restringido al público. Pero ahora es posible”.
Durante los recorridos guiados se podrán visitar una selección de habitaciones utilizadas por el rey y la reina consorte y otros miembros de la familia real desde los siglos que lleva erguido. Y lo más interesante de todo: las estancias están tal cual las disfruta la realeza, pues se trata de un palacio real en pleno funcionamiento. “Verás que Balmoral es un lugar muy especial”, reza el comunicado. El rey también exhibirá algunas de las obras de su colección privada con tal de atraer más visitantes. En concreto, una exposición “especial de acuarelas” en el salón de bailes, además de algunos de los trajes usados en momentos importantes de su reinado y el de su madre.
Robert Hardman, corresponsal real, ya predijo en su libro Carlos III. Nuevo rey. Nuevo Tribunal que el monarca abriría el castillo. “Balmoral es propiedad privada. Sin embargo, necesita la participación del público no solo para ayudar a pagar las facturas, sino también para aportar beneficios a la comunidad en general y mantenerse en sintonía con otras casas señoriales”, confirmaba en su trabajo.
Pero, como ocurre con las proyecciones para el Palacio de Buckingham, un mayor acceso puede significar mayores costos. “El problema es dotar de personal. Se necesitaría formar una fuerza laboral a tiempo completo y el número de visitantes proyectado simplemente no lo permite durante el invierno”, dice un exfuncionario de la casa real al diario británico The Times. “Por lo tanto, lo lógico es abrir solo unos pocos meses al año”. Y así será.
Más que un palacio, un hogar familiar
La reina Victoria y su consorte, el rey Alberto, arrendaron la finca de Balmoral en 1848 con la intención de construir un edificio cómodo para albergar a su extensa familia -tuvo nueve hijos y 42 nietos-, que, finalmente, se inauguró en 1855. Desde entonces, se ha convertido en la casa de verano de la familia real británica. Una residencia real que eclipsa a la oficial, el Palacio de Holyrood en el corazón de Edimburgo.
El cariño por las tierras escocesas es una costumbre que se ha ido heredando de generación en generación. O eso dicen. Los muros del castillo han sido testigos de múltiples hitos históricos. Fue refugio a principios de la Segunda Guerra Mundial, cuando Londres cayó bajo el asedio de las bombas -una de ellas cayó en el patio interior del Palacio de Buckingham-.
La familia real británica, encabezada en ese momento por el rey Jorge VI, padre de Isabel II, se trasladó en un primer momento a Balmoral. También lo hizo en 1997, tras el trágico accidente de Lady Di en París, momento en el que la monarquía británica vivió una de sus peores crisis institucionales. Y tampoco se puede olvidar que aquí se produjo el fallecimiento de Isabel II, la monarca más longeva de la historia del Reino Unido (70 años reinando), y cuya corona fue reemplazada por la de su primogénito Carlos, el responsable de que el castillo abra sus puertas el próximo julio para que el público general pueda disfrutar de un edificio de extrema importancia en la historia de las islas.
Tras la conmoción por la muerte de Isabel II, muchos británicos se preguntaron entonces por qué su reina había fallecido en Balmoral, en el territorio británico que más ha cuestionado su pertenencia a la corona.
La monarca declaró su amor por la finca en múltiples ocasiones, además de confirmar que no le importaría “ser reina de una Escocia independiente”. En su discurso de inauguración de la sexta legislatura de la cámara escocesa, la reina apuntó su “profundo y permanente afecto por este maravilloso país” y de los muchos recuerdos felices que el príncipe Felipe y ella siempre han tenido en su tiempo ahí. Tal fue su romance con las highlands, que nombró a su marido duque de Edimburgo.
Jesús Delgado Barroso
El País, SL